Despidos ideológicos, económicos y nulos

Cuando llegó CiU al poder, antes de calentar siquiera la silla, hizo correr la orden entre los nuevos cargos de los entes y las empresas públicas de reducir la masa salarial un 6% y el número de trabajadores en plantilla, un 5%, o viceversa. Se procedió con el tijeretazo a discreción. Hoy, comienzan a acumularse las sentencias judiciales que dicen que muchos de esos despidos fueron nulos.

Sin ir más lejos, tal ha sido el caso en el Servicio Meteorológico, el Instituto Cartográfico y en Forestal Catalana. Todas las sentencias coincidieron en una misma cosa: no puede argumentarse un despido por causas económicas en una empresa o ente público, pues las empresas públicas no tienen pérdidas, sino déficit, y su función no es la función de una empresa, obtener beneficios, sino satisfacer una función o un servicio público. Las empresas públicas no se rigen, ni pueden (ni deberían) regirse por la lógica del mercado.

Es tan elemental esto que dicen los jueces, es tan obvio, que sobran los comentarios. Es el ABC de la Administración Pública, pero los líderes patrios están emperrados en considerar la Administración Pública como una empresa... de su propiedad, uso y disfrute particular.

Hay más, en estas sentencias. Los jueces se despachan a gusto y los hay que dejan ir algún que otro sarcasmo.

Cuando juzgan la instrucción del Gobierno de reducir plantillas y masa salarial, dicen: La mencionada instrucción es insoportablemente abstracta y genérica. El juez que ha escrito esto añade que es un disparate (sic) obligar a una empresa pública a reducir su plantilla con un criterio lineal. Los despidos han de tener una razón objetiva y no vale toca despedir a tantos, porque lo diga yo o el muy honorable señor presidente.

El último caso conocido tiene enjundia. La Agencia Catalana de la Vivienda echó a la calle a quince empleados públicos con contrato laboral. Dos sentencias, una por doce trabajadores y otra por los tres restantes, declaran nulos estos despidos. La enjundia está en que los trabajadores acusaron a la empresa (a la Generalidad de Cataluña) de despedirlos por razones ideológicas. Porque se da el caso, damas y caballeros, que estos quince personajes eran todos de la comitiva de Iniciativa per Catalunya, IC-V, uno de los tres miembros del Tripartito, el que se quedó con el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda. Les faltó tiempo para repartir cargos entre los suyos cuando llegaron al poder.

Se hicieron los convergentes con el poder e hicieron limpieza. Eso creo que no lo discute nadie, pero una cosa es saberlo y darlo por cierto y otra, probarlo. Así lo expone el titular del Juzgado de lo Social número 26 de Barcelona. No existen pruebas de que fueran despedidos por razón de su ideología, concluye. Ahora bien, falla, como estos despidos se incluyen en las medidas de austeridad del nuevo Gobierno y se justifican por razones económicas, y tales razones no puede alegarlas la Administración Pública, los despidos de los iniciativos son nulos, y la Agencia Catalana de la Vivienda tendrá que devolverles el puesto de trabajo o indemnizarlos con cuarenta y cinco días de sueldo por año trabajado.

Dicho esto, el magistrado se despacha a gusto. En primer lugar, le toca recibir al Gobierno y a los nuevos directivos de la Agencia. Sostiene el juez que no se aporta un suficiente soporte probatorio de la situación económica de la Agencia. El despido no se justifica por causas objetivas, ni siquiera cuando se esgrime el sobredimensionamiento o la duplicidad de puestos de trabajo al mencionar la fusión con ADIGSA, otra empresa pública.

Luego le toca el turno a los trabajadores. Al juez no le consta como probado que fueran despedidos por simpatizar con IC-V, pero afirma textualmente que fueron en su día contratados por ello. Luego añade, y copio: Sorprende a este juzgador la proliferación de directivos en ADIGSA vinculados a ICV-EUiA, que tampoco es una formación política mayoritaria (la cuarta o quinta de Cataluña), con salarios especialmente elevados, prácticamente desconocidos entre el funcionariado, incluso con tareas públicas más relevantes. ¡Bravo! ¡Bien dicho! ¡Eso es llamar a las cosas por su nombre!

Ambas partes recurrirán esta última sentencia. Unos, porque creen que sí que pueden argumentar razones económicas; otros, porque insisten en la vulneración de sus derechos al ser expulsados por su simpatía política. Ya veremos.

Multas diabólicas

Larry Crowne es una comedia romántica, que es tanto como decir que es una porquería de película, predecible, sosa, cursi, insoportable. La protagonizan Tom Hanks y Julia Roberts, lo que demuestra, una vez más, que un nombre no garantiza la bondad de una película y que algunos actores, con tal de cobrar, se apuntan a un bodrio. A tal punto llegó el asunto que la Dirección General de Tráfico multó a Tripictures, la distribuidora de la película en España, con 30.000 euros, lo que no está nada mal.

Luego he sabido que la multa no tenía nada que ver con la insulsa comedia, sino con, citaré, la apología de conductas temerarias y de incumplimiento de las normas, que condena el artículo 52 de la Ley de Seguridad Vial. Por lo visto, la publicidad de la película retrata a los protagonistas subidos a una Vespa y sin casco. No sabemos si la cara de tontos que se les pone por corretear felices en la motopatineta y bien juntitos tiene que ver con la multa, aunque sospechamos que no fue una circunstancia atenuante.

Uno creería que esas cosas sólo pasan en Hollywood o en España, pero en Alemania, que es tan poco dada al humor fino, también ocurren cosas parecidas.

Don Uwe Hilsmann, un caballero alemán que vive afincado en Dormunt, ha denunciado a Su Santidad Benedicto Equis Uve Palito (Benito XVI), hoy monarca de la Ciudad del Vaticano y ayer Ratzinger y ciudadano alemán, por no respetar las normas de circulación... en público. Más concretamente, en su excursión al Estadio Olímpico de Berlín, ante setenta mil personas.

Se argumenta en los círculos católicos que el papamóvil (un Mercedes-Benz de la serie M adaptado) no circuló a más de cinco kilómetros por hora, pero el abogado del señor Hilsmann responde diciendo que, aún así, el cinturón era obligatorio.

Aquí hay gato encerrado, porque el abogado del señor Hilsmann se llama Johannes Sundermann, que, traducido literalmente, sería Juanito el Pecador. En la Ciudad del Vaticano, la coincidencia levanta rumores.

Don Baudilio, ACES, digo y Diego, o viceversa

La misión de la Asociación Catalana de Entidades de Salud, ACES, es, y copio, defender, promover y desarrollar los derechos y los intereses de los centros empresariales sanitarios privados en los ámbitos de la negociación de convenios laborales, de la política sanitaria vigente en cada momento, etc. Es el club de los dueños de los grandes hospitales privados en Cataluña. Para una asociación como ACES, una sanidad pública eficiente, de buena calidad, gratuita y universal es una mala, malísima noticia.

Se comprenderá que don Baudilio, a. Bío Ruiz, a. el Calvo de las Tijeras, conseller de Salut, sea el héroe de ACES. Por un lado, don Baudilio è un’uomo di onore, appartene alla famiglia, perchè fu capo della patronale delle mutue sanitarie private catalane, y no sé si me explico. Don Baudilio paga favor por favor, es de fiar, y seguro que tiene un futuro lleno de parabienes en alguna patronal sanitaria una vez se jubile de la política activa.

Los de ACES, pues, no se lo han pensado ni dos veces a la hora de invitarlo al Auditorio ESADE (¿cuál otro, si no?), para inaugurar un seminario que organizaban titulado: La sanidad en Cataluña en un escenario post-crisis (sic), que será, supongo, el escenario una vez Bío Ruiz se haya cargado la sanidad pública. Querían aplaudir su labor al frente de los tijeretazos, y damos fe que no les defraudó.

Porque va don Baudilio y dice, les juro que dice, lo que le convendría al sistema sanitario público español. Ahí es nada, con dos bien puestos. Seríamos partidarios de una póliza básica de obligado seguro para aquellos que tienen un determinado nivel de renta, va y dice. Es decir, que si usted ingresa más de tantos euros al año, se verá obligado a pagar un tanto de lo que gana a empresas privadas. Empresas socias de ACES, empresas de la Unión Catalana de Hospitales, de donde sale don Baudilio.

El público aplaude con pasión. Bravo, bravo, ¡bravo...! Porque a eso, en otra parte, se llama impuesto revolucionario, extorsión, racket, mordida o qué sé yo. Pero don Baudilio le llama un modelo asegurador diferente, y los aplausos no le dejan seguir.

Luego suelta que los hospitales privados tendrían que presentar un listado de las cosas que podrían hacer ellos, en vez de esperar que las hagan los hospitales públicos. A eso lo llama cooperar. En jerga ESADE, don Baudilio ha pedido poner en valor (sic) la contribución de las mutuas sanitarias privadas a la sanidad pública, que quiere decir, traduzco, lo que puedas hacer tú, no dejes que lo hagan los hospitales públicos y cobra una buena pasta por ello, para incrementar tus beneficios. Más aplausos.

Luego, como colofón de su verborrea, apunta que vivir peor no quiere decir vivir mal. ¡Qué cinismo tiene el hombre...! Vivir peor no quiere decir vivir mal... Lo cierto es que, siguiendo el modelo de don Baudilio, unos vivirán peor y otros, nada mal.

El rugido de los aplausos se ha elevado hasta la bóveda del auditorio.

