Tony Curtis (1925-2010)


El aria de las Variaciones Goldberg

El margrave Hermann Carl von Keyserlingk sufría insomnio y no pegaba ojo en toda la noche. Para remediar su mal, acudió a Bach. Me compones algo que me haga dormir, dijo, y tal hizo el genio. Así nació Aria con variaciones diversas para clavecín de dos teclados. Sentado al clavecín, oculto por una cortina, el señor Goldberg, músico de cámara del margrave, pulsaba las teclas y el margrave caía frito al instante. De ahí por qué estas variaciones son las Variaciones Goldberg.

El mérito de Bach es doble. En primer lugar, tuvo un reconocido éxito terapéutico, pues consiguió adormecer al insomne. En segundo lugar, porque compuso un monumento musical de primer orden. Véase. Las treinta variaciones se construyen alrededor de un tema único (una aria de dos secciones con repetición de dieciséis compases cada una) y finalizan con una aria da capo e finale, una vuelta a los orígenes. No existe una melodía común, sino las variaciones armónicas de la línea del bajo, que mantienen un tema constante en todas las melodías. Cada tres variaciones, aparece un cánon, y los cánones se siguen en orden ascendente. El ciclo es un cánon, una danza (donde se luce la mano derecha) y un arabesco (donde se cruzan las manos). Si alguien sabe lo que acabo de decir, que me lo explique, porque me he quedado igual de frito que el muy honorable Hermann Carl von Keyserlingk intentando comprenderlo.

Les dejo con el aria interpretada al piano por un músico genial y excéntrico, Gould. Quizá sea el músico que mejor ha interpretado estas variaciones, o quizá exagero cuando afirmo tal cosa. En todo caso, su interpretación no deja indiferente a nadie y es de ésas que hay que oir. Agárrense y disfruten.

Debate político-cinematográfico


A la vista de los resultados previstos en las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña, los analistas políticos discuten si se trata de El Imperio contraataca o de El retorno del Jedi, aunque hay quien cree que será un fracaso en taquilla, por la poca afluencia de público.

Resumen de una jornada chunga


La oficina, como cada día, con la notoria excepción de algunos miembros del comité de empresa, que se tomaron un día de vacaciones para cubrir el expediente y no encontrarse con un descuento en la nómina. En la calle, más coches, por no tener que depender de los servicios mínimos, y lo demás, como siempre: las tiendas, los bares... Eso sí, en el centro de Barcelona, los piquetes coaccionaron a los comerciantes, que bajaron las persianas a su paso, para levantarlas después, lo que demuestra que no actuaron por convencimiento. Siempre resulta desagradable ver una idea imponiéndose violentamente.

Luego, en la misma zona, se echaron los energúmenos a la calle, a romper y saquear, de forma mucho más planificada de lo que puede parecer a simple vista. Los cafres atacaron en hordas adocenadas, unos por aquí y los otros, por allá. Agredieron a la prensa, a la policía y a todo lo que se les puso por delante, quemaron automóviles, contenedores y se negaron a tomar una ducha. Hubo palos y quebrantos, y decenas de heridos por contusión, corte o abrasión. El mobiliario público, a tomar viento y hubo actos de saqueo premeditado. Tenemos un problema en casa y no queremos darnos cuenta.

Luego se produjo el milagro de las multitudes, que es el equivalente en política del milagro de la multiplicación de los panes y los peces: se manifestaron pocos miles de personas y se contaron por cientos de miles. No va a ser menos, si resulta que en el Paseo de Gracia caben doce personas por metro cuadrado. Así que uno llena una calle y ya suma cien mil personas, por no contrariar el criterio de la Guardia Urbana.

Todos dicen que han ganado, y todos sabemos quién ha perdido. A decir verdad, en algunos sectores, ni se notó la huelga. En cambio, en algunos otros, no trabajó nadie. El consumo de energía eléctrica nos dice que la actividad industrial se redujo alrededor de un veintitantos por ciento. Los convocantes de la protesta hablan de un seguimiento masivo y el Gobierno de un seguimiento así así. Unos empresarios cifran el seguimiento en poco más de un 4% (no es broma) y otros en más del 65% (no será tanto). Así que ya tienen el follón servido, si fueron pocos o muchos, y cuántos, y en río revuelto, ganancia de pescadores, y ya nos entendemos. La prensa inunda los titulares de éxitos o fracasos, según sus propios intereses y el común, en desazón, porque aquí no da la talla ni el sastre.

(Un dato objetivo. El número de visitas de El cuaderno de Luis el día 29 ha sido un 34% superior al de la media del último mes, siendo el cuarto día más visitado de los últimos treinta días. Lo que no quiere decir nada.)

La vista, alegre

Ojos como el cielo, azules. Como la mies del campo, así se mecen sus cabellos. Ha sido aquí, ahora. ¡Qué día tan hermoso! Uno se deja querer por la brisa y mantiene la vista alegre.

Avances científicos

Según un nutrido grupo de expertos, el síndrome postvacacional puede alargarse hasta las próximas vacaciones.

Servicios mínimos y reivindicaciones

Ante la jornada de huelga general que se nos ha echado encima, el autor de este cuaderno informa que cumplirá con los servicios mínimos estipulados para la edición y publicación de blogs, aunque avisa que algún piquete podría alterar el tráfico de información, qué le vamos a hacer. El autor aprovecha para señalar que no sabe cómo se hace una huelga por internet, pero le resta importancia al asunto.

Siguiendo con las reivindicaciones, el autor de este cuaderno sigue haciendo una huelga periodística y se niega a comprar la prensa diaria por evitar la tontería de los meses previos a las elecciones. Su empecinamiento se acrecienta cuando lee de gorra los periódicos que compra su hermano y los que encuentra por la oficina, que le ilustran diariamente sobre la sabiduría de su decisión y le confirman en la razón de su protesta.

Ya puestos, el autor de este cuaderno reivindica el justo derecho de uso y disfrute de una villa toscana con un Lancia Aurelia recién restaurado en la puerta, pero vaya caso que le van a hacer, al autor, lo veo venir. No hay derecho.

