Buzos suicidas japoneses (I)


En Occidente los conocemos como kamikazes, aunque lo correcto sería llamarlos Tokubetsu kogeki, o más comúnmente, Tokko. La traducción de Tokko sería Fuerza de ataque especial, y muy especial.

Las unidades Tokko más conocidas fueron los escuadrones de pilotos suicidas, que se lanzaban con un avión cargado de explosivos contra un buque enemigo, pero también hubo unidades Tokko de torpedistas, que se lanzaban a bordo de un torpedo contra la flota americana, hubo submarinos enanos, lanchas explosivas, tanques suicidas... La historia de los tanques suicidas la explicaremos otro día.

La táctica suicida más elemental la practicaba la infantería, aunque sin el auxilio de la organización Tokko. Un soldado cargaba su mochila de explosivos y así que asomaba un tanque enemigo, se arrojaba debajo de él. Algo más sofisticada era la táctica de sujetar una mina magnética Tipo 99 al extremo de una pértiga. Al otro extremo, el soldado japonés, que esperaba agazapado a que pasara un tanque por ahí cerca. Asomaba el tanque y saltaba el tipo a por él. Sujetaba la mina en el costado del tanque mientras estiraba del cordón que activaba el detonador. Las más de las veces, la explosión averiaba el tanque y provocaba algunas bajas, pero del soldado que había sujetado la pértiga no quedaba nada. A estas tácticas tan interesantes las llamaron Nikaku, abreviatura de mina humana.

Si funcionaba con los tanques, ¿por qué no iba a funcionar contra los buques de guerra?

Existen dos casos documentados de nadadores suicidas, los dos en las Filipinas. El primero de ellos fue un fiasco: los marineros de un buque de desembarco vieron a un japonés que nadaba hacia ellos más mal que bien, gritando insultos y amenazas. Lo tirotearon y de repente ¡pum! explotó. Por lo visto, llevaba al cuello un petardo que pretendía adherir al costado del buque y una bala le prendió fuego. En el segundo caso, vieron al nadador demasiado tarde, pues fue verlo y ¡pum! El explosivo dañó uno de los costados del buque, pero sólo provocó daños menores.

La Marina Imperial Japonesa pronto aprendió la lección: un nadador no puede llevar mucho peso a cuestas, porque se cansa, se hunde y se ahoga antes de llegar al barco. Además, como nada, se le ve llegar y pueden tirotearlo fácilmente. Dedujeron, tras mucho pensar, que sería muy diferente aproximarse al buque enemigo (atención) caminando por debajo del agua.

Así nacieron los Fukuryu, o buzos suicidas japoneses.

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