La Follia di Spagna (y II)

A Lully se le presentó un problema: la follia era muy divertida, pero no podía bailarse en Versalles. En la Corte eran unos finolis y la follia era popular, la pieza que se tocaba con la guitarra en las tabernas. Además, la primera follia era demasiado rápida para los gustos de palacio. Así que, en 1672, Lully estableció el esquema de la segunda follia, éste: i-V-i-VII-III-VII-i-V / i-V-i-VII-III-VII-i-V-i.

La frenética danza española, explicó, se convirtió en algo más sosegado y civilizado, simétrico, que seguía tolerando (pedía a gritos, más bien) variaciones del tema principal. Fue Lully quien la bautizó: La Follia di Spagna (también conocida como Folies d'Espagne, en plural).

La gracia de la follia es que presenta una sucesión de acordes que forman una melodía básica. Mientras las notas aparezcan en el mismo orden y mantengan la misma distancia entre sí, mientras se conserve la estructura básica, uno puede jugar con la melodía, improvisando delante del público o reflexionando sesudamente delante de una partitura en blanco.

Y eso fue lo que pasó. De la noche al día, los principales compositores europeos se volvieron locos con la follia. Nunca mejor dicho.

Scarlatti compuso tres variaciones para arpa y Salieri (el de la película), veintiséis, y para orquesta sinfónica. Corelli hizo un concerto grosso con la follia; Vivaldi, otro; Haendel, su famosa Sarabanda; Bach compuso cantatas alrededor del tema de la follia; Marais también escribió variaciones. Hasta Beethoven juega con la estructura de la follia en su Quinta Sinfonía, lo que ya es decir. Aunque Liszt compuso su Rapsodia española hacia 1863, basándose en la follia, el Romanticismo no estaba para follie, porque los románticos ya estaban todos un poco locos (véase a Wagner, por ejemplo). Pero la follia seguía allí, en el fondo, influyendo sobre todos, pues había enseñado el juego de las variaciones a todos los grandes y uno bebe de las fuentes cuando tiene sed. En el siglo XX, Rachmaninov y Ponce compusieron variaciones sobre la follia, para piano el primero y para guitarra el segundo.

Y las que vendrán.


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