El lampadario virtual

Cuentan que Jesús, el Cristo, visitó el Templo poco antes de la Pascua y vio tal cantidad de mercaderes, cambistas y aprovechados que agarró unas cuerdas, hizo con ellas un látigo y comenzó a repartir a diestro y siniestro, preguntándose quién había tolerado que se hiciera aquello en la casa del Padre. ¡Eran otros tiempos!

Hoy, Candeum Desarrollos, SL, presenta el primer lampadario virtual español, que se estrena, todavía en período de pruebas, en la catedral de Santiago de Compostela (tres pantallas), en la parroquia de San Mateo de Tarifa (una pantalla), en Jerez de la Frontera (dos pantallas) y en Cádiz (una pantalla). Pero ¿qué es eso de un lampadario virtual?

Imagínense una gran pantalla de televisión en el lugar de su devoción. En la pantalla aparecen unas velas; unas, apagadas y otras, encendidas. Se arrodilla, saca el portátil y accede, por ejemplo, al sitio www.catedraldesantiago.es. Ya dentro del sitio, escoge el enlace Encienda una vela. Se registra como (devoto) usuario, elige lampadario, vela y modalidad de pago. Si sale con bien de esa empresa, se encenderá una de las velitas de la pantalla del televisor. También pueden acceder a través de www.mivela.com, si no conoce la URL de su capilla.

No siempre tendrá el portátil a mano dentro de la iglesia. ¡No se preocupe! Saca el teléfono móvil y envía un SMS con el código de la vela elegida. Le costará 1,39 euros la velita. ¿No tiene cobertura? En el peor de los casos, le encienden la velita si llama desde un teléfono fijo, previo pago. ¡Ningún problema!

En caso de mucha demanda, la velita permanece en pantalla (iba a decir encendida) once minutos y se forma una lista de espera; pero si la devoción no es tan urgente y no hay demanda, su vela aguanta cosa de media hora. Puede acceder a www.mivela.com desde cualquier parte del mundo. Puede invocar al Nazareno desde la oficina o rogar a la Virgen de la Merced desde su residencia de veraneo. ¡Qué maravilla, la técnica!

Se estima que se encenderán medio millón de velitas virtuales al año, sin contar con nuevos lampadarios en España y en el extranjero. De lo que se recauda telemáticamente, un tercio va a la Iglesia, un tercio a la empresa que gestiona el programa informático y el tercio que queda se lo lleva el demonio en forma de factura telefónica.

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