La gripe A(sesina)



Quién más, quién menos, ha oído hablar de la gripe A. Al principio, como si fuera una cosa malísima; luego, casi con pitorreo. La gripe A (la ocasionada por un virus llamado H1N1 del tipo A) había sido una metedura de pata de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una conjura de las empresas farmacéuticas para quitarnos el dinero, una excusa cualquiera para poner en duda la eficacia de las vacunas...

Poco bueno puede decirse de muchas empresas farmacéuticas, y la gestión de la gripe A por parte de la OMS fue, como dijo alguno, manifiestamente memorable. Pero también podemos criticar el papel de los periodistas, que se pusieron como el Quico provocando alarmas, y no nos olvidemos de la cantidad de cantamañanas que sacaron provecho del momento: monjitas paranoicas, agoreros apocalípticos, antivacuneros peligrosos, adalides de lo alternativo y demás chusma.

Todo empezó cuando el 27 de abril de 2009 la OMS elevó el nivel de alerta de pandemia un punto (de 3 a 4) tras la rápida aparición de casos humanos de gripe debidos al nuevo virus H1N1 de tipo A, un híbrido de cepas humanas, aviares y porcinas, que había aparecido hacía poco en México. En medio de alarmas periodísticas, un día después la OMS publicó que México ya tenía 26 casos confirmados por pruebas de laboratorio, y siete muertos; en los EE.UU. no había muerto nadie, pero había 40 casos confirmados; también se habían confirmado casos en Canadá, el Reino Unido, España, Nueva Zelanda e Israel.

¡Pánico! Cuando, al final, resultó que la mayoría habíamos sobrevivido, del pánico nació la sorna, el desprecio y el terreno abonado a los cantamañanas. Ahora, con algo de perspectiva, nos tenemos que preguntar si la gripe A fue realmente peligrosa, si hicimos bien en lanzar campañas de vacunación y también preguntarnos qué salió mal.

La gripe normal mata preferentemente a personas mayores de 65 años. En cambio, un 80% de las víctimas de la gripe A son menores de 65 años; la mayoría, niños. Es decir, que la pérdida de esperanza de vida que provoca la gripe A es mucho mayor que la provocada por la gripe estacional. Ésta, la gripe estacional, mata cada año de 250.000 a 500.000 personas en todo el mundo. Las muertes se asocian, la mayor parte de las veces, a colapsos del sistema respiratorio o a fallos cardíacos. No es fácil discernir si algunas muertes han sido ocasionadas por la gripe, especialmente en ancianos, y la evolución de la mortalidad causada por la gripe se estima estadísticamente.

Veamos lo que ha ocurrido con la mortalidad de la gripe A. Entre abril de 2009 y agosto de 2010, se confirmaron 18.500 muertes en laboratorio a causa del virus H1N1 de tipo A. ¡Eso no es nada!, clamaba la prensa. ¡Ha sido todo un montaje para forrarse vendiendo vacunas! ¿Qué son 18.500 muertes frente al medio millón de una gripe como la de todos los años?

Sin embargo, muchos científicos creían que la cifra de muertos a causa de la gripe A H1N1 podía ser mucho más elevada. Algunos estudios locales o regionales de la epidemia se inclinaban a considerarla más peligrosa. Hoy, la ciencia médica se inclina ante las evidencias y considera que se subestimó su impacto y su peligrosidad.

Hace pocos días, diecinueve científicos de Europa, Asia, Oceanía, las dos Américas y África, especialistas en epidemias, salud pública, etc., han publicado un estudio conjunto en el que estiman que podrían haber muerto entre 151.700 y 575.400 personas a causa de la llamada gripe A durante los primeros doce meses de la pandemia.

El estudio parte de una evidencia: en algunos países pobres no hubo un registro exhaustivo de los casos de gripe A y no se distinguía entre una gripe y otra. Los científicos analizan los datos epidémicos de los países donde sí que hubo un control exhaustivo del virus y estudian su incidencia mortal a causa de problemas respiratorios o cardíacos. Observan que el virus mata más en unos países que en otros. Tendría que matar en todas partes por igual, o matar más donde la salud pública fuera peor, en los países más pobres. Pero resulta que no había sido así. ¡Caramba! Los investigadores lanzan una hipótesis: en estos países se ha confundido la gripe A con otra cosa, o sencillamente no se ha considerado.

Cuando analizan las muertes en estos países, descubren un incremento de las muertes cardiorrespiratorias. Un análisis estadístico afinadísimo propone el número de personas que deberían de haber muerto por determinadas causas y las que realmente murieron a causa de ellas. Se observa un patrón que coincide con la mortalidad prevista de haber actuado el virus de la gripe A en los países pobres como había actuado en los países ricos. Et voilà! Las hipótesis de los investigadores se sostienen cuando se comparan con otros estudios independientes a más pequeña escala.

Los autores sostienen que más de 200.000 muertes respiratorias y más de 83.000 muertes por insuficiencia cardíaca fueron ocasionadas por el H1N1. Eso, de media. Podrían ser más. En todo caso, siendo precavidos, el H1N1 fue quince veces (15) más mortal de lo que se creía hasta ahora, y no tuvo nada que envidiar a una gripe normal como mensajera de las Parcas. La mitad de las muertes se produjo en África y el Sudeste Asiático, donde un nuevo análisis estadístico es posible que descubra cifras de mortalidad más elevadas (es la sospecha de los investigadores). Lo peor del caso es que la pérdida en esperanza de vida del H1N1 ha sido tremenda, porque ha atacado a los más jóvenes.

No sé si han pillado el quid del asunto. Les dejo con el artículo.

Lo publica The Lancet Infectious Diseases, Early Online Publication, el 26 de junio de 2012. Su doi es 10.1016/S1473-3099(12)70121-4. Se titula Estimated global mortality associated with the first 12 months of 2009 pandemic influenza A H1N1 virus circulation: a modelling study.

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