Paradojas de trabajar en casa


Las nuevas tecnologías permiten trabajar en casa.

Las nuevas tecnologías permiten lo que hace unos años parecía impensable: trabajar en una empresa sin moverse de casa. No es eso de llevarse los deberes a casa y fastidiar el ambiente familiar con esas cuentas que no salen, sino quedarse en casa para no ir a la oficina. Convertir casa en oficina. Cambiar la corbata por las zapatillas y el pijama. Prescindir de horarios, ahorrarse la humillación del transporte público, las soporíferas e inútiles reuniones de trabajo. Etcétera.

En los EE.UU., trabajar desde casa ha sido una opción bien acogida. Uno de cada cuatro trabajadores (la mayoría, de cuello blanco) han trabajado o trabajan algunas horas a la semana desde casa. En 2005, uno de cada tres empresarios toleraba que sus trabajadores no fueran a la oficina; el año pasado, dos de cada tres empresarios era favorable a esta idea, y daba facilidades a sus trabajadores para que abandonaran la oficina. ¿Por qué esta opción ha ganado tantos adeptos?

Una opción para las madres que no siempre gusta a los hijos.

En primer lugar, las mujeres recién madres pueden trabajar sin tener que separarse del recién nacido. Me dirán que a los empresarios les importa un comino esta separación y les da un ardite la conciliación de la vida privada y la profesional, y les daré la razón, pero al permitir trabajar desde casa sale más barato contratar a una mujer, y ésta rinde más en su edad fértil. Al final, todo son dólares.

No ver al jefe, una de las razones para trabajar en casa.

En segundo lugar, los trabajadores, independientemente de su sexo, quieren verse libres de algunas de sus obligaciones sociales, especialmente con sus jefes, que suelen ser estúpidos e ignorantes. No lo digo yo, sino que es la opinión mayoritaria de los trabajadores en todas las encuestas. En casa se libran de semejante martirio. Me dirán que a los empresarios les da lo mismo caer bien que mal, y les volveré a dar la razón, pero hay que añadir que el sueño de la mayoría de los jefes es conseguir un rebaño de empleados que no discutan las órdenes y a los que poder culpar si algo sale mal, y eso se consigue si trabajan separados entre sí, puesto que será más fácil que obedezcan y más difícil que se unan y pongan de acuerdo en contra de uno.

En tercer lugar, el empresario ahorra espacio en sus oficinas, como ahorra también en material y otros gastos. Es un argumento razonable.

Trabajar en casa mejora notablemente la productividad.

Será en cuarto lugar, pero será la razón más importante de todas: el empleado que trabaja en casa produce más que el empleado que trabaja en la oficina.

La productividad se incrementa de manera significativa. El trabajo en casa, contrariamente a lo que se piensa, es más esclavo y más frío. Si no se cumple un plazo en la oficina, puede comprenderse por qué y solventarse el problema; si un trabajador al que no se le ve el pelo ni se le conoce más que por el correo electrónico incumple un plazo, se le echa y se pilla otro. Trabajará a destajo, sin cobrar horas extras.

Por eso tantos empresarios animan a sus empleados a trabajar en sus casas. ¿Acaso creían que lo hacían por hacernos un favor?

En éstas, ha surgido un debate muy encendido en las empresas americanas. Es cierto, el trabajo desde casa incrementa la productividad. Pero no es menos cierto que ahoga la creatividad y la innovación.

Máquina de innovar, los prodigiosos efectos de los chismes con cafeína.

Las conversaciones con los compañeros, las sempiternas quejas sobre la gestión del jefe delante de una taza de café, en general todo lo que es informal entre oficinistas es el motor del cambio, el progreso y la innovación, dicen. Además, el trabajo es de mejor calidad: lo que se hace, se hace mejor; quien lo hace, lo hace más a gusto. Se trabaja y reacciona más rápido en una situación de urgencia o crisis, que no se aprecia ni tan urgente ni tan crítica desde casa. Tener un compañero a mano reduce la depresión y el desánimo y da más confianza para hacer cosas que no se han hecho antes.

En una oficina, hay cosas que se harán sin necesidad de que nadie ordene hacerlas, o que se harán aunque se haya ordenado no hacerlas. ¿Por qué creen, si no, que todavía funciona la Administración Pública, con estos políticos que tenemos al mando? Ahora bien, quien esté en casa sólo hará lo que le digan que hay que hacer, y por eso es impensable una Administración Pública con empleados públicos que no vayan a la oficina. Sería una pesadilla.

Trabajar en casa provoca tensión.
En la fotografía, trabajadora en casa a punto de arrojar un recipiente con ácido sobre el ordenador de la empresa, después de una transmisión fallida de datos.

El trabajo en casa provoca tensión en las relaciones familiares, diluye la barrera entre la vida privada y la vida profesional, coarta la libertad del empleado y es más fácil que provoque problemas de ansiedad o depresión.

El debate entre los partidarios y los detractores del trabajo en casa ha surgido con mucha fuerza en los EE.UU., porque algunas grandes empresas de servicios han empezado a poner palos a las ruedas del trabajo en casa.

Se quejan de ello especialmente las mujeres, que tendrán que escoger otra vez entre una carrera maternal y una profesional; se quejan los oficinistas con jefes imbéciles, que son legión; se quejan algunos jefes, que volverán a verse las caras con sus subordinados. Pero aplauden la idea los fabricantes de máquinas expendedoras de café y bollos y una muchedumbre de trabajadores que ahora llaman innovar a poner de vuelta y media a sus jefes en una conversación de pasillo.

Dejo el debate a su discreción.

Adivina adivinanza:
¿Trabaja en casa o es un funcionario en época de recortes?

1 comentario:

  1. blog cojonudo, felicidades...llegué buscando información sobre pistolas de ciclista y me he quedado leyendo más cosas

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