La calavera de Colón


Calavera.

Carabela.

Lío de cables.

Después de semejante ridículo, que todavía me duele, surgió una pregunta interesante: ¿Dónde está la calavera de Colón? No la carabela, sino la calavera. 

La documentación histórica nos dice que Cristóbal Colón murió el día de la Ascensión de Nuestro Señor de 1506 (el 20 de mayo), en Valladolid. Se ofició el funeral en la iglesia de Santa María la Antigua y le dieron cristiana sepultura en la capilla de don Luis de la Cerda, que está en el claustro del Monasterio de San Francisco, sin salir de esa ciudad. 

En abril de 1509 lo desenterraron y se lo llevaron al monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas, en Sevilla. Mientras tanto, doña María de Toledo, esposa de Diego Colón (hijo de Cristóbal Colón), perseguía al emperador Carlos I o V, según se diga de España o Alemania, y consiguió que éste firmase, al fin, una real cédula que otorgaba a la familia y a sus difuntos la potestad de ser enterrados en la Capilla Mayor de la catedral de Santo Domingo, en las Américas, que es (era) privilegio de sangre real y que, dicen, había sido la voluntad del Almirante. Tal hizo su majestad el 2 de junio de 1537, firmó y se sacó de encima a doña María de Toledo, que estaba volviéndose un incordio.

Conseguido el permiso, María de Toledo trasladó lo que quedaba de su suegro de Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, a Santo Domingo, entre 1540 y 1544 (no se sabe a ciencia cierta). Allá lo enterró, en la catedral de la isla, a los pies del altar mayor. 

Pasó el tiempo y España dejó de ser lo que era. Perdió La Española en el Tratado de Basilea (se la quedó Francia) y desenterraron los restos de Cristobal Colón y se los llevaron a la catedral de La Habana, en Cuba, para no dejarlos en manos de los franceses. En 1898, perdida la Guerra de Cuba, los restos de Colón regresaron a España a bordo del Conde de Vanadito, un buque de la Armada Española, no fueran a quedarse los yanquis con lo que quedaba del Almirante. Descansan desde entonces y hasta ahora en la catedral de Sevilla.

Tanto trajín para ir y volver, ya ven.

Pero el 10 de septiembre de 1877 dieron, en Santo Domingo, a los pies del altar, con una urna de plomo. En ella se había escrito que los restos que guardaba eran los de Cristóbal Colón. Se lió la de Dios es Cristo, o la de mi Colón y no tu Colón es Colón verdadero. Los de Santo Domingo sostenían que el Colón de ahí era el bueno y los cubanos primero y los sevillanos después, que no, que el bueno era el que se habían llevado ellos.

La tumba de Cristóbal Colón en Sevilla.
Supongo que la calavera está dentro.
La carabela, no, que no cabe.

En cualquier caso, se han hecho pruebas de identificación genética de los restos enterrados en Sevilla y son de Cristóbal Colón, sin (prácticamente) duda. No entraré en el trapo de los farragosos detalles del porqué, pero el ADN no suele mentir. 

Ahora bien, los restos de Santo Domingo ¿también son de Colón? Dos Colones no había, pero quizá se quedaron un trocito en la isla, ¿o no? Muchos cadáveres ilustres están hechos pedazos y se conserva un trozo aquí y otro allá. ¡Quién sabe! Una tesis defiende que los huesos del Almirante (de los que queda bien poca cosa) se mezclaron o confundieron con los de su hijo, Diego, y que los americanos se quedaron con Diego creyendo que era Cristóbal. El caso es que no se han hecho pruebas sobre el ADN de los restos de Santo Domingo, que yo sepa, y piensen que podría equivocarme. 

Y si me preguntan dónde está la calavera de Colón, supongo que en Sevilla, aunque no sé si en Santo Domingo también tienen una. Las calaveras suelen aguantar mejor que otros huesos el paso del tiempo, pero a estas alturas del cuento ya siento un poco de repelús de tanto darle vueltas al finado.

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