Con los libros a otra parte


La noticia saltó a la prensa hace unos días: el Ministerio de Cultura ha adquirido por tres millones de euros el archivo de Carme(n) Balcells. Son cinco camiones cargados de papeles, dos kilómetros y medio de estanterías con manuscritos, galeradas, versiones inéditas, cartas, fotografías, dibujos, apuntes y anotaciones de los mejores escritores en lengua española del siglo XX. Son cinco camiones cargados con el producto de la Barcelona más rica, universal, moderna y culturalmente viva del siglo, la Barcelona que me gustaría encontrarme al salir a la calle, la Barcelona que entre todos mataron y ella sola se murió.

En el archivo Balcells se guarda una abundante colección de manuscritos de cinco (5) premios Nobel (Vicente Aleixandre, Camilo José Cela, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa), cinco Premios Nacionales y un largo etcétera de la mejor literatura catalana, española e iberoamericana. Conserva documentos de tres generaciones de escritores, de personajes como Jaume Ferrán, los hermanos Ferrater, Juan Marsé, Miguel Delibes, Ana María Matute, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Josep Maria Castellet Juan Goytisolo, Manuel Vázquez Montalbán, Gustavo Martín Garzo, Eduardo Mendoza, José Donoso, Juan Carlos Onetti, Gonzalo Torrente Ballester, Julio Cortázar, Alfredo Bryce Echenique, Isabel Allende, Rosa Montero o Javier Cercas, entre muchos otros.

Rogelio Blanco, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas del ministerio, se mostró emocionado al anunciar la noticia, y no había para menos. Dijo que el precio de este archivo en el mercado era muy superior al que había pagado el ministerio, y que la agente editorial entregó el archivo al patrimonio público, cito, para beneficio de todos los españoles. Por voluntad de la señora Balcells, el archivo debe permanecer unido. Ahora mismo, permanecerá en el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares, Madrid. Nadie descarta un museo o una exposición permanente.

Aunque es una figura polémica que despierta pasiones encontradas, sin Carme(n) Balcells no se puede concebir el desarrollo de la industria editorial catalana, el auge de Barcelona como capital cultural de España en los años sesenta y setenta, la eclosión de la literatura iberoamericana... Aunque lo suyo era el negocio, la señora Balcells se movió entre los grandes, y fue ella quien los engrandeció.

Dicen por ahí, y nadie lo desmiente, que el archivo fue ofrecido tanto al Ayuntamiento de Barcelona como a la Generalidad de Cataluña y que ninguna de las dos instituciones mostró interés en el asunto. Malas lenguas aseguran que la respuesta de estas instituciones fue que la literatura española no es competencia de las autoridades catalanas. ¡Brillante! Hemos dejado escapar otra vez un legado patrimonial del tamaño de la copa de un pino (del tamaño de cinco camiones, para ser exactos). Espero que eso que dicen las malas lenguas no sea verdad, aunque no me extrañaría que así fuera, porque por alguna razón será que la Barcelona que conocieron todos esos escritores, tan culta, tan rica y tan cosmopolita, hace ya tiempo que yace sepultada bajo gruesas capas de provincialismo y corrupción.

1 comentario:

  1. Me has quitado las palabras de la boca, especialmente "provincialismo y corrupción"

    ¡Bravo!

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