La delegación del gobierno de Barcelona en Barcelona

Me voy a meter en un berenjenal; id est, en un tema polémico.

En 2012, la Administración General del Estado suma 118 embajadas, 182 consulados, 95 oficinas autonómicas, 37 cámaras de comercio y 15 centros culturales en el extranjero. Hay que añadir lo que gastan las Comunidades Autónomas en delegaciones del gobierno autonómico de turno y oficinas comerciales, que son 195 también en el extranjero. En 2011, cada una de estas oficinas costó, de media, más de dos millones de euros a todos los españoles. Muchas de estas oficinas (las delegaciones del gobierno autonómico de turno) son las llamadas, con sorna, embajadas.

De estas 195 oficinas en el extranjero, 54 son de la Generalidad de Cataluña (que nos cuestan más de 100 millones de euros al año, a ojo). Luego vienen las oficinas de los valencianos (23), los andaluces (22), los vascos y los asturianos (13), los gallegos y los murcianos (12), los madrileños (11), los canarios (8), los navarros y los castellano-leoneses (5), los extremeños (4), los baleares, los riojanos, los castellano-manchados y cántabros (2) y ninguna oficina de Ceuta o Melilla, pobres.

Uno no es nadie en España si no tiene una delegación en Bruselas. Ya puestos, Nueva York también mola. Etcétera. Todo nos hace pensar que pueden proponerse mecanismos que faciliten la presencia de funcionarios de las Comunidades Autónomas en el extranjero sin tener que gastar tanto dinero. Si todas las Comunidades Autónomas hicieran caja común, podrían alquilar entre todas un local en Bruselas de quítate p’allá, cosa fina, y nos saldría mucho más barato. Si además pudieran incluirse las sedes diplomáticas españolas, las del Ministerio de Asuntos Exteriores, nos ahorraríamos muchísimo más dinero.

Pero, no, nadie quiere (excepto Ceuta y Melilla), y el tema arrastra mucha polémica y mucho tópico. Los sucesivos gobiernos de la Generalidad de Cataluña, por ejemplo, no quieren ni oír hablar de cerrar embajadas. Al contrario, abren nuevas y cierran quirófanos, para compensar.

Aunque, me cuentan los periódicos, van a cerrar la Delegación de la Generalidad de Cataluña en Buenos Aires. ¡Quizá Brufau ha tenido algo que ver, después del feo asunto de YPF! Que cierre la oficina de la Generalidad de Cataluña en Argentina les hará ver que vamos muy en serio en este asunto, seguro que sí. ¡Se van a enterar de lo que vale un peine! Se estarán ensuciando en los pantalones, ahora mismo.

Son seis las delegaciones del Gobierno de la Generalidad de Cataluña en el extranjero: Berlín, Nueva York, Buenos Aires (la que cierra), París, Londres y Bruselas. Hay que sumar otra delegación en Perpiñán, Francia, y una en Madrid. Habiendo el Senado, el teléfono, el fax, internés, el puente aéreo, el AVE y el ínclito y calvo don José Antonio Duran i Lleida en la suite del Hotel Palace ¿es necesaria la Delegación del Gobierno de la Generalidad de Cataluña en Madrid? Me huelo que no mucho, pero ahí está. Nos cuesta unos 740.000 euros al año, más cinco mil euros y pico en plazas de aparcamiento y casi veinte mil euros en alquilar un apartamento que, aventuro, sirve para que las amiguitas de los personajes invitados prueben la botifarra amb mongetes.

Eh, que la lista no ha terminado. Hay que sumar: diez oficinas de promoción turística (Nueva York, Bruselas, Helsinki, París, Londres, Frankfurt, Milán, Moscú, Pekín y ¡otra vez Madrid!); treinta y cuatro sedes de ACC1Ó (una especie de oficina comercial) repartidas por todo el mundo; siete de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (en Nicaragua, Bolivia, Mozambique, Marruecos, Colombia, Ecuador y Guatemala); cinco delegaciones del Instituto Ramon Llull (en Alguer, Cerdeña, Italia, porque todavía hablan catalán, y en París, Nueva York, Londres y Berlín, donde no lo hablan y quizá por eso); cinco oficinas del Instituto Catalán de las Industrias Culturales, ICIC, en Bruselas, Berlín, Milán, París y Londres; etc. Ah, el Instituto Blanquerna, también en Madrid, que ya van tres sedes gubernamentales, algunas plazas de aparcamiento y un picadero en la capital. Sin embargo, los asturianos y los valencianos cerraron sus delegaciones en Madrid porque eran, cito textualmente, inútiles (será porque no tenían picadero, envidia, chincha y rabia).

