El sildenafilo y los gordos


Citrato de sildenafilo en envase comercial.

Se vende como citrato de sildenafilo, pero se conoce con el nombre de tigre en sánscrito, viaghra, que ha inspirado su nombre comercial, Viagra (patentado por Pfizer). Lo diseñaron para combatir la hipertensión arterial y las anginas de pecho, pero en las pruebas clínicas descubrieron que tenía un efecto imprevisto: a los pacientes varones sexualmente excitados que habían tomado la pastillita se les ponía la... En fin, que podía servir para combatir la disfunción eréctil y de ahí a la fama.

Como es un potente vasodilatador, tiene otros usos médicos. En particular, los compuestos activos del citrato de sildenafilo actúan selectivamente en el pene y los pulmones, y su acción en estos últimos se considera muy interesante. Pero ahora, vaya por Dios, existen sospechas sobre los posibles efectos del sildenafilo sobre la obesidad.

Las ratas de laboratorio que han tomado sildenafilo, aparte de mostrar urgencias sexuales diversas, tienen una curiosa resistencia a la obesidad. Alimentadas con una dieta rica en grasas, engordan menos que las demás. El hecho había sido descrito varias veces, incluso cuantificado, pero no ha sido hasta ahora que ha sido analizado concienzudamente por médicos y biólogos.

El profesor y doctor Alexander Pfeifer, que también es director del Instituto de Farmacología y Toxicología de la Universidad de Bonn, está muy ilusionado con los efectos del sildenafilo en las ratas de laboratorio. Uno creería que las ratas que han ingerido sildenafilo no engordan porque están todo el día dale que te pego, en sus cosas, ya me entienden, por aliviarse, pero resulta que no, que no es eso, que es otra cosa.

El sildenafilo dificulta la acumulación de la grasa blanca al prevenir la degradación de la guanosina ciclo-mono-fosfato (cGMP), que no sé si la he escrito bien. Dígase que se entienda: se frena el crecimiento de la barriga y la grasa en el cuerpo se quema antes, no se acumula tanta y hace menos daño al organismo porque se asimila y diluye mucho más rápido. Que el sildenafilo pueda ser útil para combatir la obesidad es una buena noticia, especialmente para los fabricantes de sildenafilo.

Rata macho de laboratorio con urgencias provocadas por el sildenafilo.
Observen su mirada lujuriosa y lasciva, y su predisposición a pillar hembra.
Observen, además, que no tiene barriga.

Los investigadores del PharmaCenter de la Universidad de Bonn, del Instituto Federal Alemán de Medicamentos y Productos Sanitarios (BfArM) y del Instituto Max Planck para la Investigación del Corazón y Pulmón son, pues, investigadores felices. Porque las mismas razones que impiden la acumulación de lípidos reducen la posibilidad de padecer otras enfermedades del sistema cardiovascular.

Queda mucho por ver y los investigadores alemanes no han investigado muchos de los posibles efectos secundarios del tratamiento. Luego habrá que comprobar si funciona en seres humanos, etcétera. Pero asoma por el fondo el reto de la industria farmacéutica del futuro: ya hay más de mil millones de obesos en todo el mundo, y más que habrá.

En efecto, hay más gordos sobre la faz de la Tierra que personas que mueren de hambre. En números absolutos y relativos, el hambre decrece y la obesidad aumenta desde hace muchos años. (Con una salvedad: en los países más ricos crecen hambre y obesidad a la vez.) Combatir la obesidad será el gran reto médido de los próximos años y si el sildenafilo funciona... Imagínense millones y millones de gordos que logran combatir la acumulación de grasa mediante el sildenafilo, pero que ¡ay! sufren a cambio urgencias fisiológicas del bajo vientre.

Millones y millones de gordos reconvertidos en salidos pueden suponer miles de millones de beneficios en la industria de los productos anticonceptivos. El negocio puede ser fabuloso.

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