Mi tío Napoleón


Lamento saber tan poco de literatura persa, qué quieren que les diga, pero he sabido que Iraj Pezeshkzad alcanzó un sorprendente éxito de ventas en Irán con su novela Mi tío Napoleón. La novela se prestaba a una adaptación televisiva; se convirtió en un serial y el serial enganchó a todo el país delante del televisor. Eran los tiempos de la tiranía del Sha, mal rayo le parta, y el humor de Pezeshkzad fue un pequeño alivio. Llegó la Revolución Islámica y los aires de libertad duraron... zas... nada. Tan poco duraron que Mi tío Napoleón está hoy prohibida en Irán, y esa prohibición alumbra una vez más la enfermiza tiranía del actual gobierno de ese país. Pezeshkzad vive en París, exiliado; sus razones tendrá. ¿Cómo es posible que alguien prohiba Mi tío Napoleón? ¿Es una novela peligrosa? Quizá porque hace reír.

Mi tío Napoleón es una comedia que se sobrepone a una muy sencilla historia de amor. Estamos en Teherán, hacia 1941, y el protagonista (narrador) se enamora de la hija de su tío, un antiguo soldado bravucón y charlatán que venera la figura de Napoleón Bonaparte. Pero justo entonces el padre de ella, el tío Napoleón, se enemista con su cuñado, el padre del narrador, por un quítame allá esas pajas y ya la tenemos liada. Los enredos se suceden al más puro estilo de Plauto (o su equivalente persa), turnándose los disparates y el esperpento, pero sin exagerar demasiado. Disfrutamos de un humor simple, casi infantil, al alcance de cualquiera, aunque no por ello menos demoledor. Esa ligereza, permítanme llamarla así, hace que algunos sesudos lectores puedan considerar Mi tío Napoleón una obra menor, aunque entretenida y meritoria. Los censores iraníes, en cambio, consideran esta comedia una gravísima amenaza para la tiranía que los sustenta, cosa que nos afirma en considerarlos enfermos, prácticamente podridos por dentro.

La verdad, Mi tío Napoleón se lee bien, ofrece un entretenimiento sin complicaciones y está muy bien tramada. Algunas escenas son memorables y el conjunto es recomendable. Traducen la obra Víctor Fuentes y Nazanin Amirian. Edita Ático de los Libros, felicidades, porque irse a Persia a buscar buenas novelas tiene su mérito.

Hay que saber imponerse


En la batalla de Messines, el 7 de junio de 1917, un búnquer alemán bloqueó el avance de las tropas británicas del 6.º y 7.º de Londres, causando numerosas bajas y poniendo en apuros toda la ofensiva del X Cuerpo de Ejército, hasta que un sargento mayor, haciendo gala de gran valor e insensatez, se lanzó contra el enemigo a pecho descubierto, cruzó la tierra de nadie a la carrera y se plantó justo encima de la posición enemiga. Entonces descubrió que se había dejado las granadas de mano en casa y que se encontraba completamente desarmado. ¿Qué hizo? La emprendió a pedradas contra los ametralladores, mientras ordenaba a sus hombres tomar los flancos de la posición. Mantuvo la presión sobre el enemigo, piedra va, piedra viene, hasta que se quedó sin piedras. Para entonces, los alemanes ya habían sido rodeados y se rindieron. El sargento mayor tomó la posición, capturó sesenta y cuatro enemigos y se ganó una mención en el parte del día. El hecho es absolutamente verídico.

Gran Premio de Singapur 2010


Una victoria para Alonso (¡bien!) y una décima posición para Massa (al menos, puntúa). Tal ha sido el resultado del Gran Premio de Singapur. Veintiséis puntos para casa y el Campeonato de Pilotos, emocionante. El de Constructores se nos escapó hace tiempo, lástima.

Desaguisados


Es fácil encontrar en el Ensanche de Barcelona edificios centenarios a los que se añadió un ático o una, dos o tres plantas más, con tan poca gracia y tan malas artes que descubrir el desaguisado hace daño a la vista. En la fotografía, un edificio de la calle Aragón, uno entre tantos. Tenemos que recordar que en los años sesenta no se valoraba un ápice el patrimonio arquitectónico modernista (o de cualquier otro tipo) y que la especulación urbanística estaba al orden del día. No nos echemos las manos a la cabeza, pues es como ahora, poco más o menos. Lo que le están haciendo a Gaudí en la Sagrada Familia es de juzgado de guardia, y la burrada del Fórum es el resumen de años de imbecilidad y desmesura. Parece ley de vida y se predica la resignación, pero hay personas con nombre y apellidos detrás de todas y cada una de estas barbaridades.

Después de volver al trabajo, se siente...

En este cuaderno nos aficionamos a hacer algua encuesta de vez en cuando, una pequeña encuesta que no tiene nada de significativa, pero que sirve como excusa para hablar de cualquier cosa. Esta vez, con la perspectiva de casi todo el mes de septiembre, hemos preguntado Después de volver al trabajo, se siente...

La mayoría se siente... fatal, para qué mentir. El regreso a la oficina es sentido así por dos de cada tres lectores. Uno de cada seis, además, se siente... aburrido y añorado.

Una minoría se siente... felicísima, exultante de alegría. Me ahorraré los comentarios, pero esta minoría es carne de psiquiatra. Esto ¡no es normal! Son poquitos, uno de cada dieciséis.

Quiero destacar un grupo de lectores pragmáticos, que a la vuelta de vacaciones se sienten... sobre una silla. No sé si se trata de una declaración objetiva o de un rechazo cínico. Quizá sea una humorada, quizá una respuesta obvia, o que necesitan gafas para leer. No sé yo.

El caso es que el síndrome post-vacacional no es un malestar, sino un conjunto de malestares, que pueden manifestarse todos, algunos o pocos, y que tienen una causa ambiental: la oficina y todo lo que implica. Estos malestares pueden darse el primer día o mantenerse algunos días, incluso semanas, y son el producto de una manifestación de rechazo y defensa. Sin ánimo de exhaustividad, los síntomas pueden ser: depresión, irritabilidad, astenia, tristeza, apatía, ansiedad, insomnio, dolores musculares, tensión, nauseas, palpitaciones, taquicardias, sensación de ahogo y dolor de tripas, asociado a episodios de mala digestión o diarreas.

