Tetas y economía, con perdón


Hugh Hefner, en 1960 (es el de la corbata).
Su negocio, vender la imagen más atractiva de la mujer posible.
Eso facilitó el estudio de Pettijohn y Jungeberg.

La noticia en un periódico me ha puesto sobre la pista. No cuenta nada nuevo, pero ahora he conseguido la referencia, un artículo del Personality and Social Psychology Bulletin, de septiembre de 2004, pp. 1186-1197, con el DOI: 10.1177/0146167204264078 y publicado por la Society for Personality and Social Psychology, Inc. El artículo se titula Playboy Playmate Curves: Changes in Facial and Body Feature Preferences Across Social and Economic Conditions y lo firman Terry F. Pettijohn II y Brian J. Jungeberg, del Mercyhurst College, en EE.UU. El artículo fue precedido por una conferencia en la 15.ª convención anual de la American Psychological Society en Atlanta, Georgia, EE.UU., en mayo de 2003. 

La investigación sobre el atractivo de las damas no es nueva y los autores lo reconocen. Pero esta vez han centrado su interés en las señoritas escogidas como Conejitas del Año, o Playmates of the Year, en los EE.UU. Los autores, en efecto, se han puesto las botas examinando las fotografías de estas mujeres y han pasado por guarros delante del resto de sus colegas en pos de un mejor y más completo conocimiento científico del comportamiento del macho humano, el varón heterosexual de ese animal que llamamos hombre.

¿Qué llama la atención del varón antes de arrojarse a la piscina?

Traduciré el sumario de su investigación, que se explicará mejor que yo.

En el pasado se han investigado los ideales de belleza y cómo estos ideales han cambiado a lo largo del tiempo. En este estudio, las características faciales y corporales de las Conejitas del Año de Playboy entre 1960 y 2000 han sido identificadas y analizadas para explorar su relación con los factores socioeconómicos de los EE.UU. La edad de las Conejitas del Año, sus principales medidas corporales y faciales se han relacionado con los índices que miden la crisis social y económica. Esta relación se ha mostrado coherente con las predicciones de la Hipótesis de Seguridad Ambiental: cuando las condiciones sociales y económicas eran difíciles, se seleccionaban las Conejitas del Año de más edad, más altas y pesadas, con culos y tetas más grandes, ojos más pequeños, una ratio entre las medida de la cadera y la cintura más grande, una ratio entre las medidas del busto y la cadera más pequeña y con unos índices de masa corporal más pequeños. Estos resultados sugieren que la seguridad ambiental podría influir en las percepciones y preferencias por las mujeres con ciertas características faciales y corporales.

Creo que no podría explicarme mejor. Les recomiendo que lean el estudio, porque es muy interesante. Al final de mis comentarios encontrarán un enlace para poder leerlo. Ustedes mismos.

Nos esforzamos en destapar los misterios de la belleza femenina.

Hay que considerar que existen diferencias entre varones y mujeres en estas preferencias y percepciones. Algunos experimentos en la década de los años noventa plantearon que las mujeres se veían gordas cuando los varones las veían muy apetecibles. Porque, en efecto, el estándar de belleza de la mujer entre los varones es más curvo (digámoslo así) que entre las mujeres. Los varones, por regla general, aprecian más las curvas y sus preferencias son más resistentes a las modas. Las mujeres, en cambio, siguen un estándar de belleza más variable y sometido a las influencias exteriores. 

Esto se cree que es así por razones evolutivas, que todavía rigen el comportamiento sexual del hombre. Así, los varones buscan preñar a las mujeres más sanas y las mujeres, varones que cuiden de sus hijos. El atractivo de un varón dependerá, por ejemplo, del período menstrual de la mujer. Si la mujer está en un momento fértil, preferirá un varón amable y cariñoso, un papá. El perfil del varón se endurece justo después de la menstruación, cuando la mujer prefiere un varón más sinvergüenza, para pasárselo bien. El varón, en cambio, es más simple y no está por sutilezas, pues va a lo suyo.

Esta Hipótesis de Seguridad Ambiental, que argumenta que la percepción de la belleza del sexo contrario dependerá de los factores que aseguren una buena reproducción, se ve ahora ampliada a factores que van más allá de la biología, y de eso va el estudio. El hombre se ve afectado por la economía y las relaciones sociales. El dinero proporciona belleza, en suma, y su presencia o ausencia hacen crecer el atractivo de tal o cual persona. Cuando van mal dadas, los varones prefieren mujeres grandes y curvas, mamás a las que agarrarse; si la cosa mejora, se agarran lo mismo, pero si pueden escoger, se irán con las jovencitas.

Los factores socioeconómicos influyen en la percepción de la belleza.
Si hubiera posado sentada sobre el capó de un 600...

Es curioso. Los cuerpos de las Conejitas del Año crecen o decrecen según la economía va mejor o peor, pero los rostros permanecen aproximadamente iguales. Los autores suponen que la naturaleza de las Conejitas del Año es tal que la belleza del cuerpo es lo que cuenta y que las medidas de pómulos, barbillas, etc., no tienen nada que hacer ante un par de buenos argumentos y un asiento como Dios manda. En cambio, en la búsqueda de la mujer más allá de las páginas centrales del Playboy, el varón prestará más atención a estas medidas.

Con todo, han descubierto una influencia de los factores socioeconómicos en el juicio del atractivo sexual mayor de lo que pensaban. Los pobres las prefieren gordas y los ricos, flacas, aunque existen muchas sutilezas que todavía escapan al juicio de los autores. Proponen realizar el estudio en otras culturas, en otros países, con otros indicadores socioeconómicos, etc. 

Lean el estudio en:

Aquí donde lo ven, haciendo ciencia.

Todavía da de qué hablar en la comunidad científica y ha merecido muchos elogios. Ahora, los científicos pueden recrearse tranquilamente con el Playboy sin levantar sospechas, por ejemplo.

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