Ser español cuesta 2.200 euros



La noticia me ha llamado la atención por el titular, que decía (y copio): A cada catalán le cuesta 2.200 euros ser español. Me cago en..., exclamé. ¡Ya han privatizado el Registro Civil! Qué p... manía de privatizarlo todo. Malditos canallas...

Pero, no, no habían privatizado (todavía) el Registro Civil. Eran las palabras del secretario de organización de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), la de las comisiones del Palau, el señor don Josep Rull. Las ha dicho este domingo, cuando ha inaugurado una campaña de propaganda que pretende (cito) convencer a cuatro mil militantes de Convergència de lo mucho que nos conviene tener la caja y la llave de la caja (la caixa i la clau de la caixa, en versión original).

Para los no iniciados en el catalán convergente, no hablaba de La Caixa. De ahí ya tienen la llave. La caixa es una expresión del dialecto botiguer (catalán burgués oriental de clase media o media alta) que ha incorporado CDC a su discurso mediante variaciones semánticas sutiles o no tan sutiles.

Así, en convergente, tener la caja, o la llave de la caja, o ambas cosas a la vez, quiere decir tener una hacienda pública propia, independiente de la española. De hecho, el lema de la campaña que anuncia el señor Rull es Ara hisenda pròpia (Ahora hacienda propia), sin coma, en el original. Los signos de puntuación serán cosa del españolismo, porque interrumpen el discurso.

¡Cómo se nota que CDC nada en la abundancia! Porque me cuesta creer que sea necesario hacer pedagogía (sic) entre los militantes del propio partido y convencer a cuatro mil de ellos de algo que estaba en el programa electoral desde el primer día y que votaron todos a la búlgara, diciendo que sí. Los que acudirán a los actos de la campaña estarán dispuestos a convencerse de lo que haga falta, sea lo que sea, con tal de estar cerquita de las comisiones, por si cae algo. No hacía falta tanta comedia para conseguir su aquiescencia, pero ¡cómo les gusta darse importancia...!

Con el pastón que costará el circo, se nota que en CDC tienen de sobra. ¡Lo que da un 3% bien administrado...!

El señor Rull, decía, argumenta la necesidad de un tesoro público no compartido con el resto de España asegurando que la diferencia entre lo que recaudan las administraciones públicas en Cataluña y lo que gastan luego aquí es de 16.400 millones de euros a favor de esas administraciones públicas. Esos miles de millones divididos entre el total de personas que viven en Cataluña salen a 2.200 euros por cabeza. Ergo, dice el señor Rull, ser español nos cuesta 2.200 euros. C'est voilà!

Es un argumento falaz. Es una mentira.

En primer lugar, porque un catalán paga los mismos impuestos que un gallego, por citar a cualquiera. Paga los mismos impuestos sobre la renta, el patrimonio y el valor añadido de los productos que consume. Las diferencias que existen entre ese hipotético gallego y ese catalán hipotético vienen de los impuestos municipales o de los impuestos que controla la propia Comunidad Autónoma. Es decir, que si un catalán paga más que un gallego por ser español es porque su ayuntamiento le cobra de más. O porque paga un euro más por receta.

Además, señor Rull, es mentira que ser español nos cueste 2.200 euros. Vaya usted sumando, si no me cree: IRPF, IVA, IBI, cánon del agua, tasas en la factura eléctrica, impuestos sobre combustibles, alcohol y tabaco, etc. ¡Eso es mucha pasta! ¡Ojalá ser español me costara sólo 2.200 euros al año! Firmaba ahora mismo.

Pero pongamos que sí, que nos cueste a los catalanes 2.200 euros de más el ser españoles. Aceptemos que eso sea malo, malísimo, y que justifique una independencia fiscal. Apliquemos el mismo método de cálculo y los mismos principios con más detalle.

Examinemos Cataluña provincia a provincia.

Un habitante de las provincias de Lleida, Tarragona o Girona es español y cobra de 1.000 a 2.000 euros por serlo. Los cobra, he dicho. Los recibe, de más. Porque el gasto de la Administración Pública en estas tres provincias es mayor, netamente mayor, que la recaudación. Es mayor en su totalidad o separando las recaudaciones y los gastos según se administren en Madrid o Barcelona. Salen ganando siempre.

En cambio, un habitante del Área Metropolitana de Barcelona paga muchísimos más impuestos, casi el doble, que cualquier otro catalán. ¿Y qué recibe a cambio?

Lo diré de otra manera. El 75% de los catalanes viven en la provincia de Barcelona y generan un 80% de la riqueza del país. En cambio, los gastos de la Generalidad de Cataluña en la provincia de Barcelona no superan el 54% del total. Contando que tres de cada cuatro euros en gasto público en Cataluña los administra directamente la Generalidad...

Por lo tanto, señor Rull, si cree que esos 2.200 euros por catalán son tan injustos, tendría que ser consecuente y exigir que los habitantes de Barcelona paguen muchos menos impuestos, o que la Generalidad de Cataluña abandone las inversiones improductivas en Tarragona, Lleida o Girona y gaste al menos el 80% de su presupuesto en Barcelona. Eso, señor Rull, pueden hacerlo ahora mismo, sin más dilación, y dar ejemplo de lo que usted predica. Si está en lo cierto, será para beneficio de todos, y no de unos cuantos. Si funciona con Barcelona, funcionará con Cataluña. ¡Adelante! ¡Ánimos!

Así, pues, ¡abajo el déficit de Barcelona! ¡Basta de pagarles la fiesta a esos gerundenses, leridanos y tarraconenses! ¡Se acabó vivir del cuento! ¡Fuera esas subvenciones agrícolas! ¡Las carreteras, para Barcelona! ¡El dinero, de quien lo gana! ¡Que trabajen de una vez! Además, que reformen la Ley Electoral de una puñetera vez, que da vergüenza. Consigan que el voto de un barcelonés valga lo mismo que el voto de uno de esos provincianos vividores.

¿A que no hay cojones, señor Rull? ¿A que no?

P.S.: La ilustración es el logotipo de la campaña. ¿Quién y cuánto cobró por él?

1 comentario:

  1. ¡Bravo, bravo y mil veces bravo!

    Lástima que los idiotas que te rodean, que no son pocos, no sepan o no quieran entender palabras tan cristalinas

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