Hummel: pianos y trompetas

Juan Nepomuceno Hummel es uno de los músicos más influyentes del siglo XIX, pero es también un músico no diré desconocido, pero sí poco conocido. Su padre era el director de la Escuela Imperial de Música Militar y el chaval salió con dotes de músico, a base de mamar trompetas y timbales. A los ocho años, era alumno de Mozart, que lo tuvo en muy alta consideración y lo dejó tocar en su orquesta un año después. También fue alabado por Salieri, por Haydn y una vez mayorcito, ganándose la vida como músico y compositor, fue íntimo de Beethoven (y le quitó la novia). El genio de Beethoven, dicen, lo apocó, y llevarse bien con el sordo era trabajo digno de Hércules, pero se respetaron y quisieron hasta el último día. También mantuvo amistad con Schubert, con Goethe y con Schiller, con lo más granado, en resumen, de la cultura centroeuropea. Fue Kapellmeister en varias cortes del imperio austrohúngaro y muy alabado por sus composiciones en vida. Luego murió, cayó en el olvido y los intentos de recuperarlo y darle un lugar de honor en el panteón de los músicos no han tenido mucho éxito. Demasiado clásico para los románticos, demasiado romántico para los clásicos.

Sin embargo, en 1828 publicó Un curso completo teórico y práctico de instrucción en el arte de tocar el pianoforte. El piano era un instrumento recién nacido y poderoso, ennoblecido por las sonatas de Beethoven, pero huérfano de técnica y método. Hummel sentó las bases de la digitalización de los pianistas y la música para piano no habría sido la misma sin Hummel. Digámoslo así: Beethoven compuso las sonatas y Hummel dijo cómo tenían que tocarse. Se vendieron miles de cursos de Hummel en pocos días, y su curso sigue siendo obra digna de estudio. Chopin y Schumann son hummelistas puros y Liszt, Mendelssohn y los grandes pianistas del siglo XIX aprendieron la técnica pianística de Hummel. Incluso Schonberg se inclina ante su genio, lo que no es poco.

Para celebrar a Hummel, he buscado una pieza interesante, su Concierto en Mib mayor para trompeta y orquesta, que tocó Antón Weidinger por primera vez el 1 de enero de 1804. El concierto tiene su mérito por otra novedad: Weidenger había inventado las llaves para tocar la trompeta (hasta el momento, la trompeta se tocaba como una corneta, soplando y basta). El concierto de Hummel supuso tantos retos para el gran trompetista que tuvo que fabricar una nueva trompeta con cuatro llaves para poder interpretar la partitura. Así, pues, Hummel es un dios entre los pianistas... ¡y los trompetistas!

A la trompeta, una señorita estupenda: Tine Thing Helseth, que se atreve con el tercer movimiento de este concierto, el Rondo, con veinte añitos recién cumplidos (hoy tiene veintidós). A decir de los entendidos, la señorita Helseth es una gran promesa del trompetismo contemporáneo.

Disfruten.

1 comentario:

  1. Otros románticos (o pre-románticos)del piano de lo más recomendables:

    Ignaz Moscheles
    Clara Schumann
    Friedrich Kalkbrenner
    Giovanni Paisiello
    John Field

    Tienes trabajo

    ResponderEliminar