¡Qué daño!



Si son aprensivos, no sigan leyendo.

El señor Piotr Pavlenski es... Bueno, unos dicen que es pintor, para abreviar, pero en los periódicos ingleses dicen que es un performance's artist. Es decir, un personaje que hace cosas y esas cosas pasan por arte en boca de los que dicen qué es arte y qué no. Ah, también es ruso.

El señor Pavlenski (otros escriben Pavlensky, aunque lo más correcto fonéticamente sería Páflenskyi) tiene 29 años y la manía de hacerse daño en sus performances. Pertenece a una joven generación de artistas rusos rebeldes e inconformistas, sumamente críticos con el poder (con Putin). Este grupo destaca por haber tomado de Occidente las manifestaciones artísticas más radicales.

En 2011, una banda femenina de punk-rock, The Pussy Riot (algo así como la Revuelta de los Conejitos, dicho en fino), tocó en la catedral de Moscú. Fueron acusadas de cosas feísimas (de blasfemia en adelante) y condenadas a prisión. Gentes de todo el mundo han protestado por la condena y la injusticia. Porque uno puede opinar que tocar punk-rock subido de tono en la catedral de Moscú no es de recibo, pero esa actuación no puede valer por diez años de trabajos forzados en Siberia, como es el caso. La tremenda censura y cafrería del gobierno ruso ha provocado muchas protestas dentro y fuera del país. 


El señor Pavlenski fue uno de los protestones. No se le ocurrió nada mejor que plantarse en las puertas del juzgado y coserse la boca. Han leído bien: se cosió la boca, literalmente. Así manifiesta su rechazo por la censura y protesta por el caso de The Pussy Riot


La autolesión de esta performance fue la menor cuando, el pasado mayo, frente a un edificio del gobierno en San Peterburgo, aparece el señor Pavlenski envuelto en alambre de espino, otra vez protestando contra Putin y compañía. Sacarlo de ahí fue todo un follón y no salió ileso de la aventura, ni mucho menos.

Este domingo, el señor Pavlenski ha sido ingresado en un hospital, por la puerta de urgencias. Tan pronto como lo curen de su lesión, la policía procederá a arrestarlo. El representante de la policía de Moscú ha dicho que la actuación del señor Pavlenski es lo menos que puede esperarse de un enfermo psíquico (cito textualmente).

Si no está mal de la cabeza, lo parece. El señor Pavlenski inició una performance titulada Fijación. Escogió el Día de la Policía, muy celebrado en Rusia, y como escenario, la Plaza Roja de Moscú, justo delante del Kremlin y el mausoleo de Lenin. 

Fijación era (cito) una metáfora de la apatía, indiferencia política y fatalismo de la sociedad actual rusa. Prosigue el manifiesto de la performance diciendo: No es la arbitrariedad de los cargos públicos lo que priva a la sociedad de su capacidad de actuar, sino la fijación en sus derrotas y pérdidas que nos clava cada vez con más fuerza a los adoquines del Kremlin, convirtiendo a las personas en estatuas que esperan resignadas a su destino.


Dicho y hecho. Pavlenski se desnuda, se sienta en el suelo, saca clavos y martillo y... Ay, duele decirlo. Va y se clava los testículos en el suelo, entre los adoquines de la plaza. Pam, pam, pam... Ahí queda, clavado, clavadito, mirándose los cojones (perdón), protestando y performanceando de manera tan curiosa y dolosa. 

La policía, en vez de dejarlo ahí, ha procedido a desclavarle los huevos del suelo de la plaza. Han tardado una hora y pico en sacarlo de ahí, porque han preferido no estirar del artista, sino de los clavos. Suponemos (ay, qué daño) que se habrá clavado sólo la piel del escroto, pero... En fin, no diré más, que me da cosa.

El señor Pavlenski ha conseguido pasar a la historia como el artista que otorgó un nuevo significado a la expresión ¡Estoy hasta los cojones del gobierno!

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