Jugando con fuego


En algunas poblaciones de montaña de los Pirineos, los Alpes o el Tirol se celebra algún solsticio o la festividad de un santo patrón con una marcha de antorchas y una hoguera en la plaza del pueblo, porque el fuego es un símbolo pagano, porque en la hoguera se queman los males y los demonios, etcétera. Véase o léase el mito de Prometeo y la verborrea del cuerpo de antropólogos y etnógrafos. Muy bonito.

En política, sin embargo, cuando marchan las antorchas se prima el símbolo por encima de la razón (de la Razón) y se empieza por el mechero y se acaba en las duchas. Y aunque no fuera así, aunque aceptáramos que la política del sentimiento (patrio, religioso, clasista, racial o un poco de todo) no se opone a la política de una sociedad abierta y tolerante, donde no cuenta la gente, sino las personas, aunque fuera así, digo, una marcha de antorchas, lo siento mucho, me trae a la cabeza el regusto de las escenas nocturnas de Triumph des Willens (subtitulada Reichsparteitagfilm der NSDAP), magníficamente filmadas por Leni Riefenstahl, que ya sabemos en qué acabaron, y cómo. Es, a mi juicio, la más estremecedora película de miedo que he visto nunca.

Por eso, cuando veo que un partido político (me da igual de qué signo o ideología) desfila con antorchas, me entran bascas. Los imagino quemando libros al final del acto, cantando el Horst Wessel (Yo tenía un camarada, en versión española), no atendiendo a razones. O los imagino enterrando a José Antonio, donde también echaron mano de las hachas en un ceremonial patrio y fúnebre. O celebrando al Líder el Primero de Mayo en Corea del Norte, un tipo funestamente simpático y demócrata. Y lo siento mucho, serán manías mías, no lo negaré, pero también me da por ahí cuando veo un campo de fútbol lleno de energúmenos, una agrupación de boy-scouts de uniforme, un programa de tele-basura o un político en activo proclamando que le tienen manía y tapándose las vergüenzas con la (con cualquier) bandera. Me entra una mala cosa.

Ya puestos, esos idiotas incendiarios podrían desfilar con velitas, que es más cursi, pero también emotivo. Con LEDs, para pasar por modernos. Desnudos, para proclamar que no tienen nada que ocultar. Vestidos de Polcinella, o bailando la samba. O simplemente, en silencio. Pero, por favor, ¿con antorchas? Con lo que nos hemos tenido que comer en Europa y todavía jugando con fuego.

2 comentarios:

  1. Hay que decirlo, hombre, sin complejos... El partido de las antorchas es ERC, sólo ellos tienen los santos cojones (y perdona la expresión) de pasearse a estas alturas de la película con antorchas en la mano. Y acompañados de Laporta...

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  2. También suben a la montaña, por ver si se transfigura su Líder en Mesías, algo que se ha visto en ERC, en CiU y en unas cuantas formaciones parlamentarias o extraparlamentarias más. «Si aquí postrado me adoras, todo esto que ves será tuyo», será su lema, supongo.

    El uso de «santos cojones» queda perdonado, por esta vez. Se interpreta como una perífrasis enfática y metafórica de «desfachatez» y Santas Pascuas.

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