¡A mí la Legión! (II)

Lo que decía, que nunca han tenido tanto éxito las procesiones sadomasoquistas de Semana Santa. Desde que las promueve un estado laico... ¿No me creen? Fíjense en la tradición centenaria de las procesiones de Semana Santa de Mataró.

En 1984 se crea la Comisión de la Semana Santa de Mataró. Es decir, en el siglo pasado, porque, dicho así, parece que la tradición tiene su historia y viste más. La comisión no pudo organizar una procesión hasta 1986, cuando sacaron a pasear la imagen de la Oración en el Huerto de los Olivos (que guardaba un particular en su casa, y qué hacía ahí un paso es cosa de misterio) y un Santo Cristo que cedió la parroquia de San Martín de Teià, porque al cura le pareció una buena idea. Además, se sumó una pareja de la Guardia Civil en uniforme de gala, lo que hizo las delicias del público asistente. Lo de la pareja de la Guardia Civil no es cuento: léanlo en Setmana Santa de Mataró.

Curiosamente, la postura oficial de la Iglesia (católica) fue de franca oposición. Les dio por acusar de paganismo a los cofrades y hermanos. Requisaron el Santo Cristo que se atrevió a salir de paseo en la procesión laica. Allá está, en otra iglesia, en un exilio del que no se ha movido desde entonces, como si ese madero tuviera la culpa de todo. Los curas de Llavaneres prohibieron el desfile de los señores del capirote de Mataró, por laicos y comecuras, y uno por el otro el enfrentamiento fue a mayores y se enardecieron ambos bandos.

En 1987, nacieron varias cafrerías (cofradías, perdón) y hermandades más, que compraron pasos por su cuenta para sacarlos de paseo el Jueves y el Viernes Santo, dijera lo que dijera el Santo Padre y la madre que lo parió y con el permiso o sin el permiso del Ayuntamiento. En su mayoría, eran catalanes que tenían padres o abuelos andaluces, y era una cuestión de principios.

La procesión, ya bastante numerosa entonces, partía de una nave industrial en vez de partir de una iglesia, como corresponde a una procesión proletaria, laica y popular. Año tras año se sumaban pasos y más pasos, y los del capirote eran ya legión.

Como la cosa tenía tanto éxito, de ser un pique entre curas y cofradías de ateos paso a ser un asunto de la mayor transcendencia política. A tal punto llegó el frenesí procesional que la Santa Madre Iglesia cedió, y para que ceda la Iglesia... En 1990, el Consejo Arciprestal de Mataró (con el beneplácito del Arzobispado de Barcelona) tuvo que reconocer que las procesiones de Mataró eran, cito, actos de devoción cristiana. Toma ya, devoción cristiana... Ese año, las procesiones partieron el Viernes Santo de la plaza de Santa María con autorización eclesiástica, de la que hasta entonces no habían gozado. El evento fue celebrado como una victoria de la sociedad civil y el estado laico sobre el parecer de la Iglesia Católica, aunque en algún punto del relato creo yo que nos hemos confundido todos.

Pero ¡qué curioso! Fue justo a partir de entonces, a partir de 1990, que el número de cofradías y hermandades se estancó y no ha vuelto a aumentar. Mejor dicho, no han dejado que aumente. Ahora que las procesiones de Semana Santa de Mataró son cosa oficial, patrocinadas por los poderes públicos, bendecidas por la Iglesia y aplaudidas por los habitantes de la ciudad, enardecidos por semejante tradición centenaria (del siglo pasado, recuerden), un reducido grupo de hermanos y cofrades controla con mano de hierro quién desfila y quién no con qué santo y cuándo. Cómo corrompe el poder, cómo se pierde la memoria.

La relación de los nombres de las hermandades y cofradías de la Comisión de la Semana Santa de Mataró es la que sigue, y agárrense: los Armats de Mataró, la Cofradía de la Oración de Nuestro Señor en el Huerto [de los Olivos, aclaro], la Hermandad de Jesús Cautivo y Nuestra Señora de los Dolores, la Cofradía de la Coronación de Espinas, la Hermandad Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza, la Cofradía del Santo Cristo de la Agonía, la Cofradía del Santo Cristo de la Buena Muerte, la Cofradía del Santo Sepulcro, la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y la Cofradía de la Verónica. Además, estas agrupaciones invitan a representantes de otras cofradías o hermandades de cualquier parte del mundo mundial para que exhiban sus peculiares bailes populares con cirios y capirotes. El programa oficial recoge todas estas intervenciones públicas y las suma con regocijo y placer a lo que es, cito, una fiesta multicultural... digo... un acto de devoción cristiana.

Cuando se anunció que desfilaría la Hermandad de Antiguos Legionarios, y así aparece en el programa de fiestas, nadie prestó atención. Fíjense que podrían ser cualquiera, éstos. De manaies a Legionarios de Cristo, cualquiera.

Pues, resulta que cualquiera, cualquiera, no. Agárrense, que vienen risas.

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