¡La escritura está en peligro!

En Alemania tienen unos problemas... Fíjense que ahora Bild, un periódico de corte conservador, aunque dado a grandes aspavientos, ha iniciado una campaña en favor de la escritura. Bild, que con cuatro letras llena la primera página... En fin, créanme, ahora se pone a defender la escritura con ahínco. Su última portada dice, con grandes letras manuscritas (sic): Alarm! Handschrift stirbt aus!

En El Mundo recogen la noticia y se suman al escándalo. Traducen el titular tal que así: ¡Alarma! ¡La escritura manual se extingue! Pero Handschrift, en los diccionarios, se traduce simplemente como escritura. Tengo mis razones para suprimir manual y dejar solamente escritura. Si nada dice nada, por defecto, se supone que uno escribe un manuscrito; los mecanoscritos suelen especificarse, aunque cada vez menos.

Sea como fuere, los alemanes se llevan las manos a la cabeza porque la gente ya no escribe con lápices, bolígrafos, rotuladores o plumas estilográficas, sino con teclados y pantallas táctiles. Bild, que se pone melodramático, como si le hubieran pisado un callo, habla de una agonía de la escritura (de puño y letra) y avisa de la cantidad de aparatos electrónicos que escriben por nosotros. Afirma que ya comienzan a extenderse aparatos que escriben al dictado. ¡Pronto no sabremos ni cómo se coge un bolígrafo! Bild sostiene que uno de cada tres alemanes adultos hace seis meses que no escribe una línea a mano; si escribe, emplea teclados o dictáfonos. Mal asunto, se queja Bild, muy malo.

Para alarmar más todavía a la población tudesca, los llamados periodistas acuden al profesor Manfred Spitzer, director de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Ulm, un manicomio célebre. Herr Doktor sostiene que la escritura es un instrumento utilísimo para facilitar la coordinación y las habilidades manuales, y escribir es, además, un estímulo muy beneficioso de la actividad cerebral. La tésis del doctor Spitzer es que cuanto más escriba uno, menos tonto será, aunque nosotros conozcamos algunas excepciones. Sin ir más lejos, yo mismo.

Cuando el profesor Spitzer oye hablar de los aparatos electrónicos que escriben o realizan funciones a la orden dada en viva voz por su dueño, se lleva las manos a la cabeza y exclama que la estulticia se está adueñando de Alemania y se pregunta, ay, qué será de nosotros. Bild, feliz por haber dado con un drama para el verano, llora con Herr Doktor y publica las lágrimas.

¿Ocurre lo mismo en España? Véase. En los últimos seis meses uno de cada tres alemanes no ha escrito nada a mano; durante esos mismos seis meses, uno de cada tres españoles no ha escrito nada, ni a mano ni a máquina.

Total, para lo que hay que decir...

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