Será cosa del cambio climático


Es lo que yo digo, será cosa del cambio climático. Porque va y sale el señor alcalde y anuncia, así, de sopetón, que queremos celebrar los Juegos Olímpicos de invierno el 2022. Ya saben: esquiar y esas cosas. Dijo exactamente que vamos a sorprender al mundo, esta ciudad mediterránea también puede hacer unos Juegos Olímpicos de Invierno, y vaya si nos ha sorprendido. Para que no me acusen de mal ciudadano, he adjuntado una fotografía del archivo del diario ABC para demostrar que alguna vez ha nevado en el municipio de Barcelona, incluso alguna vez que yo recuerde, pero aún así no las tengo todas conmigo.

Hablábamos de la sorpresa y es cierto que el anuncio ha pillado a todos a contrapié, comenzando por los barceloneses, que no teníamos ni idea, y acabando en el Comité Olímpico Español, que tampoco. No creo que en Jaca tiren cohetes y no sé qué pensarán en Madrid. En el mejor de los casos, sumamos una razón más para hacernos querer más allá del Ebro. El señor Maragall, que de olimpiadas sabe un rato, enterado de la propuesta de nuestro señor alcalde, propuso con aire despistado una candidatura conjunta, algo así como los Juegos Olímpicos del Pirineo. La idea es peregrina, del género de la maragallada, y muchos marrones tendremos que tragar para apaciguar a los aragoneses, pero con todo es una idea mucho más razonable que la salida precipitada y desconcertante de nuestro señor alcalde, que olimpiada va, olimpiada viene, pretende sumar votos, o no sé qué pretende, directamente. Sumar ilusiones, dice.

Contemplo el espectáculo desde la barrera, escéptico y confuso. Si esto sale adelante, que Madrid organice la Copa América, porque ya puestos ¿no eran campeones los suizos? El deporte, para quien lo entienda.

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