Cuatro príncipes



Leí, en otra parte, hace un tiempo, que los primeros años del siglo XVI fueron la Época de los Césares. Ese autor citaba a Carlos, el primero de aquí y quinto de allá, y a Solimán, el Magnífico, enfrentados el uno contra el otro por el control del Mediterráneo. En la madurez del Renacimiento, en efecto, la monarquía europea y sus más inmediatos vecinos adquirieron un aspecto imperial y hablar de césares me parece muy acertado. También, cómo no, hablar de príncipes, título muy renacentista.

Por eso John Julius Norwich, segundo vizconde de Norwich... Qué bueno, un vizconde... Por eso, decía, este ensayo relativamente breve, pero muy interesante, se titula Cuatro príncipes. Publica la obra Ático de los Libros, muy bien editada, y promete más obras del señor vizconde, lo que nos alegra muchísimo.

Estos cuatro príncipes son cuatro personajes que marcaron una época, un estilo, bajo cuya influencia cambió (o comenzó a cambiar) Occidente de una vez y para siempre. Cuatro personajes, además, interesantes en sí mismos. Juzguen, si no: Carlos, el primero de aquí y quinto de allá, el príncipe más poderoso de la Cristiandad, aunque visto de cerca...; Solimán, el Magnífico, de la siempre poderosa, exótica y misteriosa Turquía de los sultanes; Francisco I de Francia, un rey renacentista de pe a pa y más francés que una baguette; Enrique VIII de Inglaterra, que no necesita casi presentación, aunque sorprenderá a muchos. En suma, resumen y consecuencia, un caramelo para los aficionados a la historia.

El señor vizconde, un gran erudito, escribe historia como sólo saben hacerlo algunos ingleses, con una naturalidad y una habilidad que proporciona a la lectura de un ensayo la emoción de una novela. La confrontación de estos cuatro personajes, obligados a compartir el escenario, celosos uno del otro, adversarios, aliados, enemigos, según el día, es fascinante. Si además está narrada como en este caso, es un placer conocerla.

Un servidor de ustedes no deja de maravillarse por los costosos alardes de vanidad de unos y otros. El encuentro entre Enrique VIII y Francisco I, las excentricidades del sultán y su monumental maquinaria militar, la campaña de Carlos para obtener el título de emperador... Es un empezar y no parar de lo que parece un corral con pocas gallinas y demasiados gallos. Y es, por eso mismo, de lo más entretenido. ¡Qué personajes! Ya no hay personajes así.

Recomiendo la obra tanto a los entendidos en esta clase de asuntos como a los simplemente curiosos. Es una obra accesible que dice cosas muy interesantes, las dice muy bien y resulta un obsequio para el lector.

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