Pitos y flautas

En el homenaje a Casanovas, las autoridades han sido recibidas con pitos. Sus rostros sofocados por el mal trago eran un poema. ¡Menos banderas y más trabajo!, reclamaba el público. Tales fueron los pitos que ahora suenan las flautas y algunas voces acarameladas e hipócritas proponen alejar al público de los actos institucionales, pues ya se sabe, el público es un verdadero incordio. Proclamar la desnudez del emperador es lo que tiene: jode mucho. Al emperador, naturalmente.

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