Sacando consecuencias



Hace un tiempo, me invitaron a participar en un debate sobre filosofía en RNE (v. aquí) y uno de los participantes era Jesús Zamora Bonilla. El profesor Zamora estaba en los estudios de grabación de Madrid y yo, en los de Barcelona, así que no tuve el gusto de conocerle personalmente, pero sí el gusto de hablar con él. Semanas más tarde, paseando por una librería (rodeado de aventuras y paisajes), dí con su último ensayo, que publica Tecnos, Sacando consecuencias (Una filosofía para el siglo XXI). Alargué la mano, compulsivamente (mis compras de libros tienen algo de adicción), lo compré y me lo llevé a casa. Ahora ya puedo decir que me lo he leído.

Formalmente, el profesor Zamora divide su ensayo en cinco capítulos y cada uno de ellos viene precedido por una historieta a modo de introducción o presentación, alguna mejor que otra. Luego desenfunda la filosofía y ahí viene lo bueno. Comienza a repartir, tratando las grandes cuestiones de la filosofía desde un punto de vista que llama inferencialismo, porque consecuencialismo ya estaba pillado por una escuela de ética. 

Paréntesis. Entre nosotros, a los filósofos les encanta poner nombres a sus ideas, que suelen acabar en ismo. Es un vicio que se da con más frecuencia cuanto más moderno es el filósofo. Si es postmoderno, entonces ya ni les cuento el número de ismos, que parece que los regalan. Fin del paréntesis.

Pero no es éste ni el momento ni el lugar para ponerse a discutir de filosofía y dejar dicho si el inferencialismo es esto, lo otro o lo de más allá. Eso ya lo descubrirán ustedes si deciden leer lo que tiene que decirles el profesor Zamora, y yo les recomiendo que lo lean.

¿Por qué? Por varias razones. Una, porque es un trabajo muy riguroso, pero no está disfrazado del academicismo (otro ismo) que los filósofos suelen emplear para que nadie les entienda. Al contrario, se entiende todo lo que dice, se expresa con claridad meridiana, una segunda razón para leer el libro. Si algún párrafo ha de leerse despacio es porque te obliga a leer con cuidado, porque te obliga a reflexionar sobre lo que dice, no porque no se entienda lo que cuenta. 

El debate sobre la claridad de la exposición no es nuevo. Si no se entiende lo que dices, quizá será porque no lo entiendes tú o porque en verdad no estás diciendo nada. Esta hipótesis es muy útil cuando uno lee, por ejemplo, a Heidegger, a Lacan, a Derrida... En cambio, al profesor Zamora se le entiende todo. Quizá tenga algo que decir... En fin, yo lo dejo ahí, porque el asunto levanta chispas.

Hablábamos de las razones para leer Sacando consecuencias... Ah, sí... Es riguroso (sin ser academicista), se expresa claramente y dice cosas que merece la pena conocer. Filósofos en ciernes o simples aficionados agradecerán la exposición del profesor Zamora y se interesarán por lo que nos quiere decir. A mí me ha dejado muy satisfecho.

Otra cosa es que el lector vaya a estar de acuerdo con todo lo que dice el autor. Mal asunto, si uno comienza a darle la razón en todo a un filósofo. Yo mismo, sin ir más lejos, me atrevería a discutir algunos apuntes sobre ética o política del profesor Zamora. ¡Ah, qué atrevido que es uno! Para los no ilustrados, este atrevimiento podría ser un síntoma de ignorancia, pero también un sarpullido hegeliano. Ha sido mentar a Hegel en el último capítulo y comenzar los picores. Aunque en el asunto de la ética (que aparece en capítulos anteriores) también pondría yo algunas objeciones. No se lo tome a mal, profesor, que no es nada personal. Me gusta discutir, aunque sea por el simple placer de llevar la contraria.

Pero ¡ahí está la gracia de la filosofía! La filosofía no es una aceptación, es una crítica, un cuestionamiento, o no es. Ahí tienen a Sócrates, peripatético y dialéctico o, lo que es lo mismo, discutiendo con sus alumnos dando un paseo, pasándoselo en grande llevándoles la contraria, para que aprendieran a pensar, a cuestionar, a aprender. 

Por eso he agradecido tanto la lectura de Sacando consecuencias. Primero, porque me ha proporcionado munición para discutir con algunos amigos y conocidos. Segundo, porque me ha ilustrado. Tercero, porque me ha obligado a criticar y cuestionar algunas de mis ideas... y de las suyas (lo que viene a ser lo mismo). Cuarto, por qué no decirlo, porque leyendo Sacando consecuencias me lo he pasado en grande. No puedo pedir más.

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