En un país civilizado, un nuevo impuesto finalista para las mayores rentas, destinado a la sanidad pública, cumpliría con los dos objetivos básicos de cualquier impuesto, a saber: el primero, obtener dinero para los servicios públicos, y el segundo, contribuir a una mejor distribución de la riqueza, más equitativa, que favorezca la igualdad de oportunidades, etc. Pero obligar a mantener a las empresas sanitarias privadas... Crear una sanidad para ricos (privada) y otra para pobres (falta de recursos y pública)... Creo yo que esto es una barbaridad.

Así lo han pensado los asesores de don Baudilio... y la oposición parlamentaria, que le ha dicho de todo menos guapo al Calvo de las Tijeras.

A primera hora de la tarde, donde he dicho digo digo Diego, o era del revés, no me acuerdo, pero se publica una nota de prensa que dice, copio: [...] en ningún caso, Ruiz [don Baudilio] ha dicho que el Gobierno [catalán] esté considerando un modelo de financiación como éste para los servicios sanitarios públicos de Cataluña. [...]

Es decir, ya no nos cabe la menor duda, se han planteado seriamente promover este modelo y es de su agrado.

Tal caballero, don Baudilio, es el principal responsable de la sanidad pública catalana. Amigos, amigas... ¡no os pongáis enfermos!


Francia podrá cultivar transgénicos (por ahora)

El señor Bovet conoció la fama gracias a sus ataques a los cultivos transgénicos. Después de arrasar algunos cultivos experimentales, el señor de los bigotes se lanzó a la política defendiendo una agricultura ecológica y subvencionada (especialmente subvencionada) por una Europa proteccionista. El ecologismo del señor Bovet tiene dentro de sí los genes del conservadurismo francés más rancio, y por eso tiene éxito. Es, dígase así, un conservadurismo transgénico, un ultranacionalismo al que se le ha implantado algún gen del ecologismo de los años sesenta. Se resume, en la práctica, en nada de alimentos que no sean franceses, nada de importaciones de alimentos, vivan el campo y la tradición. ¿Y los países del Tercer Mundo, que no tienen quien les proteja y no pueden competir contra las subvenciones de la agricultura europea? Pues, que les den, que se las apañen solos, porque aquí prima la autarquía y el cultivo sibarita de los países ricos.

Ahora, después de la decisión del Consejo de Estado de Francia, que pronto explicaré, el señor Bovet se estará estirando de los bigotes, mientras sus conocidos de Greenpeace auguran una catástrofe ecológica tremebunda y una intoxicación masiva de los franceses, que morirán padeciendo horribles enfermedades por ingerir alimentos modificados genéticamente y engendrarán monstruos deformes y babosos. Eso o poco más o menos.

Todo porque el Consejo de Estado, que es la máxima autoridad jurídica francesa, ha anulado la moratoria del cultivo de una variedad transgénica del maíz, el MON 810 (MON, de Monsanto) que había aprobado el Gobierno francés. Se había prohibido cultivar en 2008, porque se sospechaba que tenía un impacto ambiental significativo, o porque podía afectar a la salud de las personas. También se había prohibido en Alemania, Austria, Hungría, Grecia, Luxemburgo y Bulgaria.

Sin embargo, existen varios estudios y meta-análisis que afirman que la decisión de prohibir el MON 810 es injustificada desde el punto de vista científico. Así, por ejemplo, el impacto ambiental de esta variedad de maiz se confunde con el impacto ambiental de las actividades agrícolas en general. No existe una evidencia clara y distinta de un impacto ambiental debido exclusivamente al MON 810 y que no se dé en otros cultivos de maiz.

La verdad es que se prohibió porque la palabra transgénico tiene una mala fama que tira para atrás... y por razones puramente económicas y políticas.

En general, el alarmismo ecologista traspasa la línea roja cuando hablamos de la modificación genética de seres vivos, plantas o animales, y abandona el rigor y el método de la ciencia para adentrarse en el mundo de las creencias y los demonios. Decir transgénico en una reunión de ciudadanos con conciencia ambiental (sea lo que sea eso) provoca urticaria e irritación, y defender el cultivo transgénico es la forma más fácil de acabar contando los dientes. Lo transgénico es pecado, se concluye, y no hay quien saque de ahí a los creyentes. En cuestiones de religión, la fe mueve montañas y Monsanto es el demonio en persona personalmente.

A lo que íbamos. El Consejo de Estado ha anulado la moratoria porque el Ministerio de Agricultura francés no ha podido demostrar fehacientemente el peligro que se le supone al maíz MON 810. Si prefieren decirlo así, no ha podido aportar ninguna prueba sobre su impacto ambiental o su toxicidad más allá del impacto ambiental o la toxicidad de cualquier otra variante del maíz. El Consejo de Estado da la razón a la Corte Europea de Justicia, que señala que para prohibir un cultivo transgénico se necesitan pruebas objetivas sobre el peligro que supone en su entorno o sobre su toxicidad en personas o animales, considerando, además, que ha sido sometido a pruebas de control de todo tipo y que lleva muchos años siendo consumido por millones de personas, sin apreciarse nada fuera de lo normal. Como no se aportan pruebas del peligro, no se puede prohibir.

Los ecologistas han pillado una indigestión, pero también los políticos franceses, que consideran el campo francés como algo que no se puede tocar ni privar de subvenciones y saben que la ciudadanía confunde lo transgénico con la criatura de Frankenstein. Sólo le faltaba a Sarkozy, recién papá, en medio de una crisis y con elecciones, tener que autorizar el MON 810. Los suyos han puesto el grito en el cielo y ya veremos cómo acaba todo esto.

Fe y ciencia, pero en versión contemporánea.

Ponerse a dietas

Los hay que se ponen a dietas. Ustedes me dirán que acaso se pondrán a dieta, pero yo insisto: se ponen a dietas, y a base de bien. Tal denuncia El País, en su edición catalana, desde hace unos días.

Empezó por la Diputación de Barcelona, que es nido de víboras... digo, vividores, pues los diputados que no tienen una dedicación exclusiva en la Diputación (en total, veintiuno) cobran 2.100 euros por asistir a un pleno, uno al mes, o a una comisión informativa, para que estén informados, pues la mayoría no sabe ni a qué dedica su tiempo libre. Estas reuniones duran, uf, muchísimo, casi tanto como media hora, aunque hay reuniones de éstas que se despachan en diez minutos de duro trabajo (¡lo que cuesta no dormirse en estas reuniones...!). Esos veintiún diputados se reparten 600.000 euros al año en dietas, que salen a bastante más de 28.000 euros por seis horas de trabajo al año de media para cada uno.

No se cuentan los asesores que pueden contratar los señores diputados. Este año, porque se ajustan los presupuestos, sólo se contratarán cuarenta y cinco en lugar de sesenta. Un asesor se supone que tendría que ser uno que sabe y aconseja, pero lo cierto es que la asesoría en la Diputación es un cementerio de elefantes y un refugio de dinosaurios, pues a ella se acogen antiguos diputados o cargos electos que han perdido su silla y así se consuelan del disgusto.

Luego vienen las mochilas. En argot diputacionero, la mochila es una suma que percibe un diputado cuando deja de serlo y vuelve a su puesto de funcionario. La mochila permite bajar del sueldazo de diputado al sueldo de simple funcionario poquito a poco, durante diez años, y no de un mes al siguiente, para que el exdiputado no sufra sobresaltos.

También están los regalos de Navidad. La Diputación organiza una cena de Navidad para diputados y señoras, o diputadas y señores cuando se tercie, que ofrece siempre un regalo a los asistentes, sean diputados o sean consortes, mientras los funcionarios de la Diputación ven menguada su paga navideña. A esto le llaman, en jerga ESADE-IESE, incentivo. Los funcionarios de a pie, si quieren cenar, pagan la cena de su bolsillo.

Y hoy publican el chollo de las dietas de AMB, o Área Metropolitana de Barcelona, que coordina el transporte público, la recogida de residuos y el ciclo del agua en la zona urbana de Barcelona. Acuden a la AMB alcaldes y concejales de todos los partidos y como no pueden cobrar dos sueldos oficiales, cobran su sueldo de ilustrísimo señor alcalde por aquí y las dietas de la AMB por allá.

Las dietas se cobran por asistir a reuniones. Son entre veinte y cuarenta reuniones al año, poco más o menos, reuniones de compromiso, donde no se decide nada, breves, rutinarias... un verdadero coñazo, porque son reuniones exclusivamente políticas.

El Área Metropolitana de Barcelona gasta más de 800.000 euros al año en dietas para noventa responsables políticos. Pero once de estos personajes, once, suman más de 333.000 euros al año en dietas; más de 30.000 euros por cabeza.

Dentro de la AMB está el Consejo Metropolitano, que se reúne nueve veces al año. Los asistentes cobran entre 323 y 1.350 euros cada vez. Son las reuniones más pesadas, porque duran lo que un pleno municipal. Sin embargo, la Junta de Gobierno, formada por diecisiete caraduras, se reúne cada quince días y paga por asistir a la reunión entre 798 y 1.233 euros a cada uno, por menos de media hora de trabajo. La Comisión Informativa paga poco, 176 euros por asistente, setenta y cuatro en total, a cada una de sus nueve reuniones anuales. Paga lo mismo la Comisión de Cuentas, que, como lo de los números es un verdadero plomo, sólo se reúne dos veces al año a pasar las cuentas; puro trámite. Los que se forran son los cinco portavoces de la Junta de Portavoces, que se reúnen nueve veces al año para cobrar, cada uno, entre 967 y 1.937 euros por sesión.

