Tráfico de menores


El fútbol y el abuso de menores, en tela de juicio.

Quede dicho que sé tanto de fútbol como de arameo. Nada, como quien dice, pero sufro en silencio las almorranas de tener que comérmelo en desayuno, comida, merienda y cena en la radio, la televisión, los periódicos y las conversaciones ajenas. Que prohibieran el fútbol me produciría un especial placer, como cuando prohibieron fumar en los lugares públicos y pude disfrutar, ¡al fin!, de aire libre de humos tomando un café.

Dicho esto, he sabido que el F.C. Barcelona ha sido castigado por traficar con menores. El club se excusa diciendo que: a) todos lo hacen y b) ellos lo hacen muy bien, mucho mejor que los demás. En ningún momento el club ha intentado demostrar que no trafica con menores, porque reconoce que sí, que lo ha hecho, ¿y qué?

Detrás del tráfico de menores siempre está el beneficio económico (e inmoral).

Alguno saldrá picajoso y me dirá que traficar con menores es una expresión pasada de vueltas. Pero ¿no lo es arruinarle la juventud a unos cuantos chavales? Un club de fútbol invierte en la cantera (así la llaman) y ficha niños (y papás y mamás) porque salen más baratos mil chavales por formar que fichar a un jugador profesional. Eso sí, novecientos noventa y nueve chavales se quedarán con un palmo de narices.

El deporte infantil en plan profesional es un abuso de menores. Punto.

¿No se les ponen los pelos de punta al ver a esas pobrecitas gimnastas que son chiquillas dando saltos en los Juegos Olímpicos? En tres Juegos Olímpicos seguidos, el peso medio de las gimnastas ha pasado de los 48 a los 38 kg y su edad media ha bajado de los 17 a los 15 años. Yo soy de los que piensa que eso es una obscenidad, y no aprecio la diferencia entre una gimnasta o un futbolista. Porque, no nos engañemos, no se trata de promocionar el deporte entre infantes y púberes. Se trata de hacer dinero.

A nadie se le oculta que esta obscenidad tiene premio y produce beneficios.

Para justificarse, siempre ponen el ejemplo de Messi sobre la mesa, el paradigma del niño que pasó por la Masía y que hoy, fíjense, es capaz de estafar millones y millones de euros a Hacienda y seguir siendo considerado como un héroe. Qué gran mérito ¡y qué mal ejemplo! 

El chaval presume en público de no haber leído jamás un libro y su dominio del lenguaje es... En fin, propio de futbolistas, ya nos entendemos. Así ha salido de la Masía y poco importa que haya salido tonto, que gana en un día lo que cualquiera de nosotros en un año. Reconozcámoslo, es duro contemplar el triunfo de la estulticia y la ruina de la cultura.

El fútbol provoca sentimientos... En fin, salta a la vista que esto no es bueno.

Pero ¿cuántos como él habrán salido de la Masía, creyendo que iban a ser estrellas del balompié y no lo han sido, finalmente? ¿Cuántos niños tienen que sufrir para ver triunfar a uno sólo? Esos fracasados, a docenas, ahora van por el mundo con la formación de Messi y la herencia de una infancia desperdiciada. Encima, el club se salta las reglas de la Federación Internacional de Fútbol para proteger los derechos de los menores, y no es que niegue saltárselas, sino que públicamente dice que tiene derecho a ello.

Pues ¿qué quieren que les diga? ¿No les cierran el club? Qué lástima. ¿Que también lo hacen los demás? Pues, que también cierren los demás clubes. Ahí no tengo manías. Que los cierren.

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