¡Ponga una vaca en su vida!



Se publica en algunos periódicos, a la chita callando. En internet, no en los grandes medios.

A poco que uno examine las cuentas echando mano de Eurostat (el servicio de estadísticas de la Unión Europea), se aprecia que la Comisión Europea gastará 1 euro con 26 céntimos por cada europeo menor de 28 años. Esa cantidad sirve para promover el empleo juvenil, pero también otros aspectos no menos importantes, como la educación, la salud o el ocio.

La cifra no da para muchas alegrías. Pero ¡no hay que desanimarse! Porque tiene remedio.

La misma Comisión Europea destinará 12 euros con 70 céntimos a cada vaca europea. Las vacas europeas tienen necesidades perentorias y urgentes: producen excedentes lácteos, no paran de rumiar, se tiran los pedos que provocan el efecto invernadero, aun siendo vacas tienen una vida muy perra y tan mal están que no dicen ni mu. Las más, acaban en el matadero.

De entrada, puede parecer ofensivo que una vaca reciba diez veces más subvenciones que un joven europeo, pero no es exactamente así. Si se calculan a peso, las subvenciones que recibe una vaca son de 3 céntimos por kg y las que recibe un joven, 2 céntimos por kg. Ahora conviene que piensen ustedes un poco y se pregunten de qué están hechas las hamburguesas, por ejemplo. Por lo tanto, que la Comisión Europea invierta 3 céntimos por kg de carne y leche vacuna tiene una justificación, pero ¿qué hacemos de la carne joven? Lujuria aparte, quiero decir. Nada.

Pese a esta razonadísima justificación, prosiguen las quejas y denuncias. Quizá por eso la Comisión Europea está estudiando ejecutar el programa ¡Ponga una vaca en su vida! No se trata de una campaña de promoción de la familia y el matrimonio, sino de una estrategia destinada a mejorar la vida de los jóvenes.

¡Ponga una vaca en su vida! pretende que cada joven europeo apadrine una vaca. Es más, sería bueno que se ocupara de ella, que la ordeñara, la acariciara, le dijera cosas bonitas al oído. El tándem vaca-joven podría hacerse con la generosa suma de 13 euros con 96 céntimos y todos saldrían ganando. En primer lugar, las vacas, que disfrutarían del cuidado atento de jóvenes entregados a la causa bovina. En segundo lugar, los jóvenes, que aprenderían a establecer lazos afectivos y conocerían el verdadero sentido del trabajo y la responsabilidad, al tiempo que se beneficiarían de más ayudas públicas. ¡No está mal!

Así, pues, ¡ponga una vaca en su vida!

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