Los tontorrones que escriben libros de autoayuda afirman temerariamente que estamos así porque queremos. Aplican el dicho que dice que el ambiente no es lo importante, sino lo que uno siente dentro, y que, por lo tanto, si uno se pone enfermo es porque quiere. Se trata de afrontar el reto de manera positiva, de convertir esa vivencia social en un motor de oportunidades, dicen. Se trata, una vez más, del discurso new age neoliberal que afirma que la culpa es nuestra, no de las personas que nos amargan la existencia o nos ponen las cosas difíciles. Algo de culpa tendremos, no diré que no, pero recuerden que el trabajo es una maldición divina y que griegos y romanos consideraban el trabajo propio de bestias, no de personas.

Mannequin Grande Taille


Es decir, traduzco, modelo de tallas grandes. Una modelo de talla grande es una señora o señorita muy apetecible, bella, que tiene que medir más de un metro con setenta centímetros y vestir ropas que van de la talla 40 a la 52. En términos comprensibles, son señoras estupendas que responden a las apetencias masculinas mucho más que la colección de chiquillas canijas y esmirriadas que desfilan para los modistos de lustre. Así lo consideró Dove, por ejemplo, una firma de cosméticos que patrocinó el uso como modelos de mujeres normales. Curiosamente, las estadísticas afirman que el rechazo por las modelos de tallas grandes se da precisamente entre las señoras, no entre los caballeros.

Elena Miró ha sido expulsada de la sección oficial de la Semana de la Moda en Milán porque pretendía que desfilaran gordas por la pasarela, considerando gorda una talla 44 en una modelo altísima. El escándalo ha sido notable, pero en Milán siguen erre que erre, afirmando que las gordas les desmontan la barraca y que la moda es el imperio de la anorexia, no de las señoras estupendas. Si bien la obesidad es un problema en Occidente, la discriminación de las señoras estupendas es una burrada, una burrada enorme. Mal por Milán.

La Fiesta Menor


Sabrán perdonarme en Sitges y Santa Tecla donde quiera que esté si me refiero a los actos en honor de Santa Tecla como la Fiesta Menor, con un deje irónico, pero cariñoso, que compara la fiesta de Santa Tecla (23 de septiembre) con la fiesta de San Bartolomé (24 de agosto). San Bartolomé señala el final de las vacaciones de los forasteros de toda la vida, y los fuegos artificiales y los bailes populares atraen a muchos curiosos de los alrededores. Se celebra en olor de multitudes y por todo lo alto.

En cambio, Santa Tecla es una fiesta íntima, que no cuenta con tanto público forastero, pero sí con el mismo público indígena. Se acabó el verano, las vacaciones sucedieron en un pasado lejano y remoto, pasó la vendimia, sólo queda la gente del pueblo, los indígenas de toda la vida que repiten la Fiesta Mayor cambiando Bartolomé por Tecla y festejando el asunto de la misma manera, casi idéntica, pero sin tanto ruido como hace un mes. Los niños celebran una matinal infantil, donde sacan a pasear gigantes y dragones de papel cuché, que han fabricado ellos y sus papás durante el verano, y se repiten los fuegos artificiales, los vermús con la banda, los conciertos de chirimías, las misas y los sermones del señor rector, las procesiones cívicas y religiosas y los excesos pirotécnicos de los bailes populares. Todo... en privado. De Sitges, por Sitges y para Sitges.

Los forasteros de toda la vida sentimos añoranza de Santa Tecla. Nos gustaría vivirla, porque las (pocas) veces que hemos disfrutado de las fiestas de Santa Tecla, hemos disfrutado mucho y nos ha parecido todo maravilloso. Pero la oficina nos ata, la ciudad nos aprieta y quieren compensarnos con el fiasco y la muchedumbre de las fiestas de la Mercè. No hay color, qué quieren que les diga.

Las risas del rey Onsino


Aviso para navegantes: el patrocinio de internet es de San Isidoro de Sevilla; el de los ingenieros informáticos, San Raimundo Lulio (Ramon Llull); el de las telecomunicaciones, San Pedro Regalado; el patrocionio de los pianistas recae en Santa Cecilia. Santa Tecla, aunque es invocada por los piadosos usuarios de las computadoras en momentos de apuro, se dedica a otros menesteres en el Cielo. De hecho, tendría que especificarse a qué Tecla nos referimos, porque el santoral recoge unas cuantas. Por defecto, será Santa Tecla de Iconio, compañera de Pablo de Tarso, supuestamente virgen y posteriormente mártir. Pero hay que andar con ojo, porque no siempre es así. Ya verán el porqué de este aviso.

Cuentan que en el año 48 dC andaba San Pablo predicando en Iconia, donde conoció a Tecla, hija de Teoclia, de buena familia. Qué hizo Pablo y qué Tecla, sólo se supone. Tecla renunció al matrimonio con Tamiris, Tamiris denunció a Pablo por embrujar a Tecla, Pablo fue a dar con sus huesos al calabozo, Tecla robó su dote, sobornó a los guardias, liberó a Pablo y juntos huyeron de la ciudad para no volver. A partir de ese día, Pablo y Tecla fueron uña y carne, poniendo en apuros a quienes insisten en la casta virginidad del predicador y su compañera.

Pablo murió simplemente decapitado, pero Tecla era harina de otro costal. Así que la pillaron, en Seleucia, la echaron a un pozo lleno de serpientes venenosas. Nada. Luego quisieron despedazarla atándola entre dos bueyes. Nada. Quisieron quemarla y el verdugo acabó envuelto en llamas. Echaron mano de los leones. Nada. ¡No hubo manera! Así que la dejaron ir y Tecla se retiró a una cueva, para rezar y meditar sobre la futilidad de la existencia. Ahí estuvo unos años, tan tranquila, mientras la bilis se acumulaba en el hígado de sus enemigos. Éstos decidieron plantarse en la cueva y mancillarla por turnos, pero Tecla, viéndolos venir con malas intenciones, rogó ayuda al Señor y así entraron los villanos en la cueva, así se desplomó la galería, sepultándolos a todos. Cuentan que de Tecla pudo rescatarse un brazo, no más. El brazo fue llevado a Armenia, donde comenzó a ser venerado.

Aquí comienza el lío. En Tarragona, dicen, se veneraba una Santa Tecla desde hacía mucho tiempo, pero ¿qué Tecla era ésa? Cuando la nombraron patrona de Tarragona, a principios del siglo XII, se dijo que era la Tecla de Iconio, y se afirmó un tanto alegremente que había visitado Tarragona en compañía de San Pablo, ahí queda eso. Para adorarla en condiciones, en septiembre de 1319 Ramón de Aviñón y los cónsules de Tarragona, de parte de Jaime II de Aragón, partieron hacia Armenia. Su misión era traer de vuelta las reliquias de la santa, que conservaba entonces el rey Onsino de Armenia.

