No vayan a llamarla mediática


Nada le gustaría más a un escritor que vivir de sus libros; mejor si cómodamente y sin problemas. Que le reconozcan a uno su oficio y su buen hacer también sirve para sobrellevar las penas. Algunos confunden esto con la fama, que no es lo mismo. 

En nuestro país, la fama es muchas veces inconveniente. En primer lugar, porque la envidia nos define; del famoso esperamos la ruina y su éxito nos retuerce los higadillos. En segundo lugar, el famoseo se ha convertido en la fórmula del éxito de la mezquindad, la mediocridad y la estulticia.

De ahí que quien ejerce de famoso en este país lo tenga crudo para demostrar que sabe escribir un buen libro, sea de ensayo o ficción. ¡Qué digo un libro! La mayoría de periodistas que ejercen de tertulianos noche y día, a todas horas, escriben columnas en la sección de Opinión de los diarios que son más malas que buenas. Hay tantos ejemplos que les dejo escoger el que prefieran.

Generalmente, si uno es carne de programas de famoseo o de tertulias radiotelevisivas, será mediático, y más mediático cuanto más insistente sea su presencia en todas partes. Si alguno que sale en televisión escribe un libro, tanto da que sea burro, será un autor mediático, pero a estos periodistas de tertulia, sofistas de pacotilla y demás sentadores de cátedra y formadores de opinión a sueldo, les duele en las tripas que alguien los llame mediáticos.

Me confió una persona que vive de los libros que pasar por escritor y ejercer de famoso a la vez es algo difícil. Me puso ejemplos, con nombre y apellidos. Preguntarse si uno vende libros porque es famoso o porque escribe bien es una duda corroe el amor propio y amarga las digestiones de muchos autores mediáticos. Sospechan que si no fueran mediáticos, no venderían un rosco. La mayor parte de las veces, tienen razón.

Sin embargo, algunos escritores mediáticos han merecido la consideración de críticos y lectores por sus libros, estrictamente por sus libros. Se trata de personas inteligentes que escriben bien, que distinguen su carrera literaria del espectáculo televisivo y no se ofenden por lo que es evidente, que venden más por salir en televisión. Otros, en cambio, pillan berrinches tremebundos si alguien insinúa su mediaticidad.


Tal es el caso de doña Pilar Rahola. El año pasado publicó El carrer de l'Embut (ed. Magrana), su primera novela. Quizá tenga algún mérito, no lo sé, no pienso leerla, pero le pilló una rabieta de aquí te espero cuando los libreros catalanes publicaron las ventas de libros del Sant Jordi. Doña Pilar no aparecía en la lista de escritores, pero aparecía en la lista de autores mediáticos. Sus invectivas contra el gremio de los libreros han pasado a la historia (véase, por ejemplo, aquí), pero su novela, no.

No era la primera vez que pinchaba en un Sant Jordi. En 2012 quiso aprovechar su condición mediática y se empleó a fondo. De acuerdo con su amigo, el inefable Josep Cuní, aprovechando el tirón de la radio y la televisión, ejerciendo de mediáticos en estado puro, engendraron En directe (ed. Rosa dels Vents).


La pareja pasaba por autora del texto, aunque ya en portada se añadía, bajo sus nombres, con la colaboración de Aurora Masip. Es decir, que hubo un negro que puso en orden, pulió y adecentó el texto, si no es que lo escribió directamente después de haber charlado un rato con los presuntos autores. ¿De qué va el libro? Es una entrevista de ellos a ellos mismos, un yo me lo guiso y yo me lo como mediático puro, donde hablan de los medios y lo estupendos que son, ellos y los medios.

Sé de buena tinta que las ventas quedaron muy por debajo de las expectativas y que los dos, él y ella, no hicieron una buena digestión de los veinte mil ejemplares vendidos (que para mí los quisiera). ¿Sólo veinte mil?, exclamaron al unísono. ¡Tendrían que haber sido más! A eso se le llama modestia.

Pero después del fiasco de 2012 y la polémica de 2013 ¿creen que hemos conseguido acallar la polémica libresca de doña Pilar? Ay, no la conocen. ¡Todo lo contrario! Este año, doña Pilar se ha empeñado en demostrar que ella no es una autora mediática. ¡De ninguna de las maneras! 

Para demostrarlo, ni firmará ni presentará ninguna novela ni ningún otro libro el día de Sant Jordi. ¡No me miren así! Eso es lo que dice, en todos los medios a su alcance, día y noche, ansiando que le pregunten por ello, sacando el tema si no le preguntan. No importa que este año no haya escrito ningún libro: ella se niega a firmar lo mismo. De tertulia en tertulia, de buena mañana hasta entrada la noche, argumentando que ella, de mediática, nada, sus gritos aturden al personal. ¿Mediática, yo? Pero ¿qué te has creído? Yo hago literatura, insiste. 

Así que vayan con cuidado, no vayan a llamarla mediática, que saca las uñas.

Ésta sí que es mediática. Prueba de ello es que vende más que doña Pilar.

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