Éxito y fracaso



Se han inscrito unas 400.000 personas. Entre 50.000 y 80.000 personas se han desplazado de uno a otro lugar de Cataluña en un número de autocares por determinar entre los 1.250 y los 1.500. En Barcelona, tenían que formar unas 30.000 personas, pero la cifra puede haberse doblado. Etcétera. 

Es innegable que la manifestación ha tenido éxito y ha reunido, en efecto, a todas esas 300.000 personas a lo largo de toda la zona litoral y prelitoral de la costa catalana y quizá se llegue, contándolas, a las 500.000. Se trata, sin duda, de la mayor manifestación política en la historia de España, ahora mismo. Seguimos lejos del millón (no me salen las cuentas), pero lo dicho está bien dicho y me siento personalmente apabullado. Entre otras cosas, porque ver desfilar a mucha gente con banderas es algo que me da grima.

Hasta aquí, el éxito, que es también fracaso. Qué está fallando para llegar hasta aquí. Se me ocurren muchas cosas. Algunas son circunstanciales y recientes: malos gobiernos en manos de malas personas, una crisis económica tremenda, una corrupción de la política (que va más allá de la corrupción económica)... Otras se han enquistado hace tiempo, y entre éstas desconocer los rudimentos de nuestro sistema político y dejarnos someter (es la palabra justa) por el populismo y la demagogia. Fíjense que no distingo entre los de aquí y los de allá, porque ni los de aquí ni los de allá merecen ser distinguidos. 

Quizá me mueva por lugares comunes, pero por algo son comunes. Como dijo mi estimable amigo filósofo, el mundo está regido por el azar y la estupidez. Qué mala suerte y cuánta estupidez se han combinado, en este caso. Considero objetivamente el caso y no puedo decir otra cosa: Hemos escogido a las peores personas en el peor momento, pues nuestros líderes son ejemplo e insignia de la estupidez. Y nosotros pasamos por listos, no diré más, por haberlos escogido.

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