Copiaré la lista que publica El País de los once caraduras que más dinero se llevan en dietas. Sale su sueldo y las dietas que cobran de AMB. En algún caso, también cobran dietas del Ayuntamiento por lo mismo, lo que tiene tela. La lista es la siguiente:

Xavier Trias (CiU), alcalde de Barcelona. 36.800 euros por 29 reuniones. Sueldo: 110.000 euros.
Antonio Balmón (PSC), alcalde de Cornellà. 38.800 euros por 40 reuniones. Sueldo: 71.600 euros.
Antoni Poveda (PSC), alcalde de Sant Joan Despí. 31.600 euros, 38 reuniones. Sueldo: 66.200 euros.
Sònia Recasens (CiU), teniente de alcalde de Barcelona. 31.600 euros por 38 reuniones. Sueldo: 98.200 euros.
Assumpta Escarp (PSC), edil de Barcelona. 31.600 euros, 38 reuniones. Sueldo: 84.500 euros.
Joan Trullén (PSC), edil de Barcelona. 31.600 euros por 38 reuniones. Sueldo: 56.400 euros.
Núria Marín (PSC), alcaldesa L'Hospitalet.27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 77.000 euros.
Lluís Tejedor (ICV), alcalde de El Prat 27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 70.300 euros.
Antoni Vives (CiU), concejal de Barcelona. 27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 84.500 euros.
Jordi Portabella (ERC), concejal de Barcelona. 27.000 euros por 29 reuniones. Sueldo: 98.200 euros.
Manuel Reyes (PP), alcalde de Castelldefels. 23.300 euros por 18 reuniones. Sueldo: 66.400 euros.

Vamos, que no se salva ni el apuntador. A la hora de repartir, no falta gente. A la hora de recortar, en cambio, desaparecen.

Gran Premio de Brasil y se acabó lo que se daba

Como no podía ser menos, el Gran Premio de Brasil se resolvió en un periquete. Vettel se dejó adelantar (o no pudo evitarlo, como prefieran) y Weber, su compañero de escudería, ganó la carrera. Es decir, de nuevo los dos Red Bull arriba y el resto, abajo.

El resumen de la temporada de 2011 ocupa dos palabras: Red Bull. Si hablamos de Ferrari, podemos decir muchas cosas y muy buenas: es un equipo sólido, fiable, compenetrado, etcétera... pero el coche no corre tanto como uno quisiera. No tira. Además, Massa, el segundo de a bordo, no ha subido ni una vez al podio (y eso no se daba en Ferrari desde 1992).

Roguemos para que en 2012 baje San Cristóbal y nos ayude. Si no San Cristóbal, quien sea, pero que baje, por favor.

La tela de araña

El horror del nacionalsocialismo se consuma en los campos de concentración, pero viene de lejos. A fin de cuentas, una vez se decide el genocidio, lo que queda es un problema de logística e ingeniería, perdonen la franqueza. Lo realmente horrible, el meollo de la barbarie, lleva tiempo cociéndose. Una vez se asientan las bases del odio, el resto es una pura consecuencia.

Roth, Joseph Roth, no confundamos con otro Roth, es uno de los mejores escritores que ha conocido el siglo XX. Su biografía, también su literatura, viene marcada por la política. Vive el fin del Imperio Austro-Húngaro, que se desintegra después de la Gran Guerra y una larga decadencia. Era judío, reportero en la recién Unión Soviética, en Berlín... En 1933, la victoria del nacionalsocialismo le impone el exilio. Morirá en 1939, en París, alcoholizado y destrozado. Su letra es impecable e implacable. Nos avisó del peligro, de la terrible amenaza que se cernía sobre Europa, pero ¿quién prestó atención a sus quejas?

La tela de araña, que publica Acantilado y traduce Javier Orduña, es su primera novela. La publicó por capítulos en un periódico de Viena, entre octubre y noviembre de 1923. Su protagonista, Theodor Lohse, es un personaje mediocre, engreído, egoísta... La tela de araña narra su introducción en la derecha nacionalista alemana, su ascenso en ella, la organización de las tropas de asalto, el odio político, racial y nacional, la corrupción, la insondable podredumbre y vaciedad de los nacionales...

Nos pone los pelos de punta la aparición de Hitler en medio del relato, y el interés que Lohse muestra por el nacionalsocialismo. El Lohse que Roth describe tiene mucho de Hitler, pero mucho más de los numerosos alborotadores de la derecha nacionalista alemana. Se nota muchísimo que Roth era periodista, y de los buenos. Dejando a un lado sus incontestables méritos literarios, que los tiene, La tela de araña nos dibuja el futuro de Alemania con una precisión que todavía nos deja pasmados.

Como dije, Roth publicó La tela de araña en 1923. Días después, Hitler y Ludendorff protagonizan un pronunciamiento en Munich, con la intención de hacerse con el poder en Alemania. Fracasan estrepitosamente, aunque es entonces cuando la estrella de Hitler comienza a eclipsar a los otros líderes nacionalistas alemanes. Mientras Roth escribe Hotel Savoy, una novela magnífica, Hitler escribe Mein Kampf, un panfleto deleznable. Diez años después, los libros de Roth serán quemados en público por las Juventudes Hitlerianas y la bazofia del Mein Kampf será ensalzado como la cumbre del ensayo político europeo. Roth tendrá que abandonar Alemania con lo puesto por judío y por avisar con tiempo de la maldad oculta en la derecha nacionalista alemana. Negras nubes se ciernen sobre Europa.

Amenaza de catástrofe nacional

¡Este modelo de televisión no es el mío!, exclamó doña Mònica Terribas, presidenta de TV-3, la televisión autonómica catalana. Según el portavoz del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, el señor Homs, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales dejará de percibir en 2012 cuarenta millones de euros, euro más o menos. Como ya arrastra un déficit de veintiún millones en lo que llevamos de año, el año que viene tendrá que ahorrar esos cuarenta millones y veintitantos más. Es, para hacernos a la idea, más de lo que cuesta mantener completamente operativo un hospital digno de una capital de provincia.

Del déficit acumulado, una burrada, nadie sabe nada.

Lo dicho, a la señora Terribas le dio un pronto y exclamó que ésa no era su televisión. No sólo dijo eso, sino que profirió amenazas al Gobierno y a la ciudadanía. Con estos números, TV-3 debería renunciar a la liga de fútbol, dijo.

En román paladino, ésa es una amenaza de catástrofe nacional, la de quedarnos sin fútbol los sábados por la noche en TV-3 si no le dan la pasta.

Es una maniobra desesperada. Juega fuerte, la señora Terribas. Ahora bien, si no es éste su modelo de televisión, si no está de acuerdo con el Gobierno, ¿por qué no dimite?

Mientras buscamos una respuesta, más preguntas. Un periodista preguntó cuánto dinero cuesta a los catalanes que TV-3 retransmita los partidos de la Liga Española de Fútbol Profesional. La respuesta de los directivos de la televisión catalana presentes en la rueda de prensa no tiene desperdicio: Si nunca hemos dado estos datos, ¿por qué se los tenemos que dar ahora? ¡Manda güevos!

Porque, en efecto, no se sabe cuánto cuesta el fútbol en TV-3. Es el secreto mejor guardado de una contabilidad que tendría que ser pública. Se puede estimar el coste de otras retransmisiones porque se compran conjuntamente con otros canales de televisión. Así, las retransmisiones de la Fórmula 1 cuestan a TV-3 entre tres y cinco millones de euros al año, y las de la Copa de Champiñones, cinco millones al año, ya que pagaron quince por adelantado. Cuando el Barça juega la final de esta copa, TV-3 desplaza a cientos (sic) de colaboradores e invitados hasta donde sea, a cuerpo de rey. Es lo que ha hecho siempre, con un coste de aúpa, pero que no se incluye en el total mencionado.

¿Y cuánto cuesta el partido del sábado por la noche?

Según los profesionales del sector audiovisual, TV-3 no paga menos de cuarenta millones de euros al año por retransmitir esos partidos. ¡Cuarenta millones...! Además, no sabemos cuánto dinero paga al F.C. Barcelona por derechos de imagen, y no debe de ser poco, porque es otro secreto secretísimo guardado bajo cerrojo. En resumen, TV-3 gasta en fútbol lo que no hay para mantener operativo un hospital de capital de provincia, repito.

Pues ¿saben qué les digo? Que cuando la señora Terribas amenazó con quitar el fútbol de TV-3 exclamé ¡Ojalá! y rezo para que así sea. ¡Me darían una alegría tremenda! Y si suprimieran el fútbol como protagonista absoluto de los telediarios y lo redujeran al mismo tiempo de pantalla que otros deportes, como el atletismo, el piragüismo o la hípica, mejor. ¡Cuánta felicidad...!

Pero, ay, mis deseos no se verán cumplidos, porque el fútbol es uno de los instrumentos más efectivos para promocionar la estulticia nacional. Por eso, queda por ver si se materializa la catástrofe catalano-futbolera anunciada por doña Mònica Terribas. Porque dimitir, ya verán ustedes, no dimitirá, pese al déficit de decenas de millones de euros que ha acumulado durante su mandato.

Si no es copago, que me lo expliquen

Pintan bastos en el Gobierno de la Generalidad de Cataluña, pero mucho peor pinta para los gobernados. No se pongan enfermos o esto irá a peor.

En España, llevamos mucho tiempo tonteando con el copago sanitario. El copago (o compago, que sería más correcto) es la agregación de un pago a otro, un pagar por segunda vez, o pagar en una vez dos cosas diferentes.

El compago sanitario hace tiempo que ya existe. La gente ya paga sus impuestos y además compaga un tanto por ciento de su salario al sistema de Seguridad Social; además, la mayoría compaga los medicamentos en la farmacia. Los defensores del copago, los compaguistas, argumentan que el actual sistema sanitario es insostenible (cuando quieren decir que pierde dinero) y que una tasa o pago (o compago) sobre la visita médica, la receta o el tratamiento es disuasorio (i.e., desincentiva la visita al médico).