Resultó fácil. Pagaron al rey de Armenia cuarenta caballos andaluces, un trono de oro y dos mil quesos mallorquines (sic). El rey les cedió los derechos sobre el cadáver de la santa, que tenía dos brazos, dos piernas, etcétera. Recuerden lo que afirmaba la leyenda, que sólo pudo rescatarse un brazo. Regresaron con el cadáver y lo guardaron en el monasterio de Sant Cugat del Vallès. En 1321, Tarragona recibió el brazo de Santa Tecla y lo guardó en la catedral, como reclamo de peregrinos y fuente de ingresos.

En junio de 1811, el general Suchet ordenó el asalto y saqueo de Tarragona, que se había sublevado contra los franceses. El brazo de Santa Tecla desapareció durante la batalla. En 1814, los monjes de Sant Cugat cedieron el otro brazo de Santa Tecla a Tarragona, para que pudieran venerar alguna cosa, pero ¡caramba! Hace unos años reaparece el primer brazo, que una familia de Tarragona había puesto a buen recaudo durante el saqueo de la ciudad. Así que ahora se veneran en Tarragona los dos brazos de la santa, de la que sólo pudo rescatarse un brazo, insisto. ¡Milagro!

En éstas, mientras unos descubren el brazo desaparecido, otros descubren una basílica paleocristiana del siglo III dC en las obras de un aparcamiento en la ciudad, en 1995. En resumen, una tumba preside su camposanto, en la que se lee BEATA THECLA VIRGINE. Ésa era la Santa Tecla original, no la de Iconio, ni la de Armenia. Una muchacha tarraconense.

En Tarragona se guarda un respetuoso silencio sobre el particular, pero cuentan que en los valles de Armenia todavía se oyen las risas del rey Onsino.

Moneo me hace feliz

La catábasis oficinesca, aunque sea propiamente un descenso, se hace cuesta arriba, día tras día. Pero, ah, amigo, el destino no existe, y lo único que hay es el camino que uno hace, no lo que deja atrás ni lo que le espera delante, aunque se suponga. Tal lo dijo un filósofo con bigotes y un poeta con ganas, y puede que sea verdad. Por lo tanto, aunque el camino lleve a donde siempre llevan todos los caminos, aunque nuestra sombra viaje con nosotros, la gracia del asunto es el camino mismo, que es un pozo de sorpresas. A lo que íbamos, porque la cuestión es que en mi particular catábasis cotidiana atravieso el Auditorio de Barcelona y aunque sea por un momento, Moneo me hace feliz. Mis pasos me obligan a pasar bajo la linterna y no puedo evitar alzar la vista hacia arriba, fascinado.

Se inclinassi a prender moglie

Rossini nos obsequia con escenas inolvidables. En ésta, de L’italiana, el protagonista (Juan Diego Flórez) medita acerca de la tesis Si me inclinase a tomar una mujer... y recita el catálogo de bondades que reclamaría de una esposa. Mustafá (Mark S. Doss) intenta convencer al cagamandurrias acerca de las bondades de la candidata que le tiene preparada. ¿A qué tanta duda y tanta tontería? ¡Decídete, hombre! Tan seguro como que sale el sol, la muchacha escogida cumplirá con todas tus expectativas. Pero el tenor se resiste y al final, agobiado, sufre palpitaciones. Se le diagnostica estrés emocional. El duetto se grabó en Turín, en 2001.


San Eustaquio


Plácido era militar, un general de Trajano, aficionado a la caza. Acechando a unos ciervos, tropezó con un ejemplar de gran cornamenta, en medio de la cual se alzaba una cruz. Una voz se alzó en el bosque. Plácido, ¿por qué me persigues?, dijo la voz. Días después, volvió a tropezar con el ciervo. Tú sufrirás mucho por causa de Cristo, le dijo. Poco después, Plácido dejó el alcohol y se retiró a su casa de campo. Pero acuciado por los problemas de la hacienda y las cuitas de su mujer, acudió a la llamada de Trajano, regresó al ejército, batió a los enemigos del imperio y regresó a Roma. Por aquel entonces ya eran todos cristianos en casa de Plácido, que ahora se hacía llamar Eustaquio. Un desacuerdo con Adriano, sucesor de Trajano, le valió el martirio. Fue cocido con su mujer y sus dos hijos en las tripas de un buey de bronce, sumándose a la gran familia de mártires hervidos, asados o fritos. Hoy, 20 de septiembre, celebramos su martirio.

Cuentan que San Eustaquio es el patrón de los cazadores e intercede en los problemas familiares. Sin embargo, los romanos desconfían. Porque Sant’Eustachio (así le llaman) es veneradísimo en Roma (es uno de los dieciséis santos, un grupo de élite del santoral romano), pero en su iglesia no se casa nadie. ¿Por qué?, pregunta el incauto. El romano responde haciendo la señal del cornudo. ¿Cómo va a casarse nadie en una iglesia presidida por una cornamenta?

A la sombra de esos cuernos, en el rione (barrio o distrito) de Sant’Eustachio en Roma (tocando a la piazza Navona), se dio a conocer Caravaggio, Galileo reflexionó acerca del heliocentrismo, se compuso la primera ópera, la primera sinfonía, se confabuló para forzar la conversión del rey de Francia, se financió la campaña de Lepanto, se decidió el papado de una docena larga de papas y nació el Barroco tal y como lo conocemos hoy en día. Por si fuera poco, queda el Sant’Eustachio, il caffè, y no hace falta decir más. Los entendidos saben de qué hablo.

Manolo, el gorila baboso


Les presento a Manolo, el gorila baboso, uno de los amigos de Cissé. Lo ven así, un tanto contrariado y compungido, porque Cissé se ha vuelto a casa con sus papás y Manolo se ha quedado con un palmo de narices. Ahora ¿quién jugará con él? Yo me ofrezco, pero no es lo mismo.

