The General


Aquí la hemos conocido como El maquinista de la General, y es una película muda de la United Artists, de 1927, protagonizada por Buster Keaton, que compartió la dirección con Clyde Bruckman. El guión, escrito a cinco manos, se basó en The Great Locomotive Chase, de William Pittenger. Hoy está considerada una de las mejores películas de la historia del cine; en su día, como una de las peores. Sin entrar en polémicas con los críticos de cine, Dios me libre, recomiendo verla y disfrutar, porque es una película entretenida y divertida, cine con mayúsculas.

Pocos imaginan que The General se basa en hechos reales. El 12 de abril de 1862, en Big Shanty (hoy Kennesaw, Georgia), los pasajeros del tren y los maquinistas de la General habían bajado a desayunar en la estación. En aquel entonces, las locomotoras eran bautizadas, como los barcos. La General era una locomotora de la Western & Atlantic Railroad, la 631, construida por Rogers, Ketchum & Grosvenor, unos fabricantes de locomotoras de Paterson, New Jersey. Lo de bajar para desayunar era el pan de cada día, porque uno paraba a desayunar, a merendar y lo que hiciera falta. Se aprovechaba el refrigerio para cargar con agua y combustible el ténder, aceitar las bielas, estirar las piernas y hacer pis.

A lo que íbamos, que estaban desayunando y en éstas una veintena de agentes del Norte (de agentes, nada: espías, según el Sur), a las órdenes de un tal Andrews, robaron la General y algunos vagones y pusieron rumbo a Chattanooga. La intención de Andrews era sabotear en lo posible las líneas de ferrocarril del enemigo: quemaría puentes, desclavaría los raíles, echaría abajo las torres de agua y cortaría los cables del telégrafo, o enviaría mensajes falsos. En Chattanooga esperaba encontrarse con el ejército del general Mitchel y rendir la General como botín de guerra.

El secuestro de la General dejó a los pasajeros, a la guarnición de Big Shanty y a los maquinistas con un palmo de narices. Pero el maquinista de la General, William Allen Fuller, no se amilanó. Él era responsable de la General ante la Western & Atlantic Railroad y no iba a permitir que se la robaran así como así. No se lo pensó dos veces y salió corriendo tras ella (literalmente). La persecución fue épica. Fuller la siguió a pie, en una vagoneta de palanca, en la Yonah (otra locomotora) hasta Kingston, donde tuvo que volver a seguirla a pie porque Andrews había saboteado dos millas de vía férrea, y finalmente en la Texas, otra locomotora legendaria. Por el camino, Fuller se había convertido en el improvisado jefe de una partida de soldados del Sur, una docena, poco más o menos, que daban caza a los del Norte.

Andrews no pudo sacarse de encima al maquinista de la General, y eso que lo probó todo. Su último intento fue pegarle fuego a un viaducto de madera que le separaba de la Texas, pero la Texas se lanzó a toda máquina y atravesó el incendio mientras se derrumbaba el viaducto bajo sus ruedas. Finalmente, ciento y pico millas más tarde, cerquita de Chattanooga, Andrews y los suyos abandonaron la General, completamente desesperados. La mayoría fueron capturados, algunos ahorcados (Andrews el primero) y casi todos recibieron (o tarde o póstumamente) la Medalla de Honor del Congreso. Fuller, el intrépido maquinista, regresó a casa con la General, orgulloso de su hazaña, recibiendo las más efusivas felicitaciones de la Western & Atlantic Railroad, pero ninguna condecoración.

En la película, las cosas no ocurren exactamente así, pero ¿verdad que da lo mismo? Así les pongo en antecedentes y no les fastidio la intriga.

La General se exhibe hoy en el Southern Museum of Civil War and Locomotive History, en Kennesaw, Georgia; y la Texas, en el Atlanta Cyclorama, en Atlanta, Georgia.

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