Sin derecho de pernada


Cómo está el trabajo. Mal, en pocas palabras. Seguro que han oído hablar de trabajos esclavos a cambio de poco menos que nada. Si no, los habrán padecido o seguirán padeciendo ahora mismo. Eso, claro, si tienen ustedes trabajo, algo que no es tan frecuente como quisiéramos. Hablamos de contratos temporales por meses, semanas, días u horas; becarios (palabra que encierra en sí misma un universo mundo); tiempos parciales que suman jornadas de doce horas; horas extraordinarias que no se cobran ni del derecho ni del revés... ¡Qué les voy a contar!

Señorita de buen ver, atracción de la feria.

La última ha saltado a la prensa y me extraña que no haya provocado más ruido. Se trata del Salón Erótico de Barcelona, una feria del porno patrocinada por una cadena de burdeles (sic), que se celebrará entre el 6 y el 9 de octubre en el pabellón olímpico de la Vall d'Hebrón de Barcelona. Este tipo de eventos necesita personal en las taquillas, los puntos de venta (de lo que sea que se venda ahí), bares y restaurantes (donde sirven unas salchichas enoooormes) e incluso, eso dicen los organizadores, en el departamento de comunicación y márquetin (es decir, que también necesitan quien reparta folletos). Es un trabajito que no viene mal, que da para unas pesetillas, para unos gastos. Quizá no quite de un apuro, pero será un alivio, ¿no?

Pues, no. Se anuncian estos puestos de trabajo pero... sin ánimo de lucro (sic). Porque la organización precisa voluntarios, así los llama. ¡La madre...! ¡Voluntarios! 

Voluntario en el departamento de comunicación sin saber hacia dónde mirar.

Los voluntarios en este caso no es una expresión genérica, que cubre voluntarios de ambos sexos, sino, me parece a mí, es un sintagma con el género masculino. Digo esto porque las estadísticas son las que son y la mayoría de los voluntarios serán, sin duda, varones. Aunque puede que me equivoque, porque las mujeres también tienen interés en algunos productos pornográficos que se ofrecen en la feria. No sé yo. Cierro el paréntesis, que no lleva a ninguna parte. Serán voluntarios masculinos o voluntarios dicho genéricamente, tanto da. Pero no verán un duro, varones, mujeres o lo que se tercie.

Los voluntarios tendrán garantizado el espectáculo.

¿Por qué digo esto? Porque los voluntarios, decía, tendrán cubiertas las dietas durante su voluntariado (sic, y sólo faltaría que no) y cobrarán en especie. ¿Que cobrarán cómo? En especie. Explíquese: tendrán libre acceso al salón erótico (coño, si trabajan dentro...) y podrán asistir a los espectáculos que ofrezcan los artistas del ramo completamente gratis. Pero ¿cuándo? ¿En horario laboral? ¿O les organizarán esos espectáculos cuando hayan cumplido con sus labores voluntarias? Algo no cuadra.

Los voluntarios no verán un duro y comerán un mal bocadillo con coca-cola, pero se pondrán las botas viendo culos, tetas, pelusas (aunque hoy en día no se estilan y se presentan las partes rasuraditas) y vergas monumentales, aderezadas con gemidos, ayes, posturas y gestos explícitos, implícitos y de todo tipo. Pero, repito, no verán un duro. Esos voluntariosos voluntarios trabajarán a cambio de nada, aunque más de uno tendrá que correr a aliviarse al lavabo porque, ay, la retribución ofrecida no incluye el derecho de pernada. 

Así es: se mira, pero no se toca.

Nadie se ha quejado. Los inspectores de trabajo no han movido un dedo. La noticia ha pasado de largo como un chascarrillo veraniego en los periódicos. Ni una protesta. Los voluntarios se cuentan por docenas. No sé qué se imaginan.

¿Tenemos lo que nos merecemos? A veces me da que sí.

2 comentarios:

  1. Que vayan al Salón los inspectores de trabajo, que para esto les pagamos.
    Saludos
    Francesc Cornadó

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  2. UGT ha denunciado el caso. Una semana después, pero lo ha denunciado. A ver qué pasa.

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