¿Qué libro no quisiera leer ahora (quizá nunca)?

El autor de estas líneas gasta muy mala leche y algunas veces pone a sus lectores en un brete, comprometiéndolos con preguntas realmente estúpidas. Ésta es una de ellas: ¿Qué libro no quisiera leer ahora mismo (quizá nunca)? Es posible que el autor quisiera poner a prueba una tesis de Nietzsche: no es más sabio el que sabe más cosas, sino el que decide qué cosas no quiere saber. El autor es un tipo bastante raro.

El Ulises, de Joyce, se llevó el 4% de los votos. Es una novela que narra la vida del señor Bloom el 16 de junio de 1904, haciendo de su vivir un presunto de la Odisea de Homero. Con respecto a esta novela, la población de lectores del ancho mundo se divide en dos grandes grupos y una minoría. El primer grupo no la ha leído, pero asegura que es un pastiche, una mierda, tal cual. El segundo grupo tampoco la ha leído, pero asegura que es la mejor novela en lengua inglesa del siglo XX, que no es poco. La minoría ha leído Ulises, pero calla cuando le preguntan, por no verse en medio del fregado entre ambos grupos mayoritarios.

El pensamiento postmetafísico, de Habermas, obtiene un 8% del desprecio de los lectores. El título ya echa para atrás, aunque promete mucho. Sin embargo, Habermas tiene fama de ser uno de los escritores más crípticos que parió madre, y su lectura provoca jaquecas y desórdenes estomacales incluso en pequeñas dósis. Se explica de tal manera que una obviedad parece profunda, y nadie se atreve a levantar la mano para preguntar qué ha dicho exactamente, no fueran a volvérselo a explicar.

La opus magna del inefable Heidegger, Ser y Tiempo, se lleva el 13% de los votos. A nadie le apetecen las cuatrocientas cincuenta páginas de relación entre el tiempo y el ser, que es siendo, en el tiempo, como es evidente, pues si fuera cuando no es, o no fuera cuando es, no sería, o poco más o menos. No se oculta el mérito a pasar por genio con semejante majadería.

El 30% de los votos se los lleva Hegel, con su Fenomenología del Espíritu. Me ahorro los comentarios y me remito a Schopenhauer, que rebate a Hegel en un pispás, además de llamarle de todo menos guapo. La Fenomenología del Espíritu es uno de esos libros que provocan desazón.

El libro que menos apetece leer a mis lectores es el de las Memorias, de Jordi Pujol i Soley, que provoca un rechazo del 43%. Supera a Hegel, lo que tiene su mérito, quizá por aburrido... Hasta el momento, sólo se han publicado dos terceras partes de sus Memorias, dejándonos a todos en 1993. Pujol no escribe sus memorias, sino que habla, habla y habla y Manel Cuyàs, un periodista de El Punt, transcribe lo que puede y como puede, suprimiendo toses y guiños. Por si alguien no tiene noticia de ello, el señor Pujol es aquel político que consiguió mantenerse veintitrés años como President de la Generalidad de Cataluña (lo que no es fácil) justo antes del trístemente famoso Tripartito. Durante su mandato, consiguió que un país con un gran potencial cultural e industrial, bastante por delante del resto de España, pasara a ser un país normalito, en la media en economía, en la cola en educación, tarea en la que también se ha empeñado el actual gobierno. Creó el pujolismo y una costumbre insólita en los países democráticos, el avui no toca. Mucha gente lo echa de menos y considera que es un personaje entrañable, mientras los analistas políticos insisten en apuntar que todavía vivimos a remolque del pujolismo, con todo lo bueno y lo malo que se deriva de ello. Sus memorias son soporíferas, aunque el personaje es interesantísimo y resume qué nos ha pasado y porque estamos como estamos.

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