La catábasis


Así, las vacaciones quedan atrás y se inicia la catábasis. Uno desciende las escaleras de la realidad y aparece en un andén. La única perspectiva a izquierda y derecha es un túnel negro como boca de lobo, que tendrá que transitarse en un vagón repleto de desconocidos que no conocen ni la mesura ni el desodorante. La metáfora obligará a los lectores optimistas a recordarme que se aprecia un puntito de luz al final del túnel, y que siempre puede uno bajarse del vagón y subir las escaleras que llevan a la calle en la primera parada, pero creo recordar que un optimista es un pesimista mal informado.

Se acabó lo que se daba


Sí, queridos lectores, se acabó lo que se daba, se acabaron las vacaciones, se abandona el Paraíso mientras el ángel de la espada flamígera le echa a uno a puntapiés, gritando aquello de no hay que hacer el vago, hay que ganar el pan con el sudor de la frente y otras zarandajas por el estilo. Como dijo Unamuno, me vences, pero no me convences.

Un paseo por el puerto


Recomiendo al menos una excursión al puerto de Aiguadolç. Es obligatorio iniciarla en la playa de San Sebastián. Uno se acerca entonces al cementerio y lo deja a la izquierda. Ahí comienza un paseo que bordea la costa. Es agradable acercarse al puerto sin perder de vista ni el sol ni la mar, y caminar con el ánimo y el auxilio de la brisa marina y el paisaje que uno va dejando detrás. Un personaje avisado descubrirá el búnker que domina la playa. El nido de ametralladoras dicen que se construyó durante la Guerra Civil (o inmediatamente después) y es el único que queda en Sitges, que yo sepa.

El puerto en sí no es nada del otro jueves, pero no está mal. Una calle principal llena de bares de diseño y restaurantes que ofrecen arroces y pescados, un par de discotecas pijas (siempre una más que otra), unos apartamentos minúsculos que imitan un pueblo de pescadores más propio de Disneylandia que del Mediterráneo, algunos coches carísimos aparcados aquí o allá; pocos millonarios, mucho quiero y no puedo y algún marino de piel curtida por los estragos del sol, que siempre cae alguno por ahí, no se sabe cómo ni por qué. En los amarres, de todo: chalupas minúsculas que cabrían de dos en dos en la bañera de casa o buques de gran calado que apenas pasan por la bocana del puerto con muchos apuros. Muchos carteles de Se Vende y el tintineo de los cordajes, los mástiles y los aparejos, endulzado por el chapoteo de las quillas. Me invade la poesía, pero recuerdo que me mareo en barco y me aguanto.

Como cada año


Cuando llega septiembre, llegan las riadas, las avenidas, las lluvias torrenciales que llenan barrancos, rieras, arroyos, ramblas y torrentes. Cada tantos años, la lluvia es tan súbita y abundante que causa algunos estragos. Recuerdo acudir al Paseo Marítimo de Sitges recién llovido, avisado por mis amigos, para ver bajar los contenedores de basura y los automóviles de los forasteros incautos, que no sabían que en septiembre no se aparca en tal o cual calle, porque llega el agua y barre todo. La violencia de la naturaleza no deja de asombrarnos. La falta de previsión de las autoridades, o su recalcitrante indiferencia, también.

Nuestra Señora del Vinyet


Ésta es una ermita muy estimada por los marinos. La Virgen del Vinyet ha protegido a los pescadores, a los patrones de cabotaje, a los simples grumetes, de galernas, naufragios y monstruos marinos, y su invocación era lugar común en situaciones de peligro marítimo. La pequeña iglesia está decorada con miniaturas de barcos dedicadas a la Virgen, por esa vez que nos libró de la ballena, por esa otra que nos apartó de los arrecifes, por aquélla en la que nos guió hasta el puerto en medio de la niebla. Es, además, con el permiso de San Bartolomé y Santa Tecla, la abogada de los indígenas en el Cielo, y lugar de bodas y bodorrios de los naturales del lugar.

Antaño, se podía beber del agua de su pozo con un botijo (qué fresca era) y las viñas de moscatel rodeaban la ermita. Hoy, el pozo está cerrado y las viñas han sido sustituidas por una plaza más y algo de cemento, cosas del urbanismo. Recuerdo las tardes bajo la sombra benéfica del porche de la ermita, con las bicicletas al alcance de la mano, reposando después de haber pedaleado por los entonces prohibidos jardines de Terramar. También han cerrado el porche con una valla metálica y hortera, decorando el lugar que parece cosa de santeros, empeñándose en borrar el rastro de nuestra adolescencia por la vida. Creo que me estoy haciendo mayor.

Esperando


La disposición de las mesas y los cubiertos, el lento anochecer, el rumor del mar, la brisa suave, levemente salada, la agitación de las sombrillas y el gruñir del estómago están esperando a que llegue la hora de ponerse a cenar. Todo forma parte del espectáculo, así tiene que ser visto, como una vez primera.

Alguien sacudió el reloj

Hace un año celebraba el bar del Hotel Terramar como ese rincón del mundo donde se había atascado el reloj en los años setenta. En efecto, para entrar y tomar una copa en condiciones, uno tenía que vestir pantalones de pata de elefante, lucir patillas y dedicar miradas de lujuria a cualquier rubia que pasara por sueca en varios metros a la redonda. Era el escenario ideal para una película de Roger Moore o Alfredo Landa, el rincón donde uno esperaba encontrarse a Elvis, jubilado y de incógnito. Pero alguien sacudió el reloj y los años setenta, puf, se han esfumado en un pispás. Si ahora asoman ustedes por ahí, encontrarán locales de diseño y restaurantes al uso. Celebro las novedades, pero añoro los lavabos que parecían antesalas de un puticlub de postín venido a menos.

Confesiones

El principal candidato a la Presidencia de la Generalidad de Cataluña, hoy en la oposición, confesó que se lo pasó bien cuando ejercía de estudiante universitario. Confesó un pasado mochilero y haberse emborrachado alguna vez, incluso ¡haberse fumado algunos porros! ¡Por el amor del Dios! Qué cosa tan terrible. Mochilero... Ahora comenzarán todos a confesar sus pecados, como en las Américas, donde los candidatos a la Presidencia se enfrentan a un telepredicador y han de hacer balance del estado de sus ánimas. Una vez, cuando joven, miré lascivamente a la vecina del quinto, confesará un candidato, pero eso no será nada cuando su competidor reconozca haber sido él quien, finalmente, se la llevó al huerto. ¡Cómo me gustaría ver algo así! Pero, en fin, el principal problema, creo yo, es que no confesarán qué libros realmente leen, si leen alguno, ni qué sustancias estupefacientes o alucinógenas toman ahora mismo, que algunas serán, vista su obra más reciente.

