El proyecto Aspirina

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, los aviadores alemanes llevaban encima magníficos relojes cronómetros diseñados expresamente para tres categorías de tripulantes: pilotos (que también llevaban cronógrafos), navegantes y técnicos de radio. No se tomaban el asunto a broma, todo lo contrario. Pusieron muchísimo cuidado en disponer de los relojes más precisos.

Tenían una razón de peso para cuidar el detalle de los cronómetros. La Luftwaffe había crecido hasta disponer de miles de aparatos de bombardeo, pero no había ni tiempo ni medios para entrenar a tantos tripulantes como eran necesarios. Así que idearon un sistema de navegación muy simple basado en los relojes.

Habían reunido los relojes más precisos del momento en Hamburgo (unos finísimos y hermosos relojes de péndulo) y desde ahí radiaban la señal horaria a todas las bases aéreas de la marina y la fuerza aérea. En cada base aérea, se ponía en hora un cronómetro de precisión, que solía ser un A. Lange & Sohne o un Wempe, y en las estaciones de radio y de radar de la fuerza aérea, también, aunque en estos casos los relojes solían ser Junghans o Kienzle. Estas estaciones de radio y radar no eran fijas. Estas unidades que emitían señales horarias con una determinada periodicidad se llamaban Knickebein.

Cuando se preparaba la misión, se oía aquello de: Caballeros, pongan en hora sus relojes. Los tripulantes se ponían a ello tomando como referencia el cronómetro de la base. Los navegantes llevaban encima los llamados B-uhr (de Beobachtungs-uhr), sus relojes de observación, que solían ser de A. Lange & Sohne, International Watch Company (IWC), Laco, Stowa o Wempe; eran relojes de pulsera enormes, de 55 mm de diámetro. ¡Parecían despertadores! Tenían que ser así de grandes porque se abrochaban encima del mono de vuelo (que era muy grueso). Eran tremendamente precisos. También ponían en hora los relojes de la cabina del aeroplano, en su mayor parte Junghans, Kienzle o Schlenker. Luego, despegaban rumbo hacia el enemigo.

La base aérea y varias emisoras de radio emitían a la vez una señal horaria. El navegante consultaba su IWC y sabía con qué frecuencia se emitía la señal y a qué Knickebein pertenecía (cada estación tenía su propia clave en morse). Con un sencillo goniómetro descubría de qué dirección le llegaba una u otra señal. Con dos señales diferentes podía localizar su aeroplano muy fácilmente, estaba ahí donde se cruzaban dos líneas sobre el mapa. El trabajo del navegador era, ya ven, simple y resultaba muy fácil preparar a un recluta en estas artes. Además, permitía bombardear de noche (los relojes tenían manecillas fluorescentes).

Pero los británicos se dieron cuenta del método empleado por los alemanes al escuchar las señales de radio y pusieron manos a la obra para fastidiarles en lo posible. Como no podían bombardear los Knickebein (no eran emisoras fijas y hoy estaban aquí y mañana, allá), decidieron emitir señales falsas en la misma frecuencia que los alemanes, interferir sus comunicaciones y liarlo todo. El plan inglés fue llamado Aspirina (Aspirin).

Al principio, los británicos emitían señales al azar y no les iba muy bien. Luego descubrieron que los alemanes emitían las señales de guía con una determinada periodicidad. Así que los ingleses también sintonizaron sus relojes y comenzaron a emitir al mismo tiempo que los alemanes.

Los resultados fueron espectaculares. Mientras funcionó Aspirina, sólo un 20% de los bombarderos alemanes dejó caer sus bombas sobre el blanco asignado. Además, se perdían aeroplanos por falta de combustible o por errores en el rumbo de regreso a casa, porque los navegantes alemanes ya no podían calcular con precisión dónde demonios se habían metido. Así perdieron la segunda y definitiva fase de la Batalla de Inglaterra, la del bombardeo nocturno.

Meses después, los alemanes desarrollaron un nuevo sistema de navegación, el Equipo X, pero ésa es otra historia.

P.S.: Esta entrada ha sido editada por haber confundido en el texto original un cronómetro y un cronógrafo. Es que uno se equivoca más de lo que se cree. En fin... Un amable lector me ha avisado y se lo agradezco mucho.

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