Mirar hacia el otro lado


Miles de niños afectados en la que, teóricamente, es una región rica y próspera.
No lo será tanto.

Me lleno de ira y vergüenza la decisión que ha tomado la consejera de Trabajo y Asuntos Sociales del actual Gobierno de la Generalidad de Cataluña de no contabilizar el número de niños catalanes que sufren malnutrición por culpa de la pobreza. ¿Acaso porque daba una mala imagen que una de las regiones más prósperas de España tenga un índice tan elevado de niños en situación de riesgo? 

En 2013 se hizo el primer censo de familias en tal situación. Ponía los pelos de punta. En el último censo fiable del que se tiene constancia, fechado en 2015, el número de niños afectados sobrepasaba los 70.000. En 2016 ya no se publicó ningún estudio sobre este asunto. ¿Por qué? Eso le han preguntado estos días a la consejera de Trabajo y Asuntos Sociales.

Dolors Bassa, la susodicha consejera, argumenta y explica que no se realiza ninguna estadística para conocer el alcance del problema desde noviembre de 2015. Ésa fue la última vez (sic, la última) que se reunieron los miembros de una comisión de seguimiento formada por centros de atención médica, escuelas y servicios sociales, que tenía que comprobar la eficacia de las becas-comedor y las demás ayudas que la Generalidad de Cataluña repartía entre las familias menos favorecidas. En aquel entonces era consejera la señora Neus Munté.

Para que nos hagamos a la idea de la magnitud de la tragedia, en el último ejercicio se han repartido más de 106.000 becas-comedor, que no sé si sumarán escasamente una treintena de millones de euros, a las que sumar 37 millones de euros más que han pagado los ayuntamientos catalanes de su propio bolsillo (porque la Generalidad de Cataluña no cubre con todos los gastos, encima). El importe de la ayuda que hoy destina la Generalidad de Cataluña a dar de comer decentemente a decenas de miles de niños que, sin esta ayuda, no comerían lo suficiente asciende a más o menos lo mismo que se gastaba justo antes de que comenzara la Crisis, en 2008. Recordemos, eso sí, que estas ayudas de la Generalidad de Cataluña se redujeron casi un tercio entre 2012 y 2014.

Cuando le han preguntado a Dolors Bassa por qué ya no se controla cuántos niños están en situación de riesgo de pobreza ni cuántos niños sufren carencias alimentarias por culpa de la pobreza de sus familias, la consejera ha respondido... ¡que ya no hace falta! Porque (agárrense) menos del 24% de los niños catalanes están en riesgo de exclusión social a causa de la pobreza.

¡Menos del 24%...! Y eso ¿cuánto es? ¿El 23%? ¿El 20%? ¿Cuánto? Menos del 24% será posiblemente mucho. ¿Cuánto es? Pues ¿cómo quieren saberlo si no lo miden? ¿Cómo pueden llevar a cabo una política efectiva de acción social, una política pública de ayudas capaz de aliviar el problema, si desconocen la magnitud del problema? La oposición ha pedido a la consejera que vuelva a poner en marcha un control de la cifra de niños afectados y que reúna de nuevo a la comisión de seguimiento, para evaluar tanto la necesidad como la efectivadad de los programas de ayuda públicos. La consejera ha respondido que no hace falta (sic). Total, ¿para qué? Si uno mira hacia otra parte, el problema desaparece de vista, ¿no?

Una de las imágenes de la banalidad del mal en Cataluña.

Si se preguntaban qué era la banalidad del mal, la banalidad del mal es la política social que lleva adelante la consejera Bassa, que inició la consejera Neus Munté, con el apoyo incondicional de la antigua Convergència, ERC y la CUP. Si esto no es maldad, no sé qué es. Estupidez, quizá, pero entonces mayúscula.

2 comentarios:

  1. Es que eso lleva trabajo y los resultados no interesan a la Sra Bassa. Ademàs y, afortunadamente las escuelas si que saben lo que hay y ayudan y mucho a paliar este problema.
    Una Consellera no puede perder el tiempo en estas menudencias con el trabajo que tiene con lo de la nueva república.

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  2. Esto es exactamente maldad. Si un responsable político elude el problema es maldad, es irresponsabilidad, es indecencia, es vileza y perversión. ¿Podemos preguntar qué es para estos irresponsables la democracia?, ¿En qué se gastan el dinero?.
    Saludos

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