Las tribulaciones del profesor Malinowski (I)

Bronisław Kasper Malinowski, Malinowski para los amigos, fue un chavalín canijo, esmirriado y enfermizo. Con todo, era un buen estudiante. Tan bueno que, en 1908, se doctoró en Filosofía en Cracovia, y todo presagiaba que sería físico o matemático, es decir, una persona seria, hasta que leyó un tratado de antropología que le cayó en las manos y se torció.

En aquella época, la antropología todavía no era una disciplina científica, aunque se pretendía que lo fuera. El sistema colonial proporcionaba mucha información y los mejores antropólogos del momento eran ingleses, así que Malinowski fue a estudiar para agente de cambio y bolsa y economista en general a la London School of Economics, en 1910. Era una tapadera, porque entonces la antropología se enseñaba en la Facultad de Económicas. Así, por ejemplo, a través de documentos etnográficos recogidos y clasificados por Seligman y Westermarck, de los que ya nadie se acuerda, estudió los modelos de intercambio (económico) de los aborígenes australianos (las curvas de oferta y demanda, el precio y el valor de las cosas, etc.), haciendo pasar antropología por comercio.

En 1914, Malinowski se sumó a una expedición que organizaba un antropólogo llamado Marett, que lo llevaría a Nueva Guinea. Mientras tanto, para fastidiarle el viaje, un serbio tomó una Browning, le pegó de tiros al archiduque Fernando y señora y la lió bien gorda, porque una cosa llevó a la otra y antes de darnos cuenta, ya estábamos todos metidos en la Primera Guerra Mundial.

Como Malinowski era un súbdito del Imperio Austro-Húngaro, es decir, del enemigo, los australianos le pusieron la mano encima. Lo vieron tan canijo y despistado y tan ajeno a la guerra que no lo internaron en un campo de prisioneros, pero no le permitieron volver a casa. Podía (debía) quedarse en los alrededores de Nueva Guinea, le apeteciera o no, donde no había nada que hacer ni podía entrañar ningún peligro para los intereses británicos. Ya que ha venido a estudiar a los salvajes, que se harte de ellos, se dijeron.

Eso hizo Malinowski, hartarse de ellos.

2 comentarios:

  1. Hola Luis, aunque me parecen bastante ingeniosas tus opiniones al respecto de cosas tan variadas, la verdad es que encuentro mucho a faltar las referencias bibliográficas en las que basas tales críticas.

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    1. Leyendo al mismísimo Malinowski, por ejemplo, y algunos manuales de antropología. Se trata de la bibliografía básica. No digo nada que no sea muy fácil de encontrar.

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