Duchas con fianza

Dicen que las corrientes han traído aguas del norte, más frías, y hoy se está fresquito con el culo en remojo. El aire, en cambio, sigue sofocante y no se mueve una hoja. Las mozas se tuestan en silencio, al sol, por ver cuál se muere antes del soponcio. Hay que verlas. Cuánto sacrificio por una piel un tanto así más oscura. Algunas valquirias, hechas a las brumas y los mares bálticos, están despellejándose por momentos.

Mientras tanto, a modo de prueba, el ayuntamiento ofrece una tarjeta que da derecho a cinco minutos de ducha y lavapiés. Sin tarjeta, no sale agua, ni suplicando. La tarjeta la consigues en el chiringuito, entregando una fianza de dos euros. Así ahorran agua, dicen, y es verdad.

Pero ¿qué quieren que les diga? El año pasado, cada media hora poco más o menos, una mulata se acercaba a las duchas y dejaba que un chorro de agua fresquita le corriera por el cuerpo. Era cosa digna de verse, y se habían dado aplausos entre el público. Pero la fianza, maldición, ha puesto fin al espectáculo, que era fresco y espontáneo.

Pero algunas cosas siguen lo mismo. El chuloplayas se hace con una tarjeta, busca y rebusca hasta dar con una sofocada valquiria y propone una ducha, por ver si pica. En mis tiempos, llegar a la ducha era mucho más complicado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario