Drogas de barrio

La ciencia es un pozo de sorpresas. Hace unos años, se perfeccionaron métodos para detectar cantidades pequeñísimas de sustancias disueltas en agua. Estamos hablando de nanogramos por litro, una burrada.

Si consultan la revista Science of the Total Enviroment descubrirán la importancia de estos métodos en el análisis de los problemas ambientales. Las concentraciones de metales pesados o de sustancias de tal o cual tipo permite establecer el riesgo de contaminación o la historia del impacto humano en el ambiente que nos rodea.

En el último número de esta revista, se presenta un proyecto del ICRA (Institut Català de Recerca de l’Aigua, o Instituto Catalán de Investigación del Agua), el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el Departamento de Ingeniería Geotécnica y Geociencias de la Universidad Politécnica de Cataluña. Los técnicos y científicos querían examinar el estado de los acuíferos de Barcelona, por si podían ser utilizados en caso de sequía. Examinando la calidad del agua (las muestras eran de 2010), buscaron toda clase de contaminantes y encontraron trazas de veintiún sustancias consideradas drogas ilegales o, como ahí las llaman, de abuso. Un festín.

Los científicos se han apresurado a decir que la cantidad de droga que flota en nuestras aguas subterráneas es completamente inofensiva. Si la homeopatía fuera cierta, ahora mismo estaríamos todos viendo elefantes rosas, pero afortunadamente el agua no tiene memoria, la homeopatía es una patraña y estas disoluciones sólo nos dicen que a los habitantes de Barcelona nos va el consumo de porquerías.

Es muy curioso, pero era previsible. Las drogas detectadas son diferentes según el barrio. En los barrios de gente bien (en el centro-derecha del Ensanche) los vecinos le dan a la cocaína. El éxtasis (una anfetamina) se da en la zona de discotecas del Paralelo. La metadona, en el extrarradio. En las barriadas del Besós hay de todo, una prueba más de que hay barrios desgraciados adonde va a parar toda la mierda de la ciudad sin que las autoridades hagan nada para remediarlo. Como ha dicho un periodista, hay clases hasta en los residuos.

Cuentan los científicos que han pillado incluso a un traficante que ha echado varios kilogramos de cocaína por el váter, quizá por miedo a ser pillado por la policía. No saben quién es, pero sí por dónde vive, y ahora sale en los periódicos. El traficante debe de estar maldiciendo la ciencia y la madre que la parió mientras se muda a otro barrio.

No se dice qué drogas se detectan en los acuíferos de la plaza de Sant Jaume. Qué pena, porque sentía curiosidad.

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