Se dice glamur y se escribe glamour (Gran Premio de Montecarlo 2015)



Qué quieren que les diga: Montecarlo es Montecarlo. No es como esos grandes premios de nuevos ricos que se dan en el Oriente Medio o Lejano, que son una obscenidad de lujo y falta de derechos humanos. En Mónaco el glamur, que se escribe glamour, es tan rancio como la uva pasa con la que se hace el Chateau d'Yquem, y tan caro, y los automóviles corren ahí un gran premio desde los años veinte, que no es poco. Mónaco ha conocido los Bugatti tipo 35 y los Mercedes-Benz de Hamilton y Rosberg, y eso es algo de lo que muy pocos pueden presumir. 


Es un circuito amado y odiado, que se corre más porque pertenece a la leyenda que por otra cosa. Ayer ganó otra vez un Mercedes-Benz, el de Rosberg, y Ferrari quedó segundo y sexto. Tendría que haber ganado el Mercedes-Benz de Hamilton, pero a pocas vueltas del final, aprovechando que el coche de seguridad estaba en pista, le cambiaron las ruedas en un mal momento y lo enviaron a la tercera posición. Si preguntan por Alonso, le fue bien: esta vez pudo arrancar el coche.

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