Primera cuestión: Si no queremos o no podemos gastar lo mismo o más en la sanidad pública es porque no tenemos más remedio que afrontar otros gastos o porque, simplemente, preferimos dedicar el dinero a otros fines. ¿Qué puede ser más importante que la salud o el bienestar de las personas? ¿La educación? ¿La justicia? ¿La investigación y la innovación? ¿El apasionante programa televisivo Caçadors de bolets? ¿El F.C. Barcelona? ¿Tener en nómina la prensa mediante subvenciones? ¿La promoción de los bailes populares prepirenaicos en Nueva York? ¿La publicación de varios miles de ejemplares de los discursos completos de Jordi Pujol cuando presidente? ¿Qué?

Hay dinero, y más que suficiente, para sanidad, justicia y educación pública, y existen mecanismos de incentivación de la investigación y la innovación. Lo que pasa es que se gasta el parné en otras cosas, no hay más. Cuando la necesidad aprieta, quizá tenga uno que escoger entre un canal de televisión y un hospital, eso es lo que pasa, y mucho nos tememos que los lideres patrios prefieren la televisión.

Segunda cuestión: El efecto disuasorio. No me extenderé. Está más que probado que los disuadidos son siempre las personas con menos recursos económicos o sociales, que son, qué casualidad, las que más necesitan de la sanidad pública. Si se receta demasiado, quizá convenga que el médico no recete lo que no es necesario, o que se simplifique el sistema de recetas en los casos de enfermedad crónica. No hay más que decir.

El problema es, seguramente, una mala (o muy mala) gestión. El sobrecoste del sistema sanitario tiene una relación directa con una macrocefalia directiva y la dilución (hasta la práctica desaparición) de la responsabilidad de organizar el asunto entre tantos directivos. Además, la experiencia nos hace dudar de la capacidad profesional (incluso intelectual) de la mayoría de jefes que nos toca sufrir en la Administración Pública.

Así, por ejemplo, don Baudilio, a. Bío Ruiz García, consejero de Salud (sic), ha dicho que piensa aplicar un tique (boleto, vale, factura, billete) moderador, una tasa administrativa por receta médica, un tanto por receta, que pagará el enfermo, naturalmente. Todavía no se sabe quién quedará exento y qué habrá que pagar por receta, pero don Baudilio ya ha asegurado, y citaré textualmente: No estamos estudiando un nuevo copago, sino la posibilidad de imponer una cantidad fija a cada una de las recetas que se emitan desde el Sistema Nacional de Salud, con independencia del precio del medicamento. Ah, bien.

No sé en qué mundo vive el caballero, o si es muy leído (me parece que no), pero a pagar por receta le llaman, en mi tierra, copago. Le llaman tique moderador (me gusta más el galicismo tiquet que se emplea en catalán, como me gusta más croissant que cruasán)... Le llaman tique moderador, decía, o tasa administrativa, o lo que sea para evitar la palabra maldita (copago), que es lo que es, pueden poner ustedes la mano en el fuego.

Es la manifiesta evidencia de la incapacidad, quizá el desinterés, de nuestros líderes patrios. No les importa la sanidad pública, o no demasiado, o no parece que les importe. Los cargos directivos siguen igual de numerosos e inútiles y seguimos siendo los españoles que menos euros invierten per cápita (en valor absoluto y relativo) en sanidad pública. Lo demás, cuentos.

Fuga porcina

Era un plan perfecto, pero algo se torció. Había recibido la condena a muerte y esperaba junto a sus compañeros la llegada del camión que los llevaría al matadero. En vano intentó buscar aliados entre la piara. Los marranos no daban crédito a los funestos vaticinios de Pancho. Los más creían en un traslado al paraíso porcino; los menos, se resignaban al incómodo viaje y decían que tanto les daba un comedero que otro, mientras hubiera de comer. Pancho, por el contrario, predicaba que iban a morir todos.

Al final, consultaron al Gran Oráculo, el Verraco Venerable, que llevaba años y hembras en la granja. Consultó éste el calendario, el vuelo de las briznas de paja y las manchas de orín.

El calendario decía que no les había llegado su San Martín, que hacía días que hablia pasado desapercibido. El vuelo de las briznas de paja anunció un largo e incómodo viaje, cierto, pero las manchas de orín hablaban de una granja de engorde, bien provista de pienso, agua corriente y una piara de cerditas jamonas y un poco guarras.

De nada sirvieron los argumentos de Pancho, basados en la desaparición de tantos compañeros, que se fueron y no volvieron jamás. Cómo iban a volver, con el pienso, el agua y las guarras, protestó el Verraco Venerable. Pancho, humillado, tuvo que apañárselas solito.

Aprovecho la única oportunidad que le ofrecía el viaje. Pretendía saltar del camión y fugarse a Collserola. Pancho había oído hablar de jabalíes partisanos y pretendía unirse a ellos en sus incursiones. Aunque era un cerdo ibérico, no tenía nada que envidiarle a un jabalí, se decía, y no le faltaba razón, porque lo que no tenía de fuerza lo tenía de ingenio.

Pero, ya lo hemos dicho, algo se torció. Pancho fue sorprendido camino de Collserola y abatido con tres dardos somníferos después de una furiosa persecución. Se ha visto que es un cerdo indocumentado, lo que nos hace sospechar que sea inmigrante, afirmó uno de los agentes del orden implicados en la cacería del tocino. Dicen que Pancho vive ahora bajo la tutela de una sociedad protectora de animales, pero lo cierto es que nadie le ha vuelto a ver.

¿Habrá caído finalmente Pancho víctima de los recortes? Porque entre los funcionarios de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado hay hambre, y unos jamones son unos jamones, caramba.

¡Ánimo, Pancho!


Para funcionarios en activo



Teléfonos, tumores y miedos

Si la ciencia fuera literatura, el pueblo sería analfabeto. Ahora bien, también es cierto que algunos científicos, en vez de expresarse de forma clara y sencilla, no bajan del burro y la sueltan bien gorda se tercie o no se tercie.

Cuando peligra la salud de las personas, la confusión puede ser muy seria. La prensa busca el pánico, la alarma social, el escándalo, pues hay que vender noticias. Los charlatanes, espabilados, estafadores y chanchulleros también hacen su agosto con tantos y tan tremebundos peligros. A la gente le chifla estar acosada por males terribles y funestos, tanto da si reales o imaginarios, como los alimentos transgénicos, los aditivos del chorizo, los males de ojo, las miasmas, las radiaciones electromagnéticas de cualquier clase y color... Ay, cómo somos, cómo nos gustan las películas de miedo.

Más de uno está absolutamente convencido de que los teléfonos móviles son malísimos y provocan el cáncer, tumores, reblandecimientos del seso, despistes, una licuefacción de las mientes y la más horrenda y trágica muerte lenta que sólo una piedrecita de cuarzo, una pulsera de goma o un gorro de papel de aluminio pueden curar. Todo porque hace ya unos meses la Organización Mundial de la Salud (OMS) había dicho que el uso de los teléfonos móviles era un posible carcinogénico.

De hecho, quien lo dijo fue la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC). Pero cuidado con el uso que se hace de posible. ¿Qué quiere decir posible, en este caso?

Técnicamente, posible quiere decir que no se puede afirmar tajantemente que el uso de los teléfonos móviles causa tumores. Pero en ciencia y medicina nada puede afirmarse tajantemente. Quizá sea mejor decir que no está claramente establecido que el uso de teléfonos móviles provoque algún tipo de cáncer, que es como lo dijo la IARC.

Podrían haber dicho, y sería lo mismo, pero quizá más comprensible, que no existe ninguna prueba de que los teléfonos móviles sean la causa de ningún tipo de tumor, pero existen estudios que apuntan a una posible relación entre una cosa y la otra. Lamentablemente, son estudios poco significativos, ya sea por el volumen de la muestra (pequeño), por la variabilidad de los resultados (que se confunde con el ruido y no permite distinguir entre causa y azar) o por algún fallo en el método empleado. Como lo mejor es asegurarse, al definir el teléfono móvil como posible carcinógeno se está diciendo que hay que estudiar mejor esos casos para descartar ya casi definitivamente cualquier relación causa-efecto entre una cosa y la otra.

Eso es posible para la jerga de la OMS.

Por eso, un grupo de investigadores daneses ha dedicado dieciocho años a estudiar los efectos que tenían los teléfonos móviles sobre 360.000 personas, persona más, persona menos. Se publicó un avance sobre los resultados en 2002 y ahora se han corroborado las conclusiones de aquel entonces. Es, sin duda, el estudio más exhaustivo y contundente realizado hasta la fecha sobre los posibles efectos de los teléfonos móviles sobre el cerebro o el sistema nervioso.

La conclusión del estudio es categórica: no puede demostrarse que el uso de teléfonos móviles cause cánceres de ningún tipo. Así se ha publicado en el British Medical Journal, y pueden echarle un vistazo aquí.

Se titula Use of mobile phones and risk of brain tumours: update of Danish cohort study. Ha sido publicado el 20 de octubre de 2011. Sus autores son: Patrizia Frei, primera investigadora post-doctoral; Aslak H. Poulsen, estudiante de doctorado (seguro que es el que ha hecho todo el trabajo); Christoffer Johansen, profesor; Jørgen H. Olsen, director del estudio; Marianne Steding-Jessen, estadística; y Joachim Schüz, jefe de la Sección 2 del Instituto de Epidemiología del Cáncer de la Sociedad Danesa del Cáncer. La Sección 2 es la que estudia la relación del entorno y las radiaciones con el desarrollo de diversos tipos de cáncer.

