Acontecimiento folclórico-reivindicativo


Cartel que anuncia el acontecimiento.
Desde lo alto de estas torres, 400.000 euros os contemplan.

Este domingo, no sé cuántas colles de castellers elevarán sesenta torres humanas en ocho ciudades europeas (Roma, Berlín, Bruselas, Ginebra, Lisboa, Londres, París y Barcelona) para reivindicar un eufemismo. Con el lema The Catalans Want to Vote, a toque de chirimías y tamboriles, estas agrupaciones folclóricas realizarán un prodigio gimnástico que culmina poniendo en peligro la integridad física de un niño, que ha de trepar hasta una altura considerable para redondear la exhibición de testosterona y rancio olor de pies. 

Si alguien defiende la modernidad frente a la tradición, el progreso frente al conservadurismo, la ciencia frente a la superstición o el por qué de una fecha de caducidad, encontrará en este folclore de origen valenciano argumentos más que suficientes para favorecer su tesis, comenzando por la música y acabando en los peligros a los que se ve sometida la infancia. 

Oh, sí, es muy espectacular. También lo es el baile tirolés. 

Baile tirolés.

Ahora imagínense que no sé cuántas tunas elevaran sesenta serenatas en esas ocho ciudades europeas para reivindicar una cosa cualquiera. A favor de las becas Erasmus, pongamos por caso. Esos mismos que envían a sus agrupaciones folclóricas alrededor del mundo para demostrar qué atrasados que somos pondrían a parir al que tuvo la idea de reivindicar las becas Erasmus con los tunantes, ¿o no? 

No se burlen de las tunas, que llegan no más alto, pero sí más arriba.

Pero los tunantes no ponen en riesgo físico la vida de ningún niño. Sólo el de la pandereta corre peligros, pero es mayor de edad y hace el ridículo porque quiere, no engañado y seducido por una agrupación folclórica y unos padres que, lo reconozco, soy incapaz de comprender.

En el Tíbet también maltratan a los niños. Pero no los tiran de arriba abajo.

Acudo a la información publicada por los organizadores de estos actos folclórico-reivindicativos. Traduciré el manifiesto que publicaron para solicitar fondos mediante donaciones anónimas:

[...] El proyecto Catalans want to vote. Human towers for democracy quiere que cada uno de nosotros sea un altavoz del sentido más profundo de la democracia. A través de los castells [el baile folclórico] y de eso que representan [sic], queremos que se escuche nuestra voz en Europa y en el mundo para decir a los cuatro vientos que los catalanes queremos decidir democráticamente nuestro futuro como pueblo. [...]

Prueba de ello, añado por mi cuenta, es que el 25 de mayo el pueblo catalán pudo votar libremente y escoger a sus representantes en el Parlamento Europeo. Eso sí, los resultados fueron decepcionantes. 

La abstención superó la mitad del censo. Los partidos que apoyan la organización de un referéndum sólo obtuvieron el apoyo del 26% del censo y los que abiertamente apoyan la independencia, un 21%. Si los catalanes quieren votar, los riojanos, madrileños, castellano-leoneses y valencianos, más, pues se abstuvieron menos que los catalanes. En vez de pedir que les dejen votar, ellos votan.

Continúo traduciendo, lo más literalmente posible. El manifiesto dice que la reivindicación folclórica...

[...] Está impulsada por Òmnium Cultural, entidad sin ánimo de lucro que trabaja para la promoción de la lengua y la cultura catalanas y por la defensa de los derechos nacionales de Cataluña, con la colaboración de la Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya [i.e., la coordinadora de estas agrupaciones folclóricas]. [...]

No es momento de discutir sobre este asunto, pero niego la mayor. Los pueblos no tienen derechos, sólo tienen derechos las personas o los ciudadanos. Y si las naciones (agrupaciones de ciudadanos sometidos a una misma ley) tienen derechos, éstos son el resultado de los derechos ciudadanos y existen para defender éstos. Pero no es éste el momento de discutir tal cosa, sino de proseguir con la traducción, que ahora viene lo bueno.

Representantes de las agrupaciones folclóricas y de la entidad promotora del acontecimiento.

[...] El coste de este proyecto es muy elevado: supera los 400.000 €. Las aportaciones que se recojan a través de Verkami han de llegar a un mínimo de 120.000 €, el 30% del coste total del proyecto. [...]

Enviar la tuna a la Torre Eiffel sale mucho más barato.

[...] Por su parte, las colles castelleres [agrupaciones folclóricas] que viajarán y participarán en el acontecimiento en las ciudades europeas cubrirán buena parte de los gastos que les supone este desplazamiento.[...]

[...] El resto de los fondos necesarios para llevar a cabo este acontecimiento se financiarán con recursos de Òmnium Cultural, entidad sin ánimo de lucro que se financia, en un 93%, con la aportación de sus socios y socias y mediante otras vías de financiación privada. [...]

A continuación, lista las entidades y empresas que han contribuido económicamente al acontecimiento. Serán las siguientes entidades: Coordinadora de Colles Castelleres de Catalunya, Comunitats Catalanes de l'Exterior, ANC Assemblees Exteriors, Catalans al Món; los siguientes medios de comunicación: ARA, El PuntAvui, Vilaweb, Nació Digital, Directe!cat, El Singular Digital, Racó Català; y las siguientes empresas: Verkami, Bonpreu, Llet Nostra, Antaviana, Equity Point, Cooinda Travel, xfdigital y Joan Naveros.

Las exhibiciones folclórico-reivindicativas son todo un acontecimiento que es capaz de reunir muchedumbres. En la fotografía, la última exhibición gimnástico-folclórica-reivindicativa en Londres, donde los bailarines sumaron más gente que el público.

Han venido a mí presumiendo de manifestación folclórica y reivindicativa. Fíjate qué bonito, me dicen, ¡a mí! A mí, que pienso lo que pienso de los castells. ¡Como si no me conocieran...! Pero, en fin, no les amargaré el dulce de gozarse con el folclore y el tradicionalismo. Si les gusta...

Puestos a ser folclóricos...

Pero esta manifestación folclórica, la verdad, me entristece. Es cierto, me entristece y me pone de muy mal humor. 

Si estas agrupaciones folclóricas, estas asociaciones civiles, estas empresas, lucharan con el mismo denuedo por una sociedad más justa, protestaran contra los recortes en política social del gobierno (el catalán o el español, tanto monta o monta tanto), denunciaran con la misma fuerza el desmantelamiento de la sanidad pública en Cataluña o los innumerables casos de corrupción que nos abruman, señalaran con la misma insistencia la sangría de recursos que sufre la enseñanza pública (a manos de gestores catalanes, no lo olvidemos), ayudaran a reclamar las ayudas a la dependencia que el gobierno (catalán) ha suprimido, exigieran justicia en los casos de abusos bancarios (el escándalo de las preferentes o los abusos hipotecarios, sin contar con la tropa de banqueros corruptos y corruptores), etcétera, etcétera, etcétera, si toda esta gente trabajara pensando en las personas y no en las banderas, ¡otro gallo cantaría! Seguro, seguro, que no haríamos tanto el ridículo.

A mí, el derecho a decidir me la trae floja, y perdonen ustedes, porque para discutir del sexo de los ángeles ya tenemos bizantinos, pero que una familia catalana no llegue a final de mes me quita el sueño. 

Ahora, disfruten con sus bailes folclóricos y ojalá que ningún niño se rompa la crisma mientras tanto. Que les vaya bien.

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