La Punta


Con los libros de historia en la mano, el Turó de la Punta (la colina de la Punta) es el accidente geográfico donde se instalaron los primeros suburenses. Está donde ahora el Ayuntamiento. Pero los indígenas, cuando hablan de la Punta, no hablan de esa mítica colina capitolinosuburense, sino de la escalinata que va de la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla al mar. Si no de la escalinata, del lugar genérico que ocupa. Un eso de por ahí, ya nos entendemos, y ya nos está bien.

Curioseando aquí y allá, descubrí que esa escalera la construyeron gracias a una suscripción popular hacia 1900, año más o menos. La suscripción no fue cosa fácil: los bolsillos eran pequeños y las necesidades, muchas, y se habían pasado diez años para recaudar los fondos necesarios.

No conozco los detalles del suceso, que seguramente será motivo de erudicción y deleite de los historiadores locales, pero he jugado a adivinar qué ola empapará a los curiosos que se acercan demasiado al balcón y me he empapado yo mismo, he contemplado anocheceres inmensos, y amaneceres suaves, he visto piernas larguísimas subiendo escaleras arriba, he visto bajar las bestias cargadas de pirotecnia escaleras abajo, he sentido el mordisco de la melancolía, el sopor del mediodía, el fresco de la brisa marina, la alegría de los días claros y el estremecimiento que provoca una galerna cargada de rayos, truenos y centellas asomándome a su barandilla. No está mal, ¿verdad?

El Cable


¿Saben que lamento? Que la fotografía me haya salido movida, que con las prisas... En fin, malo que es uno. Pero se da muy pocas veces poder fotografiar la pizarra de El Cable sin nadie alrededor, pues El Cable es uno de los locales de más solera, más concurridos de Sitges. Digámoslo de otra manera, si un suburense auténtico dice de ir a tomar unas cervecitas a El Cable, no hace falta decir más, y uno no puede considerarse un verdadero indígena si no entra en El Cable saludando a gritos a izquierda y derecha (el grito de salutación suburense es muy característico).

La Calle del Pecado


En Cataluña, la Guerra de la Independencia se llama Guerra del Francés, lo que presta a muchas confusiones, pues, desde poco antes de la mitad del siglo XVII hasta 1936, todas las guerras que se han librado en Cataluña se han librado contra francos o franceses, dejando a un lado las Guerras Carlistas, donde los catalanes de uno y otro lado se las apañaban solitos, sin ayudas del exterior. Esto viene al caso porque la calle Dos de Maig no celebra el 2 de mayo de toda la vida, el de 1808, sino un 2 de mayo posterior, de 1838, donde carlistas e isabelinos se liaron a gorrazos ahí mismo, a las puertas de Sitges. De hecho, perdón, no fue exactamente un 2 de mayo, sino un 1 de mayo... aunque era de noche, casi al día siguiente.

Total, que entre Franco y la Transición, que ahora cambian el nombre y ahora también, y la gente, que dice uno cuando es el otro, el lío ha sido tal que uno ya no sabe si va o vuelve, si celebra el primero o el segundo de mayo, ni de qué año, aunque, a fin de cuentas ¿qué importa? Dos de Maig queda para el nomenclátor. Si quieren dar con esta calle, pregunten por el Carrer del Pecat (calle del Pecado), y no se perderán.

Pero ¿a qué pecado en particular se refiere el común? Quizá a ninguno en particular, porque se dan muchos en esa callecita. La gula se celebra con alcohol, y la avaricia, con lo que le cobran a uno por el alcohol. También la soberbia y la lujuria, con tanta exhibición de cuerpos y tanto intento de llevarse al huerto a quien se ponga a tiro. Eso provoca envidias, naturalmente, y pueden acabar con ataques de ira, que me da mucha pereza describir ahora mismo. Será la calle del pecado que prefieran, tienen donde escoger, aunque existe una versión del porqué del nombre. Se cuenta la afición de ciertos caballeros por pasar por señoritas allá por el año de la catapún. No será necesario entrar en detalles.

Sigue siendo un lugar emblemático y se le ha quedado el nombre. Los fines de semana se pone imposible de gente. Pero las juergas de antaño, a su manera reivindicativas, se han quedado cortas ante la jarana contemporánea, claramente ociosa y consumista. Los tiempos cambian que es una barbaridad y los pecados de antes ahora parecen virtudes.

San Sebastián aquí y allá


En la playa de San Sebastián de Sitges encontramos un trozo de la baranda de la playa de San Sebastián de San Sebastián, también llamada Donostia, de allá por el norte. Se celebra así que una playa y la otra sean tocayas, y los pueblos atlántico y mediterráneo celebran hermandades y concordias, posibles por la evidente razón que viven lejos uno del otro, pues no suelen darse tan buenas intenciones entre vecinos. Cuentan las malas lenguas que la inscripción que celebra la ocurrencia, escrita en catalán y en vasco, tiene faltas de ortografía en ambos idiomas, para mostrar que la hermandad es completa hasta en la estulticia, pero no me he parado a leer si es verdad y creo que los chismosos andan por ahí con mala idea.

El cañón del Baluarte


Durante años, estuvo enterrado en cemento, mostrando apenas el cascabel a los indígenas, que no prestaban atención al caso. Cuando un turista entendido señalaba que se trataba de un cañón, la respuesta era siempre la misma: Pues ¿qué iba a ser, si no? Al final, no se sabe muy bien cómo ni por qué, rescataron la pieza del olvido y la devolvieron a su puesto en la batería.

Es un cañón de hierro de una batería de costa de finales del siglo XVIII. Como la artillería española de aquel entonces seguía el sistema Gibreauval, estimo, a ojo y sin tomar medidas, que se trata de una pieza de doce libras, que tendrá poco más o menos un calibre de 100 mm. Cuentan que este cañón y el resto de la batería ametrallaron a los malvados ingleses desde el Baluarte, y que unos y otros se pasaron bala va y bala viene sus buenas cuatro horas. Al final se largaron los ingleses por donde habían venido, sin conseguir nada más que la quema de pólvoras y mucho ruido.

Los tiempos han cambiado y este valiente cañón sirve a propósitos mucho más pacíficos. En él se sientan niños y doncellas y ya nadie gasta pólvoras para oír su voz. Prefiere permanecer callado y verlas venir. A las doncellas, naturalmente.