La población estudiada era danesa toda ella, mayor de treinta años y nacida después de 1925, que se divide en dos grupos, el que tenía un contrato de telefonía móvil en 1995 y el que no. Contaban con todo el registro danés de casos de cáncer, que les ha permitido establecer correlaciones y regresiones estadísticas según el sexo, la edad, la época del año en que se contrajo la enfermedad, la educación y el nivel de renta del danés en cuestión. En total, 358.403 daneses con teléfono móvil, que suman una cifra de casi cuatro millones de personas-año. Estadísticamente, una muestra enorme.

Entre 1990 y 2007 hubo 10.279 casos de tumores en el sistema nervioso central, que atacaron indistintamente a hombres y mujeres. De hecho, el riesgo por ser de uno u otro sexo era casi 1. Los varones que llevaban usando el teléfono móvil más de trece años tenían un riesgo de 1,03, con una confianza del 95% en el intérvalo 0,83 a 1,27; el riesgo entre las mujeres era 0,91 para un intérvalo con la misma confianza entre 0,41 y 2,04. Sigue el baile de cifras, no me extenderé, con usuarios que sólo llevan diez años con el teléfono móvil, con otros que llevan menos tiempo, etc., para concluir que el riesgo de sufrir un cáncer de cualquier tipo en la cabeza, en cualquier parte de la cabeza, no tiene nada que ver con el tiempo que hace que uno usa un teléfono móvil.

La conclusión de los científicos daneses es aplastante desde el punto de vista estadístico: el uso del teléfono móvil no incrementa el riesgo de un tumor en el sistema nervioso central y no existe una evidencia estadística digna de tal nombre que diga lo contrario.

El ridículo de la Universidad de Gerona (UdG)

Va la Universidad de Gerona (UdG) y anuncia un curso de post-grado, pensado para treinta alumnos y 120 horas de clase, a 1.175 euros por alumno, titulado Salud y armonía del hábitat. Un vistazo al programa echa para atrás. Un estudiante de ingeniería electrónica inicia una campaña en internet contra la charlatanería barata que publicitaba el máster.

La Fundació Universitat de Girona intenta disimular ante la avalancha de correos electrónicos que recibe en señal de protesta. La prensa toma cartas en el asunto. De repente, la descripción del curso cambia. Donde ponía geometría sagrada (sic) desaparece sagrada. Donde ponía feng-shui ya no pone feng-shui. Expresiones como conciencia global holística, telurismo, geobiología, radiestesia, la flor de la vida, aura, etcétera, han sido disimuladas o eliminadas del programa. Eso sí, las asignaturas y las ponencias van de lo mismo, y las imparten las mismas personas.

La universidad es sorprendida in fraganti en esta burda maniobra, tanto por el estudiante escéptico como por otros muchos avisados. La prensa se hace eco de la trampa. Entre la presión de unos y otros y la evidencia de haber hecho el ridículo, la magnífica señora doña Anna Maria Geli, hermana de la que fue consellera y rectora de la Universidad de Gerona (de ahí lo de magnífica), no ha tenido más remedio que retirar el máster, devolver los dineros a los estafados... digo, a los alumnos, y encargar un informe para, cito, averiguar el origen de la polémica y ver si el contenido [del máster] es o no científico.

Yo creo que no hace falta ningún informe para ver si el contenido es o no es científico. Salta a la vista que no lo es, ni de broma. Lo que sí que hace falta es un informe para descubrir cómo es posible que una universidad seria se deje colar estos goles por una tropa de espabilados, charlatanes e iluminados. También merecería un informe para saber cómo es posible que un arquitecto acabe su formación técnica y crea en semejantes majaderías. Si realmente no las cree, también sería conveniente dejar al descubierto que entonces se gana la vida estafando a los demás. ¿Cuál de las dos cosas es más grave? ¿Un profesional inepto o un sinvergüenza? Quizá una funesta combinación.

Quédense con el nombre, Gabriel Barbeta, arquitecto, que muchas veces firma como Gabi Barbeta. Es el director del máster de marras. Se defiende con ira, pues se le ha ido el negocio al traste. Considera que la campaña en contra del despropósito que impulsaba ha sido, cito, un ataque con tono amenazador, y también incitador a la violencia. Se siente, dice, insultado y calumniado. Luego afirma: El Feng-Shui genera rechazo, pero no por eso hay que dejar de tratar estos temas y extraer lo que pueda ser útil. La pasta que se saca engañando a los incautos e idiotas, por ejemplo, es muy útil, digo yo.

Sin ir más lejos, el ínclito señor Saura, antiguo conseller de Interior y Participación Ciudadana, se gastó tres millones de euros (¡tres!) en decorar à la feng-shui la nueva sede de su departamento. Mucho dinero, mucho feng-shui, pero, visto lo visto, no le funcionó nada al señor Saura, que se cubrió de gloria ejerciendo inútilmente su cargo.

Lo peor es que el arquitecto Barbeta dice lo siguiente: Cuando se habla desde la ignorancia, uno no puede juzgar superficialmente lo que otros investigan, quejándose del alumno de ingeniería don Alberto Fernández Sierra, que fue el que denunció el hecho y dijo clarito y con todas las letras que el presunto máster no era más que una tomadura de pelo.

Otro que tal, el señor Chamorro, director del departamento de Arquitectura e Ingeniería de la Construcción de la Universidad de Gerona, afirma sobre el feng-shui, la cosa telúrica ésa y demás tonterías lo siguiente: Hay bibliografía sobre el tema y artículos publicados en revistas contrastadas. Luego añade, para cubrirse de gloria y mostrar al público el gran alcance de su (in)cultura científica: En la tierra hay campos magnéticos y puntos de energía máxima y mínima. Si te sitúas en un cruce de puntos de energía no te sentirás tan bien. Este caballero ¿en qué rifa ganó el título académico que ostenta? ¿Cree lo que dice? ¿Bebe, fuma o simultanea ambos vicios? ¿O insiste conscientemente en engañarnos? ¡Qué miedo me da dejar la formación de futuros arquitectos e ingenieros en manos de semejante tipo!

Me despido con las palabras del estudiante que puso al descubierto este escandaloso fraude, Alberto Fernández Sierra. Que me demuestren ahora mismo que lo que dicen es científico, dice. No basta con publicar un artículo para que algo quede demostrado. En ciencia, otros muchos deben llegar a las mismas conclusiones que tú. Añade, al final: Me parece poco ético que cambien los títulos de la asignaturas. Y me duele que la universidad no diga que retira el curso porque no cumple los parámetros de la ciencia.

A nosotros también nos duele, Alberto, pero también nos felicitamos por tenerte a nuestro lado. ¡Bravo! ¡Has hecho muy bien y estamos contigo!

Para más información:





No han pasado ni dos días...

No han pasado ni dos días desde que se inició el escrutinio de los votos emitidos por los ciudadanos el 20 de noviembre. Sale don Artur Mas, Presidente de la Generalidad de Cataluña, y como quien no quiere la cosa, por sorpresa, como si, de repente, le hubiera acuciado la necesidad, anuncia rebajas en el sueldo de los empleados públicos, una subida de precios en el agua, el transporte público, los combustibles, etcétera, y no descarta barreras para recibir ayudas sociales, o directamente pagar por solicitar algún servicio sanitario. Lo de depurar cargos y gestionar mejor, ni se menciona, porque uno no promete lo que no puede y no muerde la mano que le da de comer.

Esto se sabía, no pilla a nadie por sorpresa. A ver quién se escandaliza por ello.

Eso sí, no se decía en voz alta, sino de tapadillo. Sin eco en la prensa, se anunciaban medidas semejantes en jornadas y seminarios. Sin publicidad, a salvo de miradas indiscretas, se ultimaba el nuevo plan de recortes. Se afilaban las tijeras, con alevosía y nocturnidad.

Pero en campaña, era el adversario el que tenía planes ocultos. Madrid, básicamente, nuestro particular chivo expiatorio. Porque ellos, no, en absoluto, ellos no ocultaban nada, qué iba a ocultar. Pues, ya ven ustedes.

Es una acusación que podemos hacer en voz alta y clara, porque ¿acaso miento? Pero es una censura que podemos hacer a otros muchos, a todos los demás, como quien dice. Lo que no quita méritos a la triste manera en como éstos pretenden jugar con nosotros. El pecado es el mismo.

El ciudadano habría agradecido muchísimo a estos caballeros que nos hubieran dicho la verdad por una vez en la vida, y que nos hubieran dicho qué pensaban hacer, aunque lo sospecháramos. Nadie va con la verdad con delante, sino que vienen por detrás, sin avisar, y al final... zas. El resultado es previsible: el noble oficio de la política se corrompe y se nutre del engaño.

La honestidad en democracia es un valor, no un lastre, pero nuestros líderes patrios no acaban de comprender de qué va esto. La mediocridad les pierde y la realidad les abruma. Éste no será el problema, pero seguro que forma parte de él.

Deberes patrios y demás zarandajas

Ayer me tocó cumplir con mis deberes patrios en la fiesta de la democracia y dedicar todos mis afanes a ser garante de la soberanía nacional. Es decir, que me tocó ser vocal primera en una mesa electoral del barrio y me pasé catorce horas del día repasando las listas de electores y contando papeletas.

