Repartiendo banderitas


Véanme aquí a punto de partirme la crisma en la piscina. ¡Voy p'allá!

Estos días de bochorno veraniego, la gente se zambulle en las piscinas. En Barcelona, para competir en los Campeonatos Mundiales de Natación, que se celebran en la ciudad. Todo un honor y un presupuesto crecidito que corre a cargo del Ayuntamiento de Barcelona, del Gobierno de España y en mucha menor medida, de la Generalidad de Cataluña. Bueno, esto último es un decir, porque el Gobierno de los Mejores dijo que pondría cinco millones de euros para eso de la natación y resulta que no los ha puesto, que no ha pagado todavía. ¡Manda güevos...! Crece, una vez más, la deuda de la Generalidad de Cataluña con el Ayuntamiento de Barcelona y si te he visto, no me acuerdo.


Stand de los morosos.
Así, pues, se cuelgan las medallas sin poner un duro y encima tienen un stand en los cuarteles generales del campeonato mundial. No sé por qué ha de tener un stand en tal sitio la Secretaría General de Deporte de la Generalidad de Cataluña, que ni ha pagado ni pinta nada en los Campeonatos de Mundiales de Natación. Fíjense que ni siquiera ha subvencionado a los deportistas catalanes que salen a la piscina.

Bandera de la Societat Civil.
Las cuatro barras simbolizan el 4%.

Eso sí, reparten banderitas que pagamos usted y yo, con dinero público. Con el lema La natación por la independencia, le regalan a usted una banderita estrellada, llamada cubana, la que representó en su día a los (tristemente) famosos escamots de Estat Català, nuestras camisas pardas particulares y locales, convenientemente sepultadas en el olvido. Puestos a escoger banderitas, podrían haber escogido la del Estado del Ampurdán de la República Federal Española (lean Incerta glòria, de Sales, y verán por qué). Pero, en fin, también hay gentes que sacan al fresco las banderas españolas con la gallina, que viene a ser lo mismo. Pero ¡no con dinero público!

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