Corte de pelo


Poco después de señalar desde estas páginas que la palmera de la Rectoría se inclinaba demasiado sobre los asuntos del señor rector, se procedió a una poda que la dejó más pelada que un quinto, pero menos inclinada a dar con su copa en el suelo. Nos felicitamos por la poda, aunque el aspecto de la planta sea ahora mismo un tanto desgarbado, el de un adolescente recién crecido que espera a que le cambie la voz.

No quiero creerlo

El señor Rusiñol decoró su casa, el Cau Ferrat, con baldosas de cerámica pintada a mano de los siglos XVII, XVIII y XIX, por puro capricho de coleccionista. Cuentan, y no quiero dar crédito a mis oídos, que en los trabajos de restauración de este particular museo los paletas han ido a destajo y se han cargado algunas de estas baldosas (catalogadas y numeradas) como quien se carga las baldosas en la reforma de la cocina. Siguen contando, y sigo sin querer dar crédito a mis oídos, que uno de los responsables de la restauración quitó importancia al asunto, asegurando que conocía personalmente a un caballero que hacía baldosas de ésas mucho más bonitas y tiradas de precio, y que una por otra no iba a notarse la diferencia. Quiero creer que nada de esto es verdad.

Monza 2010


Con retraso, me felicito por el éxito en el Gran Premio de Italia. Primero y tercero... Bien, ¿no? Ya lo sé, el Campeonato de Marcas hace tiempo que se nos ha escapado de las manos, pero... quizá el de Pilotos... con un poco de suerte... Quién sabe... Lo que sí que es cierto es que Monza es Monza, un gran premio ferrarista. Aquí Ferrari echa el resto, por lo de correr en casa. Si gana, se celebra. Si no gana, cuentan que aparece el fantasma del Commendatore en la Oficina Deportiva y las larga frescas.
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En fin, que se ganó, menos mal. Ésta es la fotografía del equipo en el podio, tomada por el propio Alonso y publicada en http://www.ferrari.it/. Es una tradición no escrita en la Fórmula 1 que el piloto, en caso de victoria, saque una instantánea de todo su equipo. Es una manera de reconocer que el equipo lo es todo y que sin equipo uno no es nada. Los aficionados tendríamos que encontrar la manera de jalear y aplaudir a toda esta gente, creo yo.

Cuánta razón tenía

Tenía mucha razón Schopenhauer cuando aseguraba que los lectores tenemos algo de tontos, pues creemos que comprando un libro también compramos el tiempo para leerlo.

Una propuesta

Hace setenta años, el 11 de septiembre de 1940, por primera vez en la historia, se dieron instrucciones a un ordenador por vía telefónica. Ese ordenador se llamaba Calculadora de Números Complejos (núm. 1), y aunque funcionaba con válvulas y relés, utilizaba el sistema binario y el álgebra de Boole para hacer lo que hacía. Este hecho revolucionaría nuestra sociedad y cultura para siempre jamás, como gusta decir a los exagerados. Fue durante una reunión de la Mathematical Society, en el Dartmouth College, y un tal Stibitz, seguro que no habrán oído hablar de él, fue el artífice del suceso.

En 1930, George Robert Stibitz, un investigador a sueldo de la compañía de teléfonos Bell, comenzó a desarrollar calculadores automáticos mecánico-eléctricos. Qué tiempos aquéllos... En los laboratorios Bell se cocía el futuro de la computación electrónica. Stibitz compartió laboratorio con Shannon, Nyquist, Brattain, Bardeen, Weaver o Shockley, y presenció el nacimiento del transistor y los primeros estudios teóricos de la matemática en comunicación, que él convirtió en tecnolgía electromecánica.

Desde esta modesta tribuna, propongo que el 11 de septiembre se llame el Día de la Calculadora de Números Complejos (núm. 1), para poder salir por televisión y explicar cuánto ha cambiado el mundo desde que Stibitz construyó su primer ordenador en la cocina de su casa, provocando el desespero de su señora.

Huelga periodística

Tengo el firme propósito de no comprar ningún periódico, para no ponerme de mal humor ante la catarata de estulticia electoral que se avecina. Es tan firme mi propósito que cualquier día de éstos me compro un periódico, para demostrar cuánta razón tenía al no querer comprarlo.

Sutilezas políticas

Va y se anuncia que las elecciones al Parlamento de Cataluña serán el fin de semana del partido de fútbol entre el Barcelona y el Real Madrid, allá por noviembre, y se arma la marimorena. Andan los analistas políticos dándole de vueltas al balón y pasándose la pelota. Si el partido es en sábado, si es en domingo... Si gana uno, si gana el otro, qué pasará en caso de empate... Éste es el nivel de nuestro discurso político. Así nos van a meter muchos goles.

Que le den, a Gaudí


Gaudí remodeló por encargo un antiguo edificio de 1875, y entregó al mundo la casa Batlló. La construyó entre 1904 y 1906, y un siglo después ya formaba parte del catálogo del Patrimonio de la Humanidad. Para celebrarlo, las autoridades municipales de Barcelona, con el beneplácito de las autoridades de la Generalidad de Cataluña, dieron permiso para elevar la casa que está justito al lado unas cuantas plantas, áticos y sobreáticos. Eran tiempos dorados para la especulación urbanística y alguno se forró con el permiso y el negocio. El asunto apareció en la prensa, pero el escándalo no fue mucho más allá de cuatro titulares y quedó cuidadosamente silenciado. La perspectiva calculada por Gaudí se fue a tomar viento y no parece que quiera recuperarse. ¿Qué me importa a mí la perspectiva?, dijo el vendedor de áticos, sabiéndose impune. Así le salgan goteras.

Mobiliario urbano


Quiero ser benévolo y pensar que el Ayuntamiento de Barcelona está llenando las calles de escultura contemporánea. Si fuera malvado, pensaría que descuidan un poco los muebles.

Incursiones


Según la prensa, varias familias de jabalíes o cerdos salvajes se han paseado por la parte alta de la ciudad este verano. El señor jabalí, la señora jabalí y tres jabatos asomaron el hocico por la plaza Lesseps y pasearon por Gràcia; otra familia semejante, pero con seis jabatos, ha campado por los alrededores del parque Güell. La Guardia Urbana intervino en el asunto, narran los periódicos, y tras una persecución encerró a los tocinos en el vallado de un pipí-can, esperando a que los guardias del parque de Collserola (a. Tibidabo) fueran a buscarlos. Esta vez, sólo fueron amonestados.

