Sobre el comisariado del Centenario Espriu


Salvador Espriu, poeta y escritor.

Gregorio Morán, un gran periodista, escribe un artículo de fondo cada sábado en La Vanguardia, en una sección propia, desde hace veinticinco años, las Sabatinas Intempestivas. ¡Muchas felicidades! Y muchas gracias, señor Morán.

Pero me provoca pasmo y enojo que La Vanguardia no publique los artículos de don Gregorio en su sitio web. Parece que no existan. Sólo si uno acude a otros lugares en internet (http://www.caffereggio.es/, por ejemplo) puede leer las Sabatinas Intempestivas, que son, muchas veces, la mejor lectura del fin de semana.

Después de felicitar al periodista, vayamos a lo que escribió el pasado 6 de abril: Evocaciones tardías. Espriu. Soy de los que piensa que Espriu merece mejor suerte de la que ha tenido y como el texto ensalza y retrata a uno de los más grandes escritores y poetas que parió España en el siglo XX, me dejó un buen sabor de boca.

Ahora bien, me permito copiar el final de este artículo y dárselo a leer a ustedes, para darles un poco en qué pensar.

[...]Siempre consideré a Espriu el último gran escritor de la cultura catalana. Luego vinieron oleadas de trepadores, una generación de pitufos que aún se conserva, y ese barniz oloroso de las subvenciones para genios en potencia.

El más sentido artículo que yo recuerdo exigiendo el premio Nobel para Salvador Espriu apareció en una revista que se llamaba Cuadernos para el Diálogo y lo firmaba Pedro Altares, en marzo de 1968. Gracias a Joan de Sagarra me entero que ha sido designado un tal Bru de Sala como comisario del centenario Espriu. No podían haber escogido a un tipo más representativo de todo aquello que un intelectual como Salvador Espriu hubiera despreciado. Lo de menos, digámoslo en tono aristocrático, es que facture por 6.883 euros al mes, y durante año y medio, a costa del quebrado erario público catalán; una desvergüenza elogiada por los pitufos. Me cuesta imaginar a Salvador Espriu ante esta fauna. Recitarles el Càntic en el temple sonaría a sarcasmo.

Por Gregorio Morán, en La Vanguardia (6 de abril de 2013).

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