Era la primera vez que me tocaba ser miembro de una mesa electoral. Por razones que no vienen al cuento, podría haberme librado. Pero el deber patrio y demás zarandajas, entre las cuáles podría contarse la curiosidad de vivir unas elecciones desde el otro lado de la barrera, me inclinaron a aceptar el ofrecimiento de la Junta Electoral y a las ocho de la mañana del domingo ya me ven a mí formando delante de interventores, apoderados, presidentes y vocales varios.

En nuestra mesa tenían derecho a voto 656 ciudadanos. A mitad de la jornada electoral, en una hora de inactividad, vocales, presidente e interventores hicimos una porra sobre la participación. Con orgullo, anuncio que clavé el resultado, con una particiapación del 70,3% en mi mesa. No me equivoqué ni en un voto. Semejante acierto y tanta precisión provocaron el pasmo entre la audiencia.

Nuestra mesa, además, aplicó el taylorismo al proceso de votación. El reparto de tareas y la especialización de las actividades, junto con una moral estajanovista, hicieron que la cola más larga delante de nuestra urna fuera de tres personas. En las otras mesas, con un total de votos semejante, hubo colas que llegaron a la calle. ¡Chincha y rabia!

¿Incidentes? Más bien, no. Sorprende la cantidad de personas que no saben cómo se vota. La lista del Senado, abierta, donde uno puede escoger los tres senadores que le vengan en gana, como si quiere escoger dos o solamente uno, o ninguno, era un rompecabezas para la mayoría, lo que pone en duda la bondad de las listas abiertas como posible opción en jornada electoral.

Entrada la tarde, aparecieron unos personajes que querían impugnar el escrutinio. Así, tal cual. Como el presidente estaba en esos momentos haciendo pis, me tocó lidiar con ellos. Teníamos una sentencia judicial que nos informaba sobre el caso, así que atendí a los caballeros con argumentos en la mano.

Queremos impugnar el escrutinio, dijeron.
No podéis impugnar el escrutinio porque todavía se procede al voto, respondí. Porque los caballeros confundían el tocino con la velocidad y el escrutinio es el recuento de votos, no la acción de votar.
En todo caso, queremos un escrito...
Perdón, ¿va a ejercer su derecho al voto en esta mesa? Si sí, vote; si no, puede presentar su queja al juez de guardia de la Junta Electoral, etcétera, etcétera, que comencé a leer la sentencia judicial en voz alta, declamando el discurso en el más puro estilo ciceroniano.

Como no se iban, subrayé lo de las fuerzas del orden público y los invité a no obstaculizar el normal desarrollo de la jornada electoral. Se fueron con un cabreo impresionante, después de haberse quejado a los apoderados e interventores, que repitieron la sentencia judicial, se encogieron de hombros y luego los acompañaron hasta la salida. Lo cierto es que ya nos habían advertido contra esta maniobra y la Junta Electoral venía preparada para el caso.

Guardo algunas cifras del recuento. En mi mesa ganó CiU, con 180 votos. Le siguió el PP, con 105, y el PSC-PSOE, con 85. Luego venían IC-V, con 40, y ERC, con 32. Sentí asco al contar cuatro papeletas de PxC (sobre la que tendría que aplicarse la Ley de Partidos por atentar contra derechos básicos de las personas), pero fue superada por PACMA, con 6 votos, que promueve los derechos de los animales, UPyD, con otros seis, etcétera.

La votación del Senado fue más entretenida. Los candidatos de CiU sacaron algo más de 150 votos; los del PSC y los del PP prácticamente empataron alrededor de los 88 votos; el resto quedó muy atrás, pero los partidos minoritarios (excepto PxC) obtuvieron más votos que antes. La cantidad de blancos y nulos fue considerable, y algunos nulos nos hicieron reír. En la imagen, uno de ellos.

Regresé al hogar con la sensación de haber cumplido con mis deberes patrios. Para quien no conozca esta sensación, es algo así como sentir la vista cansada, un persistente dolor de cabeza, la espalda hecha un cisco, hambre, sed, dolor de pies, un baile de números en mientes y no saber quién ha ganado las elecciones ahí afuera, después de haberse pasado horas contando papeletas y rellenando actas. El fresco de la noche me hizo revivir y llegué a casa completamente dispuesto... a meterme en la cama.

Hoy ha amanecido un nuevo día, pero ésa es otra historia.

HHhH

Qué título más raro. Responde a las siglas de una frase en alemán que dice que el cerebro de Himmler es Heydrich. HHhH va, pues, de Heydrich, uno de los personajes más siniestros del siglo XX, y de los hombres que se lanzaron en paracaídas sobre la Checoslovaquia ocupada para matarlo. También va de un escritor que quiere contarnos esta historia y comparte con nosotros sus dudas sobre cómo relatar un hecho acaecido realmente.

HHhH es la primera novela de Laurent Binet (1972), que publica Seix Barral. Ha ganado el Premio Goncourt de Primera Novela en 2010 y se ha traducido a veintitantos idiomas. El Premio Goncourt son palabras mayores. Aunque HHhH se vende y premia como novela, bien podría ser un ensayo sobre historia o, mejor dicho, una reflexión acerca de la realidad y la ficción que la convierten en una lectura interesantísima.

Binet consigue algo muy difícil. Los aficionados a la historia de los años oscuros del nazismo se enfrentarán a un texto riguroso y veraz; los buenos lectores descubrirán que bajo la aparente sencillez del texto se ocultan reflexiones con mucha enjundia; los que no leen demasiado, descubrirán un texto que les sorprenderá por su emoción e intriga. Hacia el final del libro, cuando se describe el atentado de Praga, la tensión y la intriga se hacen casi insoportables, y uno no puede dejar de leer.

Lean HHhH. Es un libro magnífico.

La mujer del César

El 26 de octubre pasado, el Consejo de Administración de Fira de Barcelona, presidido por Josep Lluís Bonet, que también preside Alimentaria y el Grupo Freixenet, junto con el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, que preside el Consejo General de Fira de Barcelona, y el vicepresidente primero de este mismo consejo, el conseller de Empresa y Ocupación Francesc Xavier Mena, además del presidente de la Cámara de Comercio, Miquel Valls, y demás cargos de lustre y posición, toda esta gente, decía, nombraron a la señora doña Helena Rakosnik presidenta del Comité Organizador del Festival de la Infancia en lugar de la señora doña Judith Mascó, presidenta las últimas siete ediciones del evento, a la que despiden con una palmadita en la espalda.

No es que la señora Mascó lo haya hecho mal. Al contrario, las fuentes consultadas por las agencias de prensa señalan todas que lo ha hecho muy bien, que ha trabajado mucho y que se ha tomado el trabajo en serio. No como otras, que, si les contara... Aquí, las fuentes consultadas callan, porque la anterior presidenta, la que presidía justo antes de la señora Mascó, había sido la señora doña Marta Ferrusola, de inefable recuerdo.

¿Qué es el Festival de la Infancia? Algunos lectores, papás y mamás, les hablarían extensamente de la entrada de diez euros y del quién me manda a mí venir con los niños a este sitio. La juerga coincide con las vacaciones de Navidad. Oficialmente, el festival se celebra con un amplio programa de actividades lúdico y deportivas para todos los gustos y edades, además de acoger numerosas propuestas para formar a los más pequeños en valores como la solidaridad, civismo, creatividad o el respeto al medio ambiente. La falta de artículos es del original y la moralina, también.

Pero ¿quién es Helena Rakosnik? La señora Mascó fue escogida para el cargo, que tiene mucho de honorífico, por su compromiso con varias organizaciones benéficas nacionales e internacionales que trabajan con niños pobres. ¿Y la señora Rakosnik?

Su currículum dice que estudió Magisterio y que fue dando clases de escuela en escuela de Barcelona. La última vez, en las Escoles Comercials de Montserrat, un colegio para los hijos de los empleados del Metro de Barcelona. La escuela cerró en 1985, pero la compañía del metro la contrató acto seguido. Desde entonces, ha trabajado en marketing y comunicación. Ahora trabajaba para el gabinete de Presidencia de Transportes Metropolitanos de Barcelona. Entre otras cosas, organiza viajes para escuelas o grandes grupos y su trabajo tiene que ver con el autobús turístico o el teleférico de Montjuic, según las agencias de prensa, pero no se especifica exactamente qué tiene que ver.

Tiene otras responsabilidades, pues pertenece al patronato de varias organizaciones caritativas y culturales, a las que es muy aficionada.

Citemos algunos de esos cargos voluntarios, a modo de ejemplo. Es vicepresidenta de la Fundación Rosa Oriol, donde coincide con Rosa Tous (de los Tous de las bisuterías), presidenta, y con vocales como Vicenç Mauri (asesor en materia empresarial del Presidente de la Generalidad de Cataluña), Lluís Corominas (yerno de los Tous anteriormente citados, protagonista de las páginas de sucesos) o Pilar Rahola (autora de una biografía si no oficial, oficiosa, de Artur Mas y personaje muy... muy... llamativo, quizá, por decir algo).

Dicen que es aficionada a la música, y eso nos ayuda a explicar que sea miembro del patronato de la Orquestra Simfònica del Vallès, que comparte con Josep Carreras, Antoni Ros Marbà y Lluís Claret, músicos, Ferran Mascarell, actual conseller de Cultura, o Joan Uriach, empresario farmacéutico. También coincide con Pilar Garrigosa, cuñada del antiguo president Maragall, en otra organización caritativa, la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios. Etcétera, que la señora está ocupadísima coincidiendo con el jusjú catalán (pronúnciese Who's Who).