El etcétera de las representaciones de Cataluña en el extranjero es larguísimo e incluye casas regionales, por ejemplo, en número superior al centenar, que no serán de titularidad pública, pero que están casi todas subvencionadas por el gobierno de Barcelona. Ni se sabe cuánto cuesta todo esto. En fin, que aquí tienen la lista que proporciona el sitio web de la Generalidad de Cataluña y ustedes mismos. También pueden consultar, si quieren, la Memoria de Arrendamientos y Compras de Inmuebles que acompaña los Presupuestos para 2012. Quita el hipo.

Podríamos discutir si tanto gasto es a) inútil, b) completamente inútil, c) solamente suntuario, d) si sirve para pagar favores a los amigos de los amigos, e) si sirve realmente para alguna cosa o f), que la dejo a discreción del lector. Pero mientras discutimos sobre ello, perdemos de vista el gasto verdaderamente, objetivamente, completamente inútil que tenemos delante mismo de nuestras narices. Les contaré.

Existen delegaciones del Gobierno y Servicios Territoriales de la Generalidad de Cataluña en varias ciudades catalanas. Véase en http://www.gencat.cat/generalitat/cat/guia/estructura/organsterrit.htm. Es normal que existan, y cumplen una función. Así, el ciudadano de Tortosa no hace falta que se desplace a Barcelona para entregar unos papeles. Bien.

Pero ¿es necesaria la Delegación del Gobierno de la Generalidad de Cataluña en Barcelona? ¿No es, dígase suavemente, una gilipollez que el gobierno de Barcelona tenga una delegación en Barcelona? Lo que es yo, no sé ustedes, lo encuentro de lo más absurdo.

Sepan que la Delegación del Gobierno de la Generalidad de Cataluña en Barcelona es un edificio que suma 6.872,90 metros cuadrados (palmo más o menos), depende de la Secretaría General de Gobernación y Relaciones Institucionales (de la licenciada Ortega, que trabaja un poco más arriba, en la misma calle), que está en Via Laietana, 14, y que nos cuesta cada año de alquiler 1.346.487,98 euros, más 51.696,83 euros para gastos del edificio sin especificar. Don Salvador Jorba i Nadal, un administrador de fincas titulado y miembro de UDC (como su jefa, la licenciada) es el delegado.

Pueden saber más aquí.
A mí me parece una burrada de gasto innecesario. La delegación del gobierno de Barcelona en Barcelona... Uf... Luego recortan en hospitales, la madre que los parió.

4 comentarios:

  1. ¿Para que sirve la delegación del gobierno español en Catalunya aparte de para colocar a amigos del gobierno central para que puedan ir al tenis a hacer pijadas o entregar medallas a la división azul, aparte de gastarse 900.000 euros anualmente solo en limpieza?

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    1. Las funciones de la Delegación del Gobierno en Cataluña se muestran en este documento: http://www.seap.minhap.gob.es/dms/es/publicaciones/centro_de_publicaciones_de_la_sgt/cartas_servicios/parrafo/0/text_es_files/CARTA-INTERNET-CATAL-cas-DEF.pdf

      En resumen, es como el gobernador civil de antes, con alguna atribución menos y alguna otra de más (por tener que coordinarse con la Generalidad de Cataluña).

      Servir para algo, sirve. Otra cosa es que sirva más o menos, mejor o peor, que podría salir más barato o hacer más cosas o discutir si podría organizarse todo de otra manera. También podría discutirse si los delegados escogidos son buenos o un desastre.

      Grosso modo, pienso que la Delegación del Gobierno es una figura necesaria, pero no sé juzgar si es ahora mismo efectiva o eficiente.

      Si juzgamos si un ente oficial sirve para algo por lo que gasta en servicios de limpieza o qué clase de personas ejercen el cargo de gestionarlo, tendríamos que cerrar la Delegación del Gobierno, el Ayuntamiento, la Generalidad de Cataluña, el F.C. Barcelona y hasta El cuaderno de Luis, si nos ponemos.

      Pero lo que yo cuestionaba, señor Anónimo, no era la Delegación del Gobierno (de España) en Cataluña, sino la verdadera función de la Delegación del Gobierno de la Generalidad de Cataluña en Barcelona, que ésa sí que es absurda se mire como se mire. Piense un poco y verá por qué.

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    2. Pues nosotros, la mayoria de catalanes, lo que cuestionamos abiertamiento es la función del estado español, que no necesitamos para nada, que es completamente absurda e inutil y que, además, se nos impone por la fuerza y en contra de nuestra voluntad.

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    3. La mayoría de los catalanes puede cuestionar abiertamente la función del Estado porque el Estado protege su derecho a cuestionar la función del Estado. A partir de ahí, hablamos.

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