El persistente atractivo del nacionalismo (y otros escritos)



Pepitas de calabaza Ediciones es una nueva editorial que, en su sitio web, dice apostar por (cito) la crítica social, radical y sincera. Apuesta por emplear la narrativa y el ensayo y también (vuelvo a citar) hemos buscado hacer del libro un objeto, además de iluminador, cómodo y bello. A fe mía que esto último lo han conseguido, pues El persistente atractivo del nacionalismo (y otros escritos) de Fredy Perlman, traducido por Federico Corriente, está muy bien publicado.

Fredy Perlman es un autor prácticamente desconocido en España. The Continuing Appeal of Nationalism es una de sus obras más famosas, pero se ganó la fama con Against His-Story, Against Leviathan!, algo así como ¡Contra los cuentos del Leviatán!, si me permiten una traducción libre de un juego de palabras. Ésta es una de las obras que se encuentra en las raíces del anarquismo postizquierdista (sic) y el anarco-primitivismo (sic). Otra manera de decir lo mismo es que ha sido uno de los mayores inspiradores de la perspectiva contraria a la civilización (sic) del anarquismo contemporáneo, una perspectiva que unos han bautizado Anarquismo Verde. Tela, pues, con el caballero.

Perlman se negó a ser clasificado como marxista, anarquista, postizquierdista o loqueseaista. Yo sólo soy violoncelista, dijo una vez (es cierto, tocaba muy bien). Huyó de las etiquetas toda su vida hasta que murió en 1985, pero no hay manera de negar que su pensamiento era de izquierdas, o de por ahí. De derechas no era, seguro. Tuvo una agitada vida universitaria, se doctoró y cursó varias carreras, fue profesor en varias universidades de mucho prestigio y fundó revistas como (traduzco los títulos) Rojo y Negro o El Quinto Poder.

En 1984, Perlman escribió The Continuing Appeal of Nationalism. Se pregunta por qué persiste el nacionalismo después de las dos guerras mundiales, del fin del colonialismo, etcétera. ¿Por qué continúa teniendo éxito?

Perlman dice lo que es evidente: cualquier sistema político que aspire a controlar tanto la naturaleza como a las personas que viven en ella, con independencia de su origen, apelará al nacionalismo, porque es el sistema que permitirá la acumulación primigenia de capital necesaria para el desarrollo capitalista que someterá al medio y a la sociedad. Pero ¿cómo?

Despojando al Otro, tanto de sus tierras como de sus costumbres, sus derechos, su vida o su cultura. Cualquier pueblo oprimido aspirará a ser opresor, aplicará los mismos métodos que se han aplicado contra él (quizá con más inquina o con medios más modernos y eficaces). El capitalismo, pero también cualquier otra tiranía que aspire a alienar a las personas de su identidad personal y pretenda convertirlas en piezas de una maquinaria que alimente al Estado y las Empresas, tendrá que emplear el nacionalismo, tarde o temprano, y mejor antes que después.

Hay que considerar que Perlman mete en un mismo saco a los nacionalsocialismos y a los socialismos nacionalistas, que compara con una suerte de supercapitalistas desacomplejados. Hay que leerlo para entenderlo, pero creo que pillan ustedes la idea.

Dirá: El nacionalismo se adaptaba tan perfectamente a la doble misión de domesticar a los trabajadores y despojar a los extranjeros que atrajo a todo el mundo, es decir, a todo aquel que detentara o deseara detentar una porción de capital.

También afirma que el nacionalismo no surge de las lenguas, costumbres o historias diversas de diversas gentes, sino que éstas lenguas, costumbres e historias serán manipuladas y seleccionadas para convertirse en instrumento del nacionalismo.

Perlman murió al año siguiente, por culpa de unos problemas cardíacos que llevaba arrastrando hacía tiempo. Dejó un legado un tanto caótico (era anarquista, no podía esperarse menos de él), pero muy importante para el pensamiento radical contemporáneo.

Los otros dos ensayos que acompañan a éste son igualmente famosos e influyentes. En El antisemitismo y el pogromo de Beirut (1983) denuncia el antisemitismo de Israel de manera que denuncia a todo quisque (escribe en los EE.UU.) por su natural hipocresía. Apunta a lo que luego dirá en The Continuing Appeal of Nationalism, que ser víctima de un nacionalismo no le impide a uno convertirse a su vez, así que tiene la oportunidad, en verdugo nacionalista y aplicar con más saña si cabe el ideario tiránico de la identidad nacional.

El tercer ensayo, La reproducción de la vida cotidiana, es mucho más temprano (1968). Pero apunta hacia los mecanismos que permiten mantener la situación de sumisión al Leviatán del capital y la civilización industrial, los ladrillos de la identidad nacional.

Quien haya leído hasta aquí se habrá llevado las manos a la cabeza. ¡Qué cosas de leer! ¿Te has vuelto majareta, Luis? Pero ¿por qué no leerlas? No hay que creérselas, hay que criticarlas y reconocer lo bueno y lo malo que hay en ellas. No comparto la ideología del señor Perlman, pero hay que ver cómo mete el dedo en la llaga de los orígenes del nacionalismo, es impresionante.

¿Les recomiendo este libro? Pues, no sabría decirles. Es preciso tener inteligencia y haberla empleado alguna vez (creo que no es mi caso, porque si lo fuera, no habría dicho tal cosa). Exige saber leer y saber pensar, haber leído antes y reflexionar después, comparar y juzgar, intentar comprender a alguien que no piensa como uno y por qué emplea esos argumentos y no otros, etcétera. ¡Qué les voy a contar!

Más en:

No hay comentarios:

Publicar un comentario