Tiene tres hijos. Tiene casa en Barcelona, en Vilassar de Mar y en Llívia, en la Cerdaña... pero la familia veranea en Menorca, en Fornells, donde coincide año tras año con un nutrido grupo de amigos: Jordi Vilajoana, que ha sido diputado y conseller a las órdenes de Jordi Pujol; Xavier Trias, alcalde de Barcelona; Sixte Cambra, que fue senador; Carles Vilarrubí, vicepresidente del F.C. Barcelona; Felip Massot, promotor urbanístico de fama y gloria... y Félix Millet, el mismo que viste y calza, al que todos despistan delante de la prensa.

Pero lo más importante, lo que ha decidido finalmente a la dirección de Fira de Barcelona a nombrarla presidenta del Comité Organizador del Festival de la Infancia es que la señora Rakosnik es... la mujer de Artur Mas.

Encima, medallas

La CECOT es una asociación empresarial multisectorial (sic). En cristiano, una patronal de patronales (sic), que reúne al quién es quién del mundo empresarial catalán. Desde hace diecisiete años, organiza un Reconocimiento CECOT al Progreso Empresarial, que es nada más ni nada menos que un reparto de premios patrocinado por los diferentes gremios asociados para premiarse a sí mismos, mismamente.

Esos premios se entregan cada año en La nit de l'empresari (La noche del empresario), un fiestorro en el que nunca falta un Presidente de la Generalidad de Cataluña... Y a saben, ése que tanto se apunta a un roto como a un descosido con tal de poder hacer el paripé delante de los empresarios. No han faltado ni una sola vez Pujol, Montilla y ahora, Mas, que se presentó de corbata y con hambre el pasado 21 de octubre.

Tenía razones para ponerse de veintiún botones, porque la CECOT otorga un premio, agárrense, a las Mejores Prácticas de la Administración Pública. La CECOT, repito, y uno se pregunta, inmediatamente ¿qué entienden los más furibundos defensores de la liberalización, privatización, desregulación y descentralización del Estado por mejores prácticas de la Administración Pública?

Veamos qué dicen las bases del premio, y traduzco: Se librará un premio a cualquier departamento o unidad de la Administración Pública que haya realizado en el transcurso del año 2010, un esfuerzo por incrementar su eficiencia en beneficio de sus clientes, haciendo servir las herramientas y la tecnología 2.0.

Las faltas de puntuación son las del texto original. Me llama la atención que se hable de clientes, y no de ciudadanos o personas, que es de lo que se trata si hablamos de Administración Pública. Lo del 2.0... Dejémoslo como está.

En teoría, tendría que premiar a quien, conteniendo el gasto y mejorando el servicio, ofreciera más por menos y gestionara mejor la res publica. Pero ¿es tal que así?

Es mejor dejar que los hechos hablen por sí solos. Premiaron a un tipo relacionado con la sanidad pública y, citaré textualmente, el premio reconoce la capacidad de innovar y encontrar respuestas a los nuevos escenarios asistenciales ocasionados por los cambios sociodemográficos, tecnológicos y económicos de nuestra sociedad. Se añade que también es premiado por, cito, poner en valor (sic) el potencial innovador de los centros sanitarios catalanes en el ámbito de su gestión para responder a las transformaciones de nuestra sociedad y al contexto de crisis.

¡Caramba! ¿Quién será? ¿Qué quiere decir poner en valor? Demasiadas preguntas.

Les daré más pistas. Dijo delante de los micrófonos que los catalanes harían muy bien haciéndose socios de una mutua, sólo estrenar el cargo.

¿Se imaginan quien se ha llevado el premio?

¡Don Baudilio!

Sí, damas y caballeros, don Baudilio, a. Bio Ruiz García, a. Retallator, el artífice del descalabro del sistema sanitario público catalán en el poco tiempo que lleva en el cargo de Conseller de Salut, pues, gracias a sus loables esfuerzos por el bien de la comunidad, ha conseguido en apenas nueve meses cerrar docenas de quirófanos y unidades de cuidados intensivos, suprimir mil camas hospitalarias, echar el candado a medio centenar largo de centros de asistencia primaria y servicios de urgencias, reducir la disponibilidad de ambulancias e incrementar las listas de espera para ser operado de alguna enfermedad crónica en más de un 23%.

¡Bravo! ¡Bravo! ¡Muy bien! ¡Así se hace, don Baudilio! ¡Ésas son las mejores prácticas de la Administración Pública! ¡Bravo! ¡Bravo! Un aplauso también para los imbéciles que le otorgaron el premio, así les duela la tripa a todos.

Entregó el galardón, quién, si no, el presidente invitado, don Artur Mas, encantado de conocerse. Formaban parte del jurado y son, por lo tanto, responsables de la distinción y cómplices del agravio, el señor Antoni Giró, hoy rector de la Universidad Politécnica de Cataluña y durante siete años, los últimos siete años del reinado de Jordi Pujol, cargo de confianza y director general de la Generalidad de Cataluña; la rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona, doña Ana (sic) Ripoll; el director de la Obra Social de Unnim Caixa, don Antoni Guiñón, que es también Director de Comunicación, Imagen y Relaciones Institucionales de la caja de ahorros, porque eso de tratar con los pobres es, ya ven, sólo cuestión de imagen; don Pere Arch, director de Relaciones Institucionales de Egarsat, SP, una mutua asistencial colaboradora de la Seguridad Social y patrocinadora del premio, asociada a la Unión Catalana de Hospitales, qué casualidad; además de directivos de las escuelas de negocios IESE, ESADE y EAE Business School, representantes de la prensa (unos vendidos por un puñado de canapés) y los ganadores de la edición anterior, entre lo que cabe señalar al señor Recoder, otro conseller del actual gobierno.

Como ven, se trata de un asunto de familia. El premio se lo lleva uno de los nuestros, un hombre de honor. Porque don Baudilio era, hace poco más de un año, que no mucho más, presidente de la Unión Catalana de Hospitales, la patronal sanitaria, después de haber sido su director general. La UCH y la CECOT... La UCH de don Baudilio también patrocinaba una fundación de la Universidad Autónoma de Barcelona, que daba cursos de gestión hospitalaria, y tenía relaciones igualmente pecuniarias con varias escuelas de negocios. En pocas palabras, tenía el jurado en el bolsillo.

Don Baudilio, además, ha sido director de una consultoría del sector sanitario, Know-How Advisers (traducido, Consejeros del Saber Cómo), y vocal de la Junta Directiva del Foment del Treball Nacional (la gran patronal catalana), sin olvidar que durante una quincena de años ha sido vocal en representación del sector empresarial en el Consell de Direcció del CatSalut, que es tanto como decir que ha sido el empresario que más influencia ha tenido nunca en el sistema sanitario catalán... y que, ahora que puede ejercerla desde un cargo público, la utiliza para beneficio de socios y amigos.

He ahí el premio, he aquí la lista de espera.

Sufrimiento innecesario

A finales del siglo XIX, Winchester sacó al mercado una escopeta de repetición que se convertiría en la referencia de esta clase de armas hasta bien entrados los años cincuenta, y que todavía se fabrica y vende. Pensada para cazar patos, Moses Browning diseñó una escopeta de corredera del calibre 12 con seis tiros en la recámara. En seguida, la escopeta fue empleada por la policía y los delincuentes de los EE.UU., y se fabricó una versión para el ejército que se distinguía de la versión civil porque podía llevar una bayoneta.

La Winchester modelo 1897, o M97 en argot militar, fue empleado por las tropas de los EE.UU. en la Primera Guerra Mundial. Los tiradores descubrieron que podían disparar contra las granadas de mano que les arrojaban los alemanes y hacerlas estallar en el aire o desviarlas de su trayectoria. En el fondo, no existe mucha diferencia entre tirarle a un pato o tirarle a una granada de mano.

Pero la M97 fue célebre por otras razones. La munición militar disparaba posta gruesa, nueve balines por cartucho. Un escopetero podía quemar los seis cartuchos seguidos moviendo la corredera hacia detrás y hacia delante sin soltar el gatillo, y no hacía falta apuntar con cuidado, porque el tiro amenazaba a todo lo que se le ponía por delante. En un pispás, un escopetero barría la trinchera enemiga a perdigonazos, con cincuenta y cuatro balines de grueso calibre. La llamaban la barretrincheras.

Por eso mismo, el 10 de septiembre de 1918 el gobierno alemán elevó una protesta diplomática formal contra el gobierno de los EE.UU. (recuerden: estaban en guerra) por el empleo que hacía éste de las escopetas de repetición.

Los alemanes sostenían que el uso del Winchester M97, citaré textualmente, era contrario a las leyes de la guerra. Argumentaron, vuelvo a citar, que está expresamente prohibido el empleo de armas de cualquier tipo, proyectiles o materiales diseñados para causar un sufrimiento innecesario, y la escopeta de marras, proseguían los alemanes, provocaba sufrimientos innecesarios. Caramba.

Ahora se sorprenderán ustedes al saber que los americanos se tomaron en serio esta denuncia y ordenaron una investigación. Robert Lansing, Secretario de Estado y Juez Abogado General del Ejército de los Estados Unidos consideró las leyes en vigor, los tratados internacionales y las características de la escopeta. Después de examinar las pruebas, concluyó que el uso de la Winchester M97 era legítimo y desestimó la demanda del gobierno alemán.

Hubo un rifirrafe diplomático que acabó en nada. Los alemanes se quejaron del veredicto y amenazaron con represalias, pero los americanos respondieron que pagarían represalia por represalia y las dos partes dejaron estar todo el asunto porque no llevaba a ninguna parte. Hay quien dice que es la única vez que se ha cuestionado el empleo de una escopeta en combate por razones humanitarias.

Después de esta historia, me queda en la recámara una pregunta. ¿Qué arma no provoca sufrimientos innecesarios?

