Que se chinchen


Fíjense qué horror. Doña Svetlana Tendler, que ejerce la medicina en el estado de Maryland, EE.UU., descubrió la piel de todo su cuerpo (copio) llena de verdugones rojizos, irritados, inflamados, hinchados y que picaban mucho. Esa profusión de ronchas le produjo (prosigue la copia) una severa infección y llamativas y prominentes cicatrices. Su abogada, la señora Lust, añade que la señora Tendler tuvo que someterse a un prolongado tratamiento de antibióticos y cortisona, que le produjo una infección fúngica y una foliculitis facial severa, que se extendió posteriormente por el pecho, los hombros, el cuello y el cuero cabelludo. ¿No me creen? ¡Fíjense en las fotografías! ¡Espeluznantes!

¿Qué le había ocurrido a la señora Tendler? Que había sido atacada por las chinches en una habitación del Waldorf Astoria, en Nueva York. ¡El Waldorf Astoria...!

De eso hace ya tres años. Desde ese día he intentado olvidar el horror de aquella noche, manifiesta la señora Tendler, pero lamenta no haberlo conseguido. Siento que algo muy importante de mi vida me fue arrebatado entonces y nunca más he vuelto a tener conmigo, afirma. Sentí que era devorada viva por las chinches, que recorrían todo mi cuerpo, recuerda con pánico.

La señora Lust, la abogada, añade: Mi clienta siente terror cada vez que tiene que pasar la noche en un hotel. Ahora lleva siempre consigo un pulverizador insecticida, una lupa y una linterna para localizar y eliminar las chinches cada vez que duerme fuera de casa. La señora Tendler, añade, ha desarrollado una fuerte ansiedad y duerme mal. Vive aterrorizada y cree que cualquier día aparecerán las chinches en su casa. También dice que su cara nunca ha vuelto a ser la misma; está desencajada. Siente una desazón muy grande cada vez que sale de casa y cuando fue de vacaciones a las Bermudas, dos días después de pasar la noche en el Waldorf Astoria, se quedó sin poder tomar el sol. ¡Hasta aquí podríamos llegar!

El señor Tendler, en cambio, no sufrió el ataque de los crueles insectos. El matrimonio duerme en camas separadas y el señor Tendler acertó con el lecho sin chinchar. El señor Tendler no ha hecho declaraciones.

El gerente del Waldorf Astoria, don Brad Mills, tomó cartas en el asunto. Ofreció un descuento a la familia Tendler y les ayudó a fotografiar los estragos causados por los bichos. Luego puso en una bolsa de plástico, a disposición de la señora Tendler, una chinche que pillaron en su lecho. El hotel inspeccionó posteriormente la habitación 1651, donde ocurrió todo, y concluyó que no había más chinches por las que preocuparse.

Eso ha sido todo, observa la abogada Lust. No hemos tenido más noticias del hotel y creemos que ya es hora de exigir una compensación adecuada. La abogada reclama que el hotel sufrague los costes médicos del tratamiento de la señora Tendler, más una o varias operaciones de cirugía plástica para remediar los estragos causados por el suceso y eso que llaman daños morales. En total, diez millones de dólares.

Dos pequeñas observaciones. En primer lugar, es el tercer caso de ataque de chinches en el Waldorf Astoria que ha llegado a los tribunales en 2010. En segundo lugar, lust, en inglés, quiere decir lujuria, pero también codicia, y también es casualidad que se apellide Lust la abogada de la sufrida señora Tendler.

En fin, investigaré a ver si hay chinches en la oficina, por jubilarme.

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