Recomendación

Queridos lectores,
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Les recomiendo la lectura de dos artículos magníficos. Su autora es una corresponsal que viaja al feudo de la 'Ndrangheta, en el Sur de Italia. El primer artículo es el viaje de ida (Camí del sud d'Itàlia), muy bueno. El segundo, el retorno (Callat retorn), es sencillamente soberbio. Los recomiendo sin reservas.

Qué barbaridad

Leo en La Vanguardia los resultados del déficit público relacionado con las televisiones autonómicas. Espantoso, apabullante. Sumando pérdidas y subvenciones, las televisiones autonómicas nos costaron más de 1.200 millones de euros en 2009 (y faltan los resultados de dos Comunidades Autónomas). La cosa va a peor: el mercado publicitario se contrae y caen los precios, y la TDT atomiza la audiencia, lo que incrementa las pérdidas y ha hecho doblar las subvenciones entre 2008 y 2009. Un punto de audiencia más en una televisión autonómica cuesta más de 100 millones de euros; en una de las grandes cadenas privadas, 34 millones (y se considera excesivo). Los catalanes gastamos en 2009 la friolera de 209 euros por habitante en mantener nuestra televisión autonómica; sólo nos superó la televisión autonómica vasca (253 euros por habitante) y nos sigue de cerca la valenciana (202 euros por habitante). Pero es sabido que nuestros líderes, antes de echar la persiana en esta máquina de perder dinero y propaganda, sacrifican la sanidad, la educación, los sueldos de los funcionarios y lo que haga falta.

Noche movidita


Tocan las tres de la madrugada y la peste a humos y las sirenas de los bomberos ya han puesto en pie a todo el vecindario. Llegan los héroes cargados de sirenas, toman la calle, cortan el tráfico, conectan las mangueras. Que la gente permanezca en sus casas, que no cunda el pánico, gritan desde los altavoces. Los noctámbulos que pasan por ahí se agarran a las farolas para contemplar el espectáculo. Los hay que paseaban al perro... ¿a las tres de la madrugada? Los vecinos en camisón asoman a las ventanas. Cristales rotos, una columna de humo. Todo acaba, poco después, y parece que nadie se ha hecho daño. No sé que sueldo cobra esta gente, pero no es suficiente. Mientras tanto, los invitados que duermen en el salón a pierna suelta. Ni se han enterado. ¡Dormilones!

El arte es basura


Tal que así, El arte es basura, bautiza el anónimo artista su obra de arte sobre ruedas. Basura no sé si será, pero es resultado es notable. Como mínimo, merece unas fotos.

Toy Story 3


¡Vayan a verla! Es cine del bueno, y poco más puedo decir. Es casi impecable. Divertida, emocionante, ni te das cuenta de cómo pasa el tiempo. Les aseguro, además, que tanto los niños como los adultos se lo pasan igual de bien, o mejor. ¡Bravo, Pixar!

Muerte entre las flores


La ley es la misma para todos, guste o no guste. ¿Han oído hablar del reglamento europeo 258/97/CE? No me extraña, yo tampoco había oído hablar, pero soy uno de los afectados, como seguramente lo será usted. El reglamento, vigente desde 1997, regula los alimentos e ingredientes nuevos, y su obtención y preparación. La EFSA (Autoridad Europea de Salud Alimentaria) examina estos nuevos productos y si las garantías son suficientes, autoriza su comercialización en Europa. Se simplifica el proceso, pues la validación sanitaria es europea, no nacional.

Los ecologistas se las prometían muy felices con esta norma para evitar la propagación de productos transgénicos, clonados y compañía, pero no esperaban que la normativa pudiera prohibir comer flores cultivadas ecológica y naturalmente. Así, como les cuento: flores.

Desde hace unos años, la cocina contemporánea hace cosas muy raras y una de ellas es darnos a comer flores. Ensaladas con pétalos de rosa, carnes con lavanda, claveles en la sopa, son excentricidades habituales en los cocineros de renombre. Por eso se ha armado la marimorena cuando la Agencia para la Protección de la Salud de Cataluña ha enviado un requerimiento a los floricultores para que se pongan al día con el reglamento. Si usted cultiva flores que se comen, señor mío, tiene que cumplir con un reglamento del año 1997. Rápidos, rápidos, lo que se dice rápidos, no son, los señores de la agencia, pero lo que exigen es de recibo.

Cocineros y floricultores han puesto el grito en el cielo y estos días organizan una protesta singular. Así, unos cuantos restaurantes dan a comer platos con flores durante una semana a sus señores clientes, para demostrar que los señores clientes no pillan un dolor de barriga por comer flores. Ergo, ¿para qué regular nada? ¿No ven ustedes que las flores son inofensivas? ¿Qué daño puede hacer una flor? La alcachofa ¿no es una flor? Bien se la comen y no pasa nada. Pues ¿por qué no darle a la amapola? Pues muy sencillo, porque la amapola es venenosa, atontado.

Véanse las setas, productos naturales del campo de pe a pa. Este final de agosto ya han muerto tres boletaires por infartos y caídas en Cataluña, y cada año tienen que ingresar en los hospitales unos ochenta fungívoros gravemente intoxicados. Alguno muere y unos cuantos arrastran males toda su vida por culpa de esos malditos hongos. No está mal para un producto natural del campo.

Las flores no andan lejos. Cuenten ustedes las flores venenosas, tóxicas o nocivas por docenas. A modo de ejemplo, tenemos el azafrán de otoño, la azalea, la hiedra inglesa, la flor del tabaco, la glicina, la dedalera, el iris, la lantana, el acónito, la adelfa, la arveja dulce o el lirio, que parece tan inofensivo. ¿Les suena la cicuta? Súmenla a la lista. El laurel es alucinógeno. No les digo qué les puede pasar si se comen una flor de floristería, que ha conocido más insecticidas, plaguicidas y aditivos que el catálogo de la Union Carbide. Vayan con cuidado y no crean a nadie que promete mucho bueno por nada malo.

Con tanto burro suelto, si comer hierbas fuera lo natural nos veríamos pastando en el parque al salir de la oficina, pero no se da el caso... con frecuencia.