Triste confirmación

¿Se acuerdan de esto? Pues lean esto otro y ya me dirán quién tenía razón.

Hoy también es el día...

Siguen en la radio. Hoy también es el Día Mundial sin Alcohol, dicen. El espacio lo patrocina una marca de licores, lo que hay que ver.

Hoy es el día...

Escucho en la radio que hoy es el Día Mundial del Dolor Lumbar. Pues ¡empezamos bien el día...!

Política y deporte

El deporte es, pese a todo, una mamarrachada fascista.

Laurent Binet

El orín del olvido

Hace un tiempo dediqué un apunte de El cuaderno de Luis a una estatua de Marés con una curiosa historia a sus espaldas. Lo titulé La Niké republicana, y pueden recordarlo, si quieren, haciendo un clic en el enlace que les he dejado antes. Se dijo entonces que la Victoria de Marés, que era en verdad una república disfrazada, entraría a formar parte del Museo de Historia de la Ciudad, pues era una escultura de mucho mérito.

Hoy, La Vanguardia publica una fotografía en la portada (de la que copio un trozo) que nos dice adónde ha ido a parar la república victoriosa, o la victoria republicana, de Marés. Ha ido directa al almacén, donde no se encontrará sola, pues, dice el periódico, la acompañan treinta mil piezas más de toda clase y tamaño, desde instrumentos de piedra del Neolítico hasta pinturas contemporáneas. Todo amontonado y catalogado, enterrado en una anónima nave industrial de la Zona Franca, cubriéndose con el orín del olvido y la desidia.

Treinta mil piezas... ¿No les pica la curiosidad?

Trabajos forzados

La mayor parte de los escritores no se ganan la vida con lo que escriben. En España, a decir de un famoso editor, no son más de cinco los que viven de sus novelas. El resto tiene que dar clases en la universidad, publicar artículos en los periódicos, dar conferencias o fichar cada mañana en una oficina para poder comer... y escribir. Para algunos escritores, el trabajo es un suplicio que no les permite escribir; para otros, aunque parezca mentira, es una liberación que les permite distraerse de la escritura, pues la escritura es una amante celosa, caprichosa y tiránica, capaz de agotar a cualquiera.

Jack London, por ejemplo, cuando comenzó a ganarse la vida con sus cuentos, dijo que escribir era lo más parecido a unos trabajos forzados, y de ahí el título de la doctora Daria Galateria, Trabajos forzados (Los otros oficios de los escritores), que publica Impedimenta traducido por Félix Romeo.

Es un ensayo ameno y curioso, que rastrea las biografías de algunos escritores y sus trabajos forzados. Unos contemplan la oficina como una liberación; otros, como la propia esclavitud. Los hay que dejaron de trabajar para escribir, y se sintieron al fin libres, y viceversa, abandonaron la escritura para poder trabajar y liberarse. Se dan escritores que fueron hábiles cazadores de focas, eficientes contables, contrabandistas astutos, empresarios de mucho éxito o fracasados, detectives privados metidos en el ajo, vendedores puerta a puerta de funesto recuerdo, trabajadores manuales en una cadena de montaje... Bajo la anécdota, se oculta un mundo complejo e interesante. Es un libro recomendable.

Gran Premio de Abu Dabi 2011

Y yo qué sé cómo se escribe Abu Dabi. Lo escribo como suena y me ahorro poner haches aquí o allá. ¿Me equivoco? A conciencia, lo siento. Pero superado el obstáculo ortográfico, el gran premio de Abu Dabi estuvo la mar de bien, porque fue una de esas carreras donde la estrategia cuenta mucho, pero no menos que la pericia de los pilotos, que protagonizaron adelantamientos muy espectaculares.

La sorpresa, porque hubo sorpresa, es que Vettel pinchó la rueda trasera derecha de su Red Bull en un pispás. No duró ni dos curvas y se fue contra la valla. Llegó al box como pudo y los mecánicos dieron el bólido por irreparable ahí mismo. Hamilton, pues, se lanzó hacia la primera posición y Alonso, de Ferrari, le fue detrás todo el tiempo, logrando una segunda posición que tiene mucho mérito. El otro Ferrari, el de Massa, cuarto. En fin, ¡menos da una piedra!

El voto en contra

Tengo que admitir, damas y caballeros, lectores míos, que todavía no sé a quién votar. Tengo muy claro a quién no votaré, pero no veo yo un partido en el cual pueda delegar mi soberanía para decidir las cosas del Estado con la conciencia tranquila, el ánimo dispuesto y el intelecto convencido. De hecho, lo de votar con la nariz tapada, fórmula empleada en otras ocasiones, deja mal sabor de boca y votar en blanco tiene un aire de frustración que quisiera evitar. Lo dicho, me gustaría votar, pero ¿a quién?

Sería muy interesante que pudiera votarse a favor o en contra de tal lista. Usted tiene un voto. Puede escoger votar a favor de tal partido político, porque cree que es quien lo hará mejor, o por cualquier otra razón más o menos peregrina, o votar en contra de éste, expresando con su voto que usted no lo quisiera ver mandando ni en pintura, y que cualquier otro lo haría mejor o le caería más simpático.

Un voto a favor suma uno; un voto en contra resta uno. Usted selecciona la lista, su voto, y la deposita en la urna de votos positivos (a favor) o negativos (en contra). Pero tendrá que escoger entre apoyar un proyecto político o mostrar su rechazo por el mismo. Un solo voto.

Podría darse el caso, después del recuento, que el partido más votado es también el más rechazado, y que miles de votos a favor quedan anulados por miles de votos en contra, dejando un resultado final menos que modesto, que supera con exquisita facilidad un partido que no es ni conocido ni odiado, lo que, bien mirado, no está mal. Un partido odiado, con más votos en contra que a favor, no tendría representación. ¿Cambiaría mucho nuestro panorama electoral? Pues ¡no lo sé!

¿Es ésta una propuesta descabellada? ¿Una insensatez? O por el contrario ¿es razonable? ¿Mejora la capacidad de decisión del ciudadano sobre la política de su república? Yo creo que sí, que tiene más poder de decisión, pero ¿qué piensan ustedes? Al fin y al cabo, eso es lo que importa.

Qué dicen los inspectores de Hacienda

No deja de resultar curioso que, desde hace unos años, los trabajadores asalariados y los pensionistas paguen, de media, más impuestos que los empresarios y los profesionales que van por libre (dentistas, arquitectos, lampistas, etc.). Eso quiere decir o bien que tenemos unos empresarios que son unos santos varones, que prefieren sacrificar sus ingresos a cambio de los ingresos de sus trabajadores... o son unos tramposos de mucho cuidado.

Las cifras del desarrollo económico de los últimos años señalan hacia la segunda opción. El desequilibrio en el reparto de las rentas se ha acentuado en estos tiempos de bonanza. Dígase en cristiano: los pobres siguen igual de pobres; los asalariados se han endeudado hasta las orejas, pero su salario no ha mejorado demasiado; los ricos se han enriquecido mucho, muchísimo. Eso sí, pagan menos impuestos que los asalariados, ya sea en su conjunto o ya sea en tantos euros per cápita. ¿No les parece un escándalo?

Considérese, luego, que el fraude fiscal en España superaba los 88.000 millones de euros hace cuatro o cinco años. Hoy, a ojo, podríamos estimarlo en 100.000 millones de euros, o más. Casi nada, calderilla... Uno de cada cinco euros defraudados a Hacienda se defrauda en Cataluña, donde el número oficial de pobres ya supera los dos millones y medio de catalanes. Se dice pronto.

En éstas, los inspectores de Hacienda han levantado el dedo y han dicho la suya.

No sabía yo que existiera una Organización de Inspectores de Hacienda del Estado, ni que celebrara un congreso anual. Pero existir, existe, y el congreso lo celebraron ayer, en Cádiz, y van veintiuno. ¿Y de qué discutieron?

De sus cosas, pero denunciaron lo dicho.

Dicen que la crisis ha disparado el fraude fiscal y la economía sumergida. Nada nuevo. Pero ahora mismo, el 85% de los ingresos del Estado provienen de las nóminas de trabajadores y pensionistas. Hace cuatro años, era un 72%. Y aquí hay algo que no funciona, porque en estos cuatro años, desde 2007, las rentas del trabajo han disminuido ligeramente (es decir, que cobramos menos a final de mes que hace cuatro años). En cambio, las rentas del capital han aumentado un poco por encima del 3% (los beneficios de las empresas, el capital ahorrado o invertido, los ingresos de autónomos, etc.), en vez de estancarse. Ahora mismo, estas rentas del capital suman más del 44% del PIB... ¡pero sólo pagan el 15% de los impuestos que ingresa el Estado!

En Cádiz, los inspectores afirman contundentemente que de la crisis se sale recaudando más y mejor. Pero apuntan alto, hacia las rentas del capital, porque, afirman, no se puede depender casi en exclusiva de las rentas de los trabajadores, que están exprimidas al máximo. Los inspectores de Hacienda, pues, piden nada más y nada menos que... aplicar la ley. Que al tramposo se le caiga el pelo. No hace falta subir los impuestos, hasta podrían bajarse, si la recaudación contara con más medios. Se añade una cifra curiosa: por cada sesenta céntimos invertidos en inspeccionar, se recupera un euro.

Total, que por algo se queja Juan Rosell (como Juan firma en www.ceoe.es) de los funcionarios y siempre pone de ejemplo de funcionario malvado a un funcionario de Hacienda. Imagínense que éste se ponen a trabajar en serio y le pilla pagando menos impuestos que su secretaria, que se ha dado el caso en más de una ocasión. Don Juan tiene